Vance_Schaden
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Desde luego, es un hecho grave que un fiscal general borre los mensajes de su teléfono para evitar una incriminación; pero, al fin, es una conducta humana, de una bellaquería entreverada de grotesco infantilismo. Mucho más grave se nos antoja que, a renglón seguido, comparezca el doctor Sánchez defendiendo la honorabilidad del fullero y reclame que le pidan perdón quienes han propalado el bulo de que su teléfono contenía mensajes incriminadores.Si se hubiesen limitado a ocultar o borrar las huellas de sus trapisondas, uno podría hasta enternecerse, pensando que, a la postre, actuaban como truhanes acorralados. Pero que, después de borrarlas, soliciten disculpas exige un grado de cinismo y desvergüenza supino, propio de quienes saben que cuentan con una muchedumbre de zombis juramentados que los seguirán sosteniendo, aunque mañana se supiese que practican el canibalismo. Los sostienen, desde luego, la prensa apesebrada del Régimen, que de inmediato proclamó que «la Guardia Civil no encuentra ningún mensaje incriminatorio» en el teléfono del Fiscal General. Pero mucho más desmoralizador resulta que los sostenga una muchedumbre juramentada que regurgita las consignas archisabidas cocinadas en Moncloa, despotricando como loritos contra los «jueces franquistas» y los «bulos de la fachosfera». Indudablemente, entre esta multitud hay gentes manipulables con cerebro de ameba (que, sin embargo, votan); pero también hay gentes plenamente conscientes de las añagazas de su Caudillo, que sin embargo absuelven porque desean seguir chupando del bote (en estos momentos hay en España más gente viviendo de subvenciones varias que trabajando), o por pura depravación y malignidad; porque contemplan con deleite la degradación de las instituciones que impulsa el doctor Sánchez, fundamental para el triunfo los satanes más bajos. Por supuesto, esta defensa de las fullerías del fiscal general encubre maniobras de muchísimo mayor calado. El doctor Sánchez, cercado por la corrupción, sabe que, para librarse de la cárcel , necesita colonizar y desnaturalizar todas las instituciones públicas; y, entre todas ellas y antes que ninguna, la Fiscalía, que desea convertir en el cortafuegos de todas las pruebas incriminatorias que aparezcan contra él y en la garantía de su impunidad. No olvidemos que, mientras nos entretenemos con las fullerías del fiscal general, se está cocinado –con el aval efectivo de la camarilla del Consejo General del Poder Judicial, aunque lo disfracen con dengues hipócritas y pellizcos de monja– una reforma legal para que la Fiscalía se encargue de la instrucción de las causas penales. Así el doctor Sánchez convertirá la administración de justicia en la casa de tócame Roque que le interesa; y quienes se atrevan a acusarlo de los delitos flagrantes que haya cometido tendrán que pedirle perdón, si no desean ser enchironados. Van a por todas; y en el Régimen del 78 no hay 'katejon' que los detenga.
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