Un Margarita, por favor

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Madrid sabe a tequila y se bebe de punta a punta en diez mil locales que nos hacen sentirnos más hispanos que romanos. Desde el Alamillo a Españoleto, se cuentan milagros que se toman sorbo a sorbo, -remadre-, y un susurro se hace runrún, mientras termina siendo un canto a la libertad -que me partan la camisa-. Los hay con granizado, mucho más peligrosos porque entran solos, como sí tuvieran en nuestra garganta una pulsera de 'todo incluido' que arrasa con la mesa del bufé. Como le pasa a los desayunos de los hoteles. Subo calle Atocha arriba, pasando por hoteles que han decidido poner los comedores a vista de curritos y andantes. Hay quienes hacen de su plato un cuadro modernista con pinta de bodegón obsceno: bacon, huevos, fruta, salchicha, tomate, alubias, tostadas, cake; y cabreado porque le han dicho que no se sirve marisco en el desayuno incluido. Pues eso me pasa con los Margaritas. Se hacen humedeciendo el borde de un vaso con una rodaja de lima y posándolo en un plato de sal para obtener ese toque perfecto. Después, en una coctelera, mezclen el Tequila Blanco, el Triple Sec y el zumo de lima con hielo. Cuelen la mezcla con un doble colado en el vaso preparado con sal y hielo, y listo. Es tal la devoción que los gatos sienten por esta bebida, que muchos restaurantes de moda lo preparan entre su bullicio de etiqueta y las aspiraciones de bragueta (no era buscado este ripio). Así, en los 33 o Trafalgar, como en otros tantos locales que están a reventar, se preparan los Margaritas mientras la brasa y la música suben el precio de la cuenta. Aunque no son baratos los Margaritas. Ni para el bolsillo ni para la cabeza. Luego la discusión del masculino o femenino. Unos dicen «los Margaritas», otros, «las Margaritas». Aunque yo no dejo de imaginarme ese ramo de flores blancas y amarillas que me deprimen desde niño. Por eso siempre digo «un Margarita».Noticia Relacionada Tendencia estandar Si Comer con cócteles y viceversa: bares en los que disfrutar de la moda de la gastrococtelería Adrián DelgadoY porque es un cóctel, una bebida preparada con mimo y precisión, un trago de la tierra que sabe a sal y a rayo; ácido, cítrico; un tanto lujurioso, incluso. Me gusta que Madrid tenga ese sorbo en sus barras . No vean cómo se lo hacen en el Del Diego, en la calle de la Reina. Si es que no se puede ser más hispano en esa frase. «Un Margarita en Del Diego en la calle de la Reina». Ahí tienen a México y España, el Atlántico, la Corona y la tajada asegurada. No me digan que no era inevitable siendo lo que fuimos. Al lado, en el Cock de mi amiga Teresa Nieto, te hacen el Margarita como si todos los barman conocieran el secreto de la Tierra Prometida. No debe estar lejos de allí. Pero no se crean que esto de los Margaritas es cosa de lugares de noche. El de Richelieu sabe tan bueno como el de la Casa de Méjico. Y sí, sigo diciendo «Méjico» y no «México», como también pido «un Margarita» y no «una Margarita».madrid_dia_0703Esa es otra de las cosas que se van perdiendo, como el jotabé con cocacola. El cubata se ha marchado y ha dejado sitio a los Margaritas. Del mismo modo que la equis va comiéndole el terreno a esa jota que va dejando de sonar. Como en la canción de Richard Cocciante. Vaya Margarita esa. Todas las estrofas parecen escritas con jota de lo que rasca con su voz rota pero insaciable. No hace falta escuchar narcocorridos para disfrutar de un buen Margarita. Al final éramos Imperio también hacia el Mediterráneo y algo nos queda. De lo que sí que estoy seguro es que un Margarita es lo que se bebe hoy en esta Tierra que vive «una movida» de cócteles y tardeo. Una ciudad que ya tiene mañanas de niebla y resaca punzante. Ese Madrid que de noche se va a los años veinte y que paga en las cuentas más por la bebida que por la manduca. Pero qué bien lo pasamos. O «la pasamos», que para eso de gozar las reglas siempre fueron más flexibles. Madrid sabe a tequila porque se bebe en Margaritas. Y aquí, como decía Paco Umbral, con Madrid como excusa para seguir escribiendo.

 

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