Un domingo cualquiera

sbailey

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Me gustaría comenzar por retractarme de una afirmación dicha la semana pasada en este Bajo Cielo . Me referí al pastelero de moda como «tontaina» y no debí dedicarle dicho adjetivo. Me disculpo. Eso no quiere decir que no me siga pareciendo espantoso jugar con el tiempo de las personas como reclamo en forma de cola. Pero lo dicho. Llamarle tontaina fue un error que lamento. Porque hoy no es un domingo cualquiera. Es uno que parece sábado o jueves. No tiene ni la calma ni la pereza, ni tampoco la pena con la que llegamos al ocaso de otro domingo cualquiera. En la calle, la prisa sigue siendo la tónica. Si están leyendo esto en el centro de Madrid verán lo abarrotadas que están sus calles en la última hora de los menos previsores. Como lo están también las aceras si leen esto en el barrio de Salamanca , Bravo Murillo, Alonso Martínez, Fuencarral, o cerca de cualquier centro comercial.Hoy se paga doble al que soporta la ansiedad del último día, como si eso de comprar fuese ahora o nunca porque mañana será tarde. Pero allí están ellos, agotados de estirar una paciencia que no se paga al peso porque entonces cerrarían todos los comercios en este domingo que no es cualquiera. Por eso me acuerdo de todos los dependientes y empresarios del pequeño y gran comercio que hoy siguen en la trinchera de la ilusión del resto. Mañana será otro día que vendrá sin locura manifiesta. Y será vuestro. Como lo será para tantos niños que aún piensan que la vida no duele.Noticia Relacionada estandar Si La absurda plaga de lo minimalista Alfonso J. Ussía Si quieren comprar pienso para perros, pantalones vaqueros o tomarse un buen café, háganlo en un sitio que no pretenda ser otra cosa de lo que esUna de las cosas que ha dejado ese rollo de renegar de lo que somos, es que se sale de marcha un domingo como hoy, como también se sale en Nochebuena o en el aperitivo de Nochevieja. Antes, si uno salía un domingo cualquiera y se cruzaba con alguna persona, era un encuentro que merecía la pena. Sólo los bandidos salían de marcha un domingo. Sin embargo, hoy lo harán tantos que casi ninguno merecerá la pena porque cualquiera sale un domingo que no es cualquiera. Perdí la Navidad cuando mis abuelos también se borraron del paisaje. Después la recuperé con los nietos de mis padres. Y en estos años, la Noche de Reyes ha vuelto a ser tan mágica como lo fue entonces, porque para eso hacemos como si nada hubiese cambiado. Por mucho que lo haya hecho. Y lo mucho que cambiará. Pero hoy Madrid se envuelve en papel de regalo porque hoy es el domingo más importante del año. Lo es para muchos a pesar de ser el primero y es muy probable que sea el último así de distinto. Por eso es bueno salir y pasearte, reivindicarse como alguien que puede mejorar la vida de alguien, que seguro que alguno hay cerca suyo por muy lejos que esté de los demás. Hace unos días vi el documental sobre el artista sueco Avicii, Tim Berling, que se suicidó con 28 años de edad en una habitación de hotel en Omán. Era un prodigio de las melodías y tuvo todo por lo que muchos hubieran dado su vida. Eso que precisamente lo mató. El día antes de morir escribió en su diario que «el desprendimiento del alma es el último paso antes del reinicio» . En el malditismo de su desaparición, casi como recurso literario de personaje novelesco, épico y trágico, la joven estrella de la música electrónica derrochaba una claridad casi incomprensible. Y pienso en todas las almas que hoy se asoman al precipicio de la soledad este domingo que no es cualquiera. Y en lo fácil que es no dejar que se reinicien. Solo depende de nosotros. Porque quizá no sean ni religiosos ni abuelos, ni tengan hijos que les apuren esta noche, ni sean precisamente los herederos de la generosidad, pero seguro que sí se acuerdan de una persona, de al menos una, a la que puedan hacerle pasar esta Noche de Reyes inolvidable.Será al alba, cuando las dos luces pinten el cielo que hasta entonces era negro. Y aún tienen tiempo de remediarlo si no han hecho nada por ese alguien que depende de usted para que hoy no sea su último paso. Porque es muy probable que el mejor regalo de esta noche sea acordarse de alguien a quien regalarle un trozo de ustedes mismos. Cierren el periódico y aprovechen la oportunidad. No es un domingo cualquiera. O quizá, sí.

 

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