¿Y mi silla para la Magna?

Rossie_Zulauf

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27 Sep 2024
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Hoy quiero confesarles que soy uno de los miles de sevillanos que se ha quedado sin sillas para la Magna. Reconozco que me ha dado mucho coraje y que en las últimas horas he pecado de envidia hacia quienes han tenido más suerte que yo en esta aventura. La pregunta sobre qué habré hecho mal en esta vida para quedarme sin tan preciado tesoro para un cofrade martillea mi mente desde entonces y todavía tengo, por más exagerado que les parezca, ese mal cuerpo de la ansiedad que me generó la tensión de ver girar constantemente el circulito de la interminable cola digital que no conducía a ninguna parte. Sí, lo confieso. Soy un analfabeto de las tecnologías que seguro hizo algo mal para estar atrapado horas en una pantalla que no iba ni para adelante ni para detrás. Confieso que puse todo de mi parte. Adelanté el despertador a las 7.30 horas para estar más que espabilado cuando comenzara la venta. Diez minutos antes, me conecté a esa dichosa plataforma sin quitarle ojo a la pantalla. Era obsesivo. Estaba en la ducha y de vez en cuando descorría la cortina para ver si había novedades. Nada, no avanzaba. Me fui a desayunar a la calle pendiente del móvil y tuve que comerme la media tostada con una mano. Cogí un taxi para ir al trabajo y ni siquiera le di conversación al conductor. Sólo miraba el hipnótico circulito de la cola, una y otra vez, sin tener a nadie con quien compartir mi magno drama. Ni se imaginan cuánto llegué a echar de menos la fila de señoras de pelo cardado que las calurosas tardes de julio aguardan a las puertas del Consejo para comprar las sillas del Corpus. Ellas, por lo menos, te regalan un ratito de charla y batallitas que hacen más humana la espera.Al mediodía, desesperado por ese circulito que no paraba de girar una y otra vez, me quedé sin las sillas y sin batería en el móvil. Un doble drama de golpe para confirmar que definitivamente no era mi día. Mi asiento para ver la Magna en primera fila estaba en manos de no sé quien. Quizás había viajado a Holanda, Italia, Alemania o las Islas Azores, lugares en los que se han inscrito para asistir al congreso, que por eso es internacional. A lo mejor estaba en el mail de un vecino de La Coruña, Valladolid o Barbate que ya tenía su piso turístico reservado para este diciembre. Se esfumó y no pude hacer nada para evitarlo. Lo recuerdo con más ironía que agonía, no se confundan.Ahora, la Sevilla que se cuestiona hasta a sí misma, se pregunta si había un método más democrático para vender las sillas o si los abonados de la carrera oficial de Semana Santa tendrían que haber tenido un acceso prioritario. Pero la realidad es que la cola digital de la frustración nos ha igualado a todos, sin distinción. Periodistas, hermanos mayores, bordadores, músicos, pregoneros, jarrones chinos... todos somos ya parte del club de los sevillanos sin silla. ¡Viva la Magna del pueblo!

 

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