‘Voy a pasármelo bien’: Una comedia súper pop

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27 Sep 2024
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Voy a pasármelo bien es una comedia musical tan bien urdida que lo que parece una película comercial familiar sin más acaba derivando en una personal mirada a los ochenta cuando ya no eran los ochenta y a un grupo de éxito comercial descomunal, Hombres G, entendidos como magdalena de Proust de los últimos estertores de aquella década. Un filme sobre la amistad alrededor de un walkman y unos casetes capaz de emocionar hasta a quienes jamás compramos un disco del grupo de David Summers.

Voy a pasármelo bien es una respuesta desde el propio mainstream a las películas familiares diseñadas a golpe de algoritmo, una lograda mezcla del fenómeno Yo fui a EGB con valores capaces de conectar diferentes generaciones. Tras ese dispositivo, a mayor gloria de la banda de pop, están David Serrano, guionista que fijó un antes y un después en la comedia musical española, director y coescritor de este filme junto a Luz Cipriota, y el productor Enrique López Lavigne, coautor de la película de culto El asombroso mundo de Pocholo y Borjamari (2004), en cuyo fondo latía el nombre de otro fenómeno súper pop, Mecano.

El encanto de Voy a pasármelo bien funciona en varios frentes: el reparto; una ambientación llena de guiños a la vida de una ciudad de provincias, Valladolid; los bien orquestados e integrados números musicales y un guion de comedia romántica con ecos a fenómenos anglosajones como Notting Hill. Salpicada de expresiones populares capaces de viajar con humor en el tiempo—”Ciao, pescao”; “Me las piro, vampiro”; “Mola mazo”; “Agur, Ben Hur”…—, la película revive aquella época (el bedel del colegio al que van los críos protagonistas se llama ¡Celedonio!) sobre todo gracias a un casting infantil que fluye de maravilla. De Izan Fernández a Rodrigo Díaz, Michel Herráiz o ese absoluto robaplanos llamado Rodrigo Gibaja. Sin olvidar al profesor que con puntería encarna David Lorente (de aquellos que decían “andando, que es gerundio”) o los conocidos actores ((Raúl Arévalo, Dani Rovira…) que interpretan a los niños ya crecidos.

Voy a pasármelo bien es sentimental en el mejor sentido de la palabra. Una película que convierte el microcosmos de un colegio y de una pandilla en el perfecto reflejo de un tiempo feliz que, como todos, también fue infeliz. La amistad, la pérdida, el abandono… todo cabe en una película que habla de esto y de mucho más para demostrar hasta qué punto está vivo un juguete cuando resulta auténtico.

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