clovis.koepp
New member
- Registrado
- 27 Sep 2024
- Mensajes
- 45
Es improbable que Robert Smith haya visto el programa de Muchachada Nui donde le parodian. En aquel tronchante episodio, un grupo de palmeros incita al cantante de The Cure, al que da vida (gran caracterización) Joaquín Reyes: “Vamos, Robert, sal a bailar, que tú lo haces fenomenal. Tu cuerpo se mueve como una palmera, suave, suave, sususuave”. Y Joaquín/Robert danza, dando pasitos y moviendo los brazos. En las últimas giras del grupo inglés, Smith (Blackpool, Inglaterra, 65 años) ha bailado, un acontecimiento infrecuente por el contraste con su siempre lúgubre puesta en escena. Se le ha podido ver zarandeado un poco su cuerpo cuando interpreta el clásico del grupo Close to Me. Quizá se haya animado con este gesto para celebrar el especialmente feliz momento de su carrera musical. Porque es complicado encontrar a un grupo con el estatus de libertad y que acumule una carrera de tantos años (su primer trabajo data de 1979) tan coherente como The Cure.
Este compromiso con el arte por encima de todo impulsa al grupo a editar música solo cuando el material le parece a Smith a la altura. Dieciséis años han pasado desde la edición de su último trabajo, 4:13 Dream, de 2008. Hoy se ha empezado a escuchar parte de lo que será su nuevo disco, de título Songs of a Lost World, y que se publicará el 1 de noviembre. La canción avanzadilla del álbum se llama Alone y funciona como perfecto retrato de lo que es hoy The Cure: una banda que antepone sus intereses artísticos a lo que pide el mercado. Alone se desarrolla durante 6 largos minutos y 53 segundos y hasta la mitad no surge la angustiosa voz de Smith, que da la bienvenida con un mensaje apocalíptico: “Este es el final de cada canción que cantamos. / El fuego ardió hasta dejar cenizas y las estrellas se empañaron de lágrimas”.
Smith ha trabajado en este álbum desde hace casi una década, cuando ya anunció su gestación. De hecho, algunas de las canciones ya las ha interpretado en conciertos, como Alone, otra práctica que posiciona al grupo inglés al margen del mercado: pocas bandas actuales prueban en directo canciones antes de ser editadas.
Tanto Alone como otras piezas nuevas estrenados en las últimas giras (Endsong, And Nothing Is Forever, I Can’t Never Say Goodbye o A Fragile Thing, que es previsible que estén incluidas en Songs of a Lost World) anuncian un álbum de atmósferas densas, ese tipo de temas de The Cure que se van abriendo camino lentamente por una espesa y nocturna bruma. Sinfonías que parecen el anticipo de una desgracia irremediable, pero que el oyente se siente impelido a seguir, aunque el desenlace sea el precipicio. Canciones que te atrapan en una atmósfera a la vez turbia y romántica. “Quiero que el disco funcione de manera como lo hacen esos grandes álbumes de The Cure que son como una sola pieza. Me gustaría que la gente lo escuche de principio a fin y que se sienta transportada a algún lugar durante el tiempo que dure”, ha dicho Smith del nuevo álbum.
A pesar de que Songs of a Lost World es el primer disco en 16 años, The Cure no ha parado durante los últimos tiempos, ofreciendo conciertos y convirtiéndose en una banda de directo arrolladora. Son perfectos para pabellones o para ejercer de cabeza de cartel en festivales con unos conciertos de tres horas donde testan sus nuevas composiciones y ofrecen parte de su inagotable catálogo de clásicos, ya sea por el lado sombrío y denso (Desintegration, Pictures of You, Want) o por su otra faceta de pelotazos pop (Friday I’m In Love, Just Like Heaven, Close to Me).
Por el camino Smith se ha convertido en el único que ha conseguido un triunfo (aunque pequeño) ante la poderosa Ticketmaster, la emisora de entradas líder del mercado. Smith protestó por los elevados gastos de gestión (ese eufemismo para encarecer la entrada a veces hasta un 5%) en boletos para los recitales de The Cure y la tiquetera devolvió a los compradores ese plus. Una victoria pírrica, pero que demuestra el incorformismo y el respeto de la industria a alguien que siempre se ha preocupado por bordear el sistema.
Seguir leyendo
Este compromiso con el arte por encima de todo impulsa al grupo a editar música solo cuando el material le parece a Smith a la altura. Dieciséis años han pasado desde la edición de su último trabajo, 4:13 Dream, de 2008. Hoy se ha empezado a escuchar parte de lo que será su nuevo disco, de título Songs of a Lost World, y que se publicará el 1 de noviembre. La canción avanzadilla del álbum se llama Alone y funciona como perfecto retrato de lo que es hoy The Cure: una banda que antepone sus intereses artísticos a lo que pide el mercado. Alone se desarrolla durante 6 largos minutos y 53 segundos y hasta la mitad no surge la angustiosa voz de Smith, que da la bienvenida con un mensaje apocalíptico: “Este es el final de cada canción que cantamos. / El fuego ardió hasta dejar cenizas y las estrellas se empañaron de lágrimas”.
Smith ha trabajado en este álbum desde hace casi una década, cuando ya anunció su gestación. De hecho, algunas de las canciones ya las ha interpretado en conciertos, como Alone, otra práctica que posiciona al grupo inglés al margen del mercado: pocas bandas actuales prueban en directo canciones antes de ser editadas.
Tanto Alone como otras piezas nuevas estrenados en las últimas giras (Endsong, And Nothing Is Forever, I Can’t Never Say Goodbye o A Fragile Thing, que es previsible que estén incluidas en Songs of a Lost World) anuncian un álbum de atmósferas densas, ese tipo de temas de The Cure que se van abriendo camino lentamente por una espesa y nocturna bruma. Sinfonías que parecen el anticipo de una desgracia irremediable, pero que el oyente se siente impelido a seguir, aunque el desenlace sea el precipicio. Canciones que te atrapan en una atmósfera a la vez turbia y romántica. “Quiero que el disco funcione de manera como lo hacen esos grandes álbumes de The Cure que son como una sola pieza. Me gustaría que la gente lo escuche de principio a fin y que se sienta transportada a algún lugar durante el tiempo que dure”, ha dicho Smith del nuevo álbum.
A pesar de que Songs of a Lost World es el primer disco en 16 años, The Cure no ha parado durante los últimos tiempos, ofreciendo conciertos y convirtiéndose en una banda de directo arrolladora. Son perfectos para pabellones o para ejercer de cabeza de cartel en festivales con unos conciertos de tres horas donde testan sus nuevas composiciones y ofrecen parte de su inagotable catálogo de clásicos, ya sea por el lado sombrío y denso (Desintegration, Pictures of You, Want) o por su otra faceta de pelotazos pop (Friday I’m In Love, Just Like Heaven, Close to Me).
Por el camino Smith se ha convertido en el único que ha conseguido un triunfo (aunque pequeño) ante la poderosa Ticketmaster, la emisora de entradas líder del mercado. Smith protestó por los elevados gastos de gestión (ese eufemismo para encarecer la entrada a veces hasta un 5%) en boletos para los recitales de The Cure y la tiquetera devolvió a los compradores ese plus. Una victoria pírrica, pero que demuestra el incorformismo y el respeto de la industria a alguien que siempre se ha preocupado por bordear el sistema.
Seguir leyendo
Y después de 16 años vuelve a publicar música The Cure, el grupo incorruptible
La banda de Robert Smith lanza el intenso ‘Alone’, anticipo de un álbum que se publica el 1 de noviembre
elpais.com