deontae91
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Víctor Hernández fue declarado ganador de la Copa Chenel, pero lo cierto es que no hubo un triunfador rotundo en la final a dos. El joven torero levantó el trofeo y se ha ganado un puesto en la corrida que se celebrará el 12 de octubre en Las Ventas, pero las dos orejas que paseó supieron a poco. Tampoco hizo suficientes méritos su compañero Molina, que se enfrentó al peor lote, pero destacó más por su ambición que por su toreo.
Tres hierros distintos, Baltasar Ibán, Pedraza de Yeltes y Victoriano del Río, y los seis toros, con distintos matices, -muy blandos el primero de Victoriano y el segundo de Pedraza- ofrecieron más posibilidades de las que supieron aprovechar los actuantes. Toros nobles, pero no tontos ni artistas, lo que significa un punto de exigencia para la que, con seguridad, no está aún preparada esta pareja de muy jóvenes toreros de alternativa.
Lo más destacable de Hernández -he aquí, quizá, la clave de su triunfo- ha sido el buen manejo de su mano izquierda, con la que llamó la atención en sus dos primeros toros. En el primero de Pedraza, y tras comenzar la faena de muleta en el centro del ruedo, con dos pases cambiados por la espalda y tres largos derechazos, se acopló en dos más que aceptables tandas de naturales abrochadas con largos pases de pecho, si bien no fue capaz de dominar a su oponente ante la movilidad que demostró por el lado derecho. Volvió a lucir con la zurda en el cuarto, un toro noble y repetidor de Ibán, con el que trazó otros dos breves manojos de muletazos que tuvieron hondura. Y fue incapaz de domeñar la casta del sexto, de Victoriano del Río, que lo desbordó en el tercio final. No era un toro fácil, y Hernández evidenció sus ganas iniciando la faena de rodillas con un pase cambiado y tres derechazos en los que el toro galopó con empuje y alegría, pero la casta fue superior al conocimiento del torero. Otra clave de su triunfo fue que manejó el estoque mejor que el sábado, aunque todavía no tiene aprobada la asignatura. En ese último toro fue volteado el subalterno Roberto Martín Jarocho a la salida de un par de banderillas; recibió varios pisotones en la zona lumbar y fue atendido en la enfermería.
Y el muy serio y valiente torero albaceteño Molina, al que le distrae o, simplemente, no le gusta escuchar pasodobles mientras torea -entre el sábado y hoy mandó callar a la banda en varias ocasiones-, dio nuevas muestras de que la suerte suprema no es lo suyo, lo cual es un problema serio para un matador de toros; le tocaron los dos toros más blandos del festejo, y a pesar de ello hizo el esfuerzo necesario para exprimir lo mejor de la calidad de ambos animales, tercero y quinto. El primero de Victoriano del Río se dobló el cuello en una costalada a la salida del primer muletazo y quedó prácticamente inútil para la lidia. Molina insistió, a pesar de ello, y le robó muletazos meritorios al final de su labor. Otro sin fortaleza fue el quinto, bonancible y sin casta, y Molina demostró una encomiable entrega e irreprochable actitud con los pitones en el pecho. Y no dijo nada ante el primero, otro animal noble, en una labor demasiada larga, de más a menos, y superficial en el fondo y en la forma.
Total, que Víctor Hernández se ha erigido como triunfador del certamen, y ojalá le sirva para enfilar un halagüeño futuro, pero el suyo ha sido un premio de consolación. De un verdadero triunfador se espera más, mucho más.
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Tres hierros distintos, Baltasar Ibán, Pedraza de Yeltes y Victoriano del Río, y los seis toros, con distintos matices, -muy blandos el primero de Victoriano y el segundo de Pedraza- ofrecieron más posibilidades de las que supieron aprovechar los actuantes. Toros nobles, pero no tontos ni artistas, lo que significa un punto de exigencia para la que, con seguridad, no está aún preparada esta pareja de muy jóvenes toreros de alternativa.
Lo más destacable de Hernández -he aquí, quizá, la clave de su triunfo- ha sido el buen manejo de su mano izquierda, con la que llamó la atención en sus dos primeros toros. En el primero de Pedraza, y tras comenzar la faena de muleta en el centro del ruedo, con dos pases cambiados por la espalda y tres largos derechazos, se acopló en dos más que aceptables tandas de naturales abrochadas con largos pases de pecho, si bien no fue capaz de dominar a su oponente ante la movilidad que demostró por el lado derecho. Volvió a lucir con la zurda en el cuarto, un toro noble y repetidor de Ibán, con el que trazó otros dos breves manojos de muletazos que tuvieron hondura. Y fue incapaz de domeñar la casta del sexto, de Victoriano del Río, que lo desbordó en el tercio final. No era un toro fácil, y Hernández evidenció sus ganas iniciando la faena de rodillas con un pase cambiado y tres derechazos en los que el toro galopó con empuje y alegría, pero la casta fue superior al conocimiento del torero. Otra clave de su triunfo fue que manejó el estoque mejor que el sábado, aunque todavía no tiene aprobada la asignatura. En ese último toro fue volteado el subalterno Roberto Martín Jarocho a la salida de un par de banderillas; recibió varios pisotones en la zona lumbar y fue atendido en la enfermería.
Y el muy serio y valiente torero albaceteño Molina, al que le distrae o, simplemente, no le gusta escuchar pasodobles mientras torea -entre el sábado y hoy mandó callar a la banda en varias ocasiones-, dio nuevas muestras de que la suerte suprema no es lo suyo, lo cual es un problema serio para un matador de toros; le tocaron los dos toros más blandos del festejo, y a pesar de ello hizo el esfuerzo necesario para exprimir lo mejor de la calidad de ambos animales, tercero y quinto. El primero de Victoriano del Río se dobló el cuello en una costalada a la salida del primer muletazo y quedó prácticamente inútil para la lidia. Molina insistió, a pesar de ello, y le robó muletazos meritorios al final de su labor. Otro sin fortaleza fue el quinto, bonancible y sin casta, y Molina demostró una encomiable entrega e irreprochable actitud con los pitones en el pecho. Y no dijo nada ante el primero, otro animal noble, en una labor demasiada larga, de más a menos, y superficial en el fondo y en la forma.
Total, que Víctor Hernández se ha erigido como triunfador del certamen, y ojalá le sirva para enfilar un halagüeño futuro, pero el suyo ha sido un premio de consolación. De un verdadero triunfador se espera más, mucho más.
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Víctor Hernández, triunfador de consolación
El ganador del certamen cortó dos orejas y destacó con la mano izquierda; su compañero Molina hizo acopio de entrega y ambición y paseó un trofeo con el peor lote
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