ahmed.dare
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Javier Cascón, un joven de 26 años con una forma de vida poco habitual, se ha convertido en un ejemplo de solidaridad. Este lunes, ha visitado Y ahora Sonsoles, para presentar su libro Amen sin tilde y hablar sobre su peculiar forma de entender el mundo. Aunque actualmente reside con su mujer en la casa de unos amigos, ha decidido ofrecer sus dos viviendas a acoger a personas sin hogar. "Nuestro objetivo sería vivir juntos con personas en riesgo de exclusión en nuestra propia casa", ha afirmado con convicción.
Cada una de sus propiedades alberga actualmente a dos personas en situación de vulnerabilidad. Este altruismo no es reciente, ya que desde los 13 años ha estado vinculado a distintas fundaciones y ha centrado su vida en brindar apoyo a quienes lo necesitan. "¿Cómo es posible que estas personas estén viviendo en la calle en un país como España, supuestamente desarrollado y en el primer mundo?", ha reflexionado durante su intervención.
Cascón también ha explicado cómo ha financiado su proyecto solidario, combinando un esfuerzo personal titánico con los ingresos generados por su libro. "He llegado a compaginar cuatro trabajos al mismo tiempo, luego tres, luego dos…", ha relatado.
Su modelo de ayuda se basa en ofrecer un lugar seguro donde las personas puedan recuperarse y encontrar estabilidad, siempre con el objetivo de que logren reinsertarse en la sociedad. Sin embargo, ha reconocido que no siempre es sencillo, recordando un caso concreto en el que una madre y su hija, a quienes había acogido, se negaron a abandonar la vivienda.
Cabe destacar que este camino de Javier hacia la entrega a los demás está profundamente influenciado por su fe religiosa. "No dejaría que mis hermanos durmiesen en la calle", ha expresado. Este pensamiento se traduce también en su cotidianidad, donde evita los excesos y promueve un modelo de existencia austero. "No compro ropa desde hace cinco años y medio", ha asegurado.
Finalmente, Cascón ha comentado cómo su boda fue un reflejo de estos valores. En lugar de seguir las costosas tradiciones que imperan en España, optaron por celebrar de manera sencilla, rechazando la idea de gastar los 35.000 euros que, según ha declarado, suelen invertirse de media en este tipo de eventos. "El dinero no lo quiero para nada", ha sentenciado.
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