«Nunca pensábamos que iba a tocarnos a nosotros, y mira que nos lo decían los cubanos». Habla con lamento un exministro venezolano, de la Venezuela democrática anterior a Hugo Chávez: «Construir un país es muy difícil; para destruirlo, con uno sólo es suficiente, sobre todo con ideas extravagantes». El lunes acudió al Foro Nueva Economía para arropar a Edmundo González Urrutia en su esperada conferencia en el Ritz ante la sociedad madrileña y española. No fue el único: el exilio venezolano se presentó allí para verle, algunos con invitación y otros sin ella, pero todos con la ilusión de acompañar a la persona que hoy día representa la mejor opción –quizá la única– para poner fin a la oprobiosa etapa de Nicolás Maduro. A Edmundo lo presentó Felipe González, viejos amigos desde hace cinco décadas. El español contó que se conocieron porque en octubre de 1975 el venezolano lo escondió en el avión del presidente Carlos Andrés Pérez cuando éste voló de Suiza a España. «El contrabando era yo», dijo Felipe, que ayer rejuveneció para indicar el único camino a Edmundo. Sin papeles, repasando con su mirada a todo el plenario, contundente, conciso y con esa oratoria que atrapa a quien le escucha. Antes de dar con la clave, quiso ser duro: «Maduro no tenía legitimidad de ejercicio, tampoco de origen, pero ahora se ha convertido en un tirano arbitrario sin legitimidad democrática». Y apuntaló: «Hay una oportunidad que no se va a repetir tan fácilmente». Una oportunidad. Por eso el exilio venezolano acudió en masa a ver a Edmundo, porque si el próximo 10 de enero no es proclamado presidente de Venezuela, ¿cuándo será la siguiente? Dicho de otra manera: ahora o nunca. Entre los invitados, y a pesar de la fecha navideña, hubo clase política española. Por el PP acudieron Cayetana Álvarez de Toledo, Carmen Navarro y Carlos Floriano, además de Esperanza Aguirre. Por Vox estaba Jorge Buxadé y Hermann Terstch. ¿Y del Gobierno? Nadie. Por eso Felipe González no se limitó a pedir a Sánchez que reconociera al presidente electo de Venezuela. Pidió algo más: «Lo mismo que lo trajeron a España, si lo desea, que lo lleven a Caracas», le dijo al ministro de Asuntos Exteriores, que el 8 de septiembre fue muy rápido en comunicar públicamente que «a solicitud suya, vuela hacia España en un avión de las Fuerzas Aéreas españolas». Y aunque Edmundo se niega a «revelar el día y la forma en que voy a regresar», confía en que el Gobierno sea igualmente diligente para llevarlo de vuelta a casa. Sólo así podrá esquivar las sospechas de connivencia con Maduro . El cuarenta por ciento de los venezolanos tienen pensado abandonar su país si después del 10 de enero sigue Maduro en el poder. Como el viejo ministro prechavista, nunca pensaron que les pasaría a ellos. Por eso el lunes convenía arropar a Edmundo, porque la democracia hay que defenderla cada día. El 10 de enero, el 8 de septiembre y también en Navidad. Feliz Navidad.
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