¿Verdad? ¿Qué verdad?

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Cada cierto tiempo, el mundo de la cultura (Elmundodelacultura), se preocupa mucho por la situación social y, ora firma un manifiesto, ora graba un vídeo. Unas veces se cortan el flequillo, otras nos abroncan por votar mal, otras entonan (o hacen como que entonan) una canción protesta. Esta vez ha tocado canción. Una que habla de generales, de alistamientos y de cortar alambres, y hasta sesenta artistas (identifico a tres) hacen mimo ante la cámara. La épica de resistir a la opresión, la poesía de la resistencia, la literatura de la revolución. El escritor Javier Cercas ingresaba esta semana en la Real Academia Española, ocupando la silla R, la de Javier Marías hasta su fallecimiento en septiembre de 2022. En su solemne discurso de ingreso, el escritor reivindicaba la utilidad de la literatura como forma de rebeldía frente el poder. «La auténtica literatura –decía– está compuesta por palabras en rebeldía, y de ahí que represente un peligro para el poder, para cualquier poder». Señalaba cómo, a lo largo de la Historia, «tiranos, inquisidores, comisarios políticos y toda clase de individuos de mentalidad totalitaria» bajo el disfraz de benefactores de la humanidad, siempre en el nombre de un bien superior, la han señalado como una amenaza. «Porque solo quiere ciudadanos sumisos, gente que dice sí, siempre aspirará a controlarla, a someterla, a domesticarla», añadía.La verdad, ya nos lo decía Machado, es lo que es. Y sigue siendo verdad aunque se piense al revésNo he podido evitar asociar ambos hechos, entiéndanme: el mundo de la cultura defendiendo al poder y el escritor defendiendo la literatura frente al poder. Supongo que eso sitúa a Javier Cercas fuera de Elmundodelacultura (que no de La Cultura), porque su discurso de ingreso ha sido una oda al compromiso de la literatura (y, por extensión, de la cultura) con la verdad («no la verdad de la Historia, la Ciencia o el Periodismo, sino la verdad moral, universal»). Y eso sí es revolucionario: defender la verdad en tiempos relativistas en el que la verdad se ha transformado en ‘las verdades’, y la legitimación de todas diluye a la primigenia, anulándola. Porque, si todo es verdad, nada es mentira. Pero también al revés: todo es mentira y nada es verdad. La propia RAE en la que acaba de ingresar Cercas nos ofrece hasta siete acepciones para la misma: 1. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente. 2. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. 3. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna. 4. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente. 5. Cualidad de veraz. 6. Expresión clara, sin rebozo ni lisonja, con que a alguien se le corrige o reprende. 7. Realidad.Así pues, si la verdad se diluye, incluso para la RAE, no es extraño que al mismo tiempo se deba uno a la verdad, desde lo revolucionario de la cultura sin complejos frente al poder, y se muestre convencido de ser un revolucionario por defender desacomplejadamente al poder. Y aquí volvería a darnos la clave Cercas en su discurso (hablando de literatura él, pudiendo hacerlo extensible a la cultura en general nosotros): «Tendíamos a identificar al escritor comprometido con aquel que practicaba una literatura más bien pedestre, propagandística y pedagógica. Y, sobre todo, con aquel que aceptaba acríticamente convertirse en portavoz o correa de transmisión de ciertos partidos políticos o ideas que, por lo demás, podíamos compartir, solo que no de manera acrítica». ¿Y la verdad, pues? La verdad, ya nos lo decía Machado , es lo que es. Y sigue siendo verdad aunque se piense al revés.

 

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