Yo no soy nada

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27 Sep 2024
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Cuando, hace más de una década, se produjo la eclosión de las redes sociales y todo el mundo afiló los colmillos para ver de qué manera podía sacar tajada, hice un curso de gestión Social Media. En aquel curso le daban gran importancia al personal branding. Había, insistían, que crear una marca personal potente, atractiva, estimulante para potenciales empleadores. Entre las cosas que aprendí allí fue a hacer páginas webs con wordpress, así que me fabriqué la mía propia, danielruizgarcia.es, donde, además de facilitar el acceso a todas mis obras, también escribía entradas en un blog.El sarampión me duró un par de años; acabé cansado de mantener aquella web, así que me desprendí del dominio. Meses más tarde, un amigo quiso entrar en mi blog y se topó con que el dominio había sido cogido por otro Daniel Ruiz García, en este caso un quiromante y echador de cartas. Cuando me lo comentó, me faltó tiempo para entrar en la nueva web (hoy, por cierto, ya tampoco existe): mi homónimo era un verdadero chamán, capaz de resolver cualquier problema, un vendedor de crecepelos con todas las de la ley. Él también vendía humo, pero de manera mucho más resuelta que la mía.Más o menos en aquel tiempo, hice algo que todos los escritores o personas con cierta visibilidad hacen, aunque ninguno lo reconozca: creé una alerta en Google con mi nombre, para que me llegaran todos los impactos en Internet relacionados con mi persona. Quien lo haya probado, sabrá que los bots de Google no son demasiado precisos, de manera que te llegan muchos enlaces de referencias que nada tienen que ver contigo.Pero gracias a la alerta del buscador, he sabido de la existencia de Daniel Ruiz, un futbolista colombiano que milita en el Millonarios Fútbol Club de la liga de aquel país. También acumulo extensa información sobre la ganadería de toros de lidia Daniel Ruiz. El 18 de marzo de 2023, la alerta de Google me llenó de pesar: el ganadero había fallecido de forma repentina por un ataque al corazón. Tuve entonces cierta sensación de ensayo de muerte; me sentí como el Matías Pascal de Pirandello que contempla su propio entierro. Acaba de ocurrir de nuevo esta semana: el miércoles, Google Alert me anunciaba el «profundo pesar por el fallecimiento del escritor Daniel Ruiz». Por segunda vez sorteé a la muerte: se trataba de un doble algo más mayor que yo de una ciudad argentina. Me alegré, eso sí, al leer que ha dejado «una huella imborrable en la cultura de la ciudad».He estado tentado de desactivar también esta alerta. Pero finalmente, creo que tiene un efecto muy terapéutico. Disipa cualquier ridícula tentativa de sueños de gloria o posteridad y me acerca al Whitman de Canto a mí mismo: «Yo soy inmenso y contengo multitudes». O lo que es lo mismo: yo no soy nada.

 

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