La noche en la que una tromba de agua anegó casi 80 municipios valencianos, la potente luz de la gasolinera de Antonio Benítez, de 79 años, se convirtió en el único faro entre el lodazal. A esa luz de generador llegó esa misma madrugada la Guardia Civil buscando un lugar seguro y cercano en el que organizarse. Después, los bomberos; luego, Protección Civil… Hasta que hoy la gasolinera Texako de Paiporta, una estación de servicio con los carteles descoloridos que hace descuentos a camioneros, se ha convertido en el mayor centro de coordinación de emergencias que se recuerda. Desde aquí se ordena la jornada de miles de hombres y mujeres dedicados a las labores de logística, seguridad, sanidad y rescate para hacer frente a la mayor tragedia natural de la historia reciente de España. “Este era el único sitio donde se podía ver la cara a la gente”, afirma el empresario, que merodea algo sobrepasado entre el enorme despliegue. La gasolinera de Benítez, rodeada por un lodazal, es ahora un puesto de mando avanzado, los ojos y los brazos del Cecopi, el centro de coordinación de emergencias de la Generalitat valenciana.
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