schumm.jade
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El valor que tienen las viñas, el vino o los lagares y bodegas va mucho más allá de la producción de los excelentes caldos que salen de los campos del sur de la provincia. Y es que hubo un momento en el que se quiso convertir en un atractivo turístico las tareas agrícolas y productivas que se vienen haciendo en la zona desde hace siglos. Así nació en el año 2001 la Ruta del Vino Montilla – Moriles que fue la primera ruta certificada de estas características en Andalucía.Durante más de dos décadas, la ruta ha creado sinergias entre instituciones públicas y socios privados promoviendo el enoturismo como uno de los principales reclamos turísticos de la provincia y atrayendo a enoturistas de todo el mundo. El gerente de la ruta, Rafael Cabello , asegura que «Montilla Moriles se bebe y se vive» y que esta iniciativa es más que un destino ofreciendo experiencias inolvidables en torno al vino. Cabello insiste en que una de las grandes apuestas de la asociación es trabajar el sentimiento de identidad porque «Montilla - Moriles es Córdoba y Córdoba es Montilla – Moriles»En la ruta se integran diecisiete municipios de Campiña Sur, Guadajoz y Subbética además de la capital cordobesa . Junto a ellos más de cincuenta socios privados entre los que se encuentran bodegas, lagares, tabernas, restaurantes, gastrobodegas, alojamientos, agencias de turismo y talleres artesanos. Sin duda una amplia variedad de enfoques que permite promover todo tipo de actividades en torno a los vinos de la denominación de origen.Noticia Relacionada Gurmé estandar No Rocío Márquez, enóloga: «A los hosteleros les cuesta mucho defender los vinos de Montilla-Moriles» Julia García Higueras Directora técnica de Bodegas Robles y propietaria de Finca Buytrón, analiza las virtudes del sector y los desafíos a los que se enfrentaDesde visitas a las bodegas para degustar sus vinos hasta maridajes gastronómicos en tabernas. Ferias del vino o catas dirigidas en lugares emblemáticos son otros de los atractivos . En este sentido el gerente de la ruta señala que «tenemos la capacidad de llegar a todos los tipos de turistas con experiencias que maridan vino con patrimonio, paisaje y cultura».Este conglomerado amplio de ingredientes es el que ha permitido durante todos estos años que la zona vinícola Montilla – Moriles se convierta en un atractivo para muchos turistas que no solo quieren playa y que buscan los remansos de paz aderezados por los olores inconfundibles de nuestros vinos.Así se puede ver de cerca el campo y las viñas. También conocer el tratamiento del vino en el lagar o su transformación en la bodega . Sin dejar de lado los oficios artesanales que giran alrededor del mundo del vino. Todo está al alcance de la mano con las experiencias que se ofrecen desde la ruta y que permiten al visitante vivir el vino desde dentro.Visitantes en una bodega del marco Montilla-Moriles en la zona de barricas j.p.Abrir el vino a nuevos sectores de público se consigue gracias a la organización de catas y ferias del vino . Algunas muy asentadas y concurridas como la feria del vino de tinaja de Montalbán, la cata de Moriles, la feria del vino de Montilla o Ponte Fino en Aguilar.Un amplio programa de actividades llena sobre todo la temporada de primavera y otoño en la ruta. Así en las dos primeras semanas de noviembre, con motivo del día mundial del enoturismo , se han celebrado más de treinta citas en distintos municipios. Por señalar solo algunas las catas de vinos en bicicleta por las tabernas de Córdoba, degustaciones a medida en bodegas, visitas guiadas a las cisternas romanas de Monturque o los baños de sonido, vibraciones y vino en el castillo de Montilla.La música tampoco falta como aliciente con el festival Montijazz o el Enamoriles Festival . El objetivo no es otro que las personas que visiten Córdoba redondeen su experiencia a través del enoturismo.Blancos lagares centenariosUn paseo por cualquiera de los rincones de esta ruta hace descubrir que la inmensa mayoría de sus habitantes siempre han estado ligados a la producción del vino que ha marcado su vida y su tiempo. Por eso a cada paso salen al encuentro los blancos lagares centenarios donde se obtiene el mosto que fermenta en depósitos o tinajas. Un mosto que cuando se convierte en vino nuevo pasa a las bodegas que son auténticas catedrales.Y lo mejor de la ruta es que todos estos lugares pueden visitarse y pueden entenderse con las explicaciones que aporta su propio personal que actúa como guía de excepción. Por eso el turista se siente inmerso en un mundo que ya no le resulta ajeno. También se puede estar en primera fila descubriendo oficios tan antiguos y artesanales como la tonelería, el torneado de madera para las bodegas o el arte de la hojalatería que produce jarras o venencias. La cerámica rambleña es otro de los atractivos que encuentra en el itinerario una parada obligatoria.La Ruta se está posicionando como un referente del enoturismo activo y sostenible a través de proyectos que destacan la belleza paisajística del territorio facilitando a los enoturistas la realización de rutas por distintos senderos entre viñedos. Propuestas que abarcan desde la ruta de las fuentes entre Fernán Núñez y Montemayor hasta la observación de aves en las L agunas de Zóñar en Aguilar o Tíscar en Puente Genil. Sin perder nunca de vista la relación del medio con el vino.CicloenoturismoAdemás se está desarrollando un programa de cicloenoturismo financiado por la Unión Europea. Se trata de una apuesta que busca fortalecer el turismo enológico y cicloturístico en el que se va de la mano con la Real Federación Española de Ciclismo. El éxito de alguna de las actividades es de tal envergadura que reciben importantes galardones. Es el caso del reciente premio a la mejor acción de promoción en los premios de enoturismo de España para la actividad «Road trip para almas foodies» que invita a descubrir los encantos de localidades como Aguilar, Monturque, Moriles o Puente Genil.El presidente de la ruta, Rafael Llamas , tiene claro que hay que mantener este activismo y promoción para defender la cultura del vino porque «forma parte de la identidad cordobesa». Por si todos estos atractivos fueran pocos. Hay que sumar la red Vinarea que conforman que está integrada, entre otros, por un centro interpretativo del paisaje en Aguilar, un centro de información en Córdoba, museos en Fernán Núñez, Montemayor y La Rambla, el centro enogastrómico en Lucena, Envidarte en Montilla o el lagar de vida en Moriles. Sin duda una ruta donde el vino manda.
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