yundt.willie
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En Paiporta sienten algunos vecinos que "la cosa no avanza" un mes después de la trágica DANA que solo en la provincia de Valencia ha dejado 222 muertos. "Seguimos igual: todo lleno de barro, garajes inundados con coches dentro, poca salubridad... No vemos avances", relata a 20minutos Sonia, que este viernes lleva a su hija a un colegio de la localidad de Picassent porque "no hay expectativa de que abran pronto" los de Paiporta.
En Picassent, dicen los vecinos, este viernes es el último día que aceptan la acogida de los niños del municipio. "Voy a ver si la aceptan en otro pueblo. La llevaré andando porque no tenemos coche y no nos ponen autobuses", continúa Sonia. La vecina de Paiporta vive "justo al lado del barranco" del Poyo y del día 29 de octubre recuerda que, "en segundos, llegó un tsunami".
"La gente estaba en la calle, en el bar, en el supermercado... Recuerdo el ruido del agua, los gritos de la gente pidiendo ayuda, la impotencia de no poder ayudar... y que a las dos horas sonó una alarma para avisarnos cuando ya se había ahogado la gente", cuenta visiblemente enfadada.
Como Sonia, Andrea y Jesús también madrugan este viernes para llevar a sus respectivos hijos al colegio. Jesús, que utiliza el autobús para hacerlo, dice que un mes después de la tragedia están "mejor". Su casa quedó inundada, pero ya pueden vivir en ella. La vida es ahora "más o menos normal, pero está todo militarizado, las calles están como están...".
El 29 de octubre, cuenta, la riada le cogió a su familia y a él en casa. "Empezamos achicar pensando que sería poco hasta que vimos que el agua empezó a entrar dentro y subimos a la planta de arriba. Oímos que el agua reventó la puerta de la calle. Ascendió dos metros en el salón", relata.
Andrea, trabajadora de una gasolinera y actualmente en ERTE, afirma a este periódico que "el otro día" le mandaron fotos del colegio en el que estudia su hija y "se ve que no está en condiciones: llenos de barro, con humedades...". Lo peor de la DANA le pilló en casa. "Fui espectadora desde la ventana, pero fue terrible... Escuchar a la gente gritar, pidiendo auxilio... Fue terrible", dice apesadumbrada.
Matilde acaba de hacer la cola de la ONG del chef José Andrés, World Central Kitchen, que desde la tragedia rota entre los pueblos más afectados para ofrecer comida a sus habitantes. "Me han dado chocolate y churros para cinco personas que somos. Están muy buenos", dice. Un mes después, cuenta, siguen esperando a que "se arreglen las calles y se abran los establecimientos". Aún hoy, cuando rememora aquel día, le es imposible contener las lágrimas. "No puedo hablar, es que no puedo hablar...".
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