Turismofilia

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27 Sep 2024
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El día en que los colegios cerraron en Sevilla por la amenaza de la DANA, subí a redes una foto que hice junto a la Puerta del León del Alcázar cuando iba de camino a la oficina. En ella se veía una estampa insólita, sin vecinos ni turistas, que me recordó la pandemia. Mi intención al compartirla fue sólo la de mostrar mi asombro tanto por la falta de público como por la belleza de mi ciudad. Pero a la imagen se le engancharon decenas de comentarios muy encendidos. La mayoría, cargando de forma durísima contra el turismo y lamentando lo mucho que supuestamente hemos perdido por culpa de las hordas de visitantes que colapsan el casco histórico.No me gustan los extremos, pero, puestos a polarizarnos, si me obligan a elegir, me siento mucho más cercano de la turismofilia que de la turismofobia. Hace algunas semanas, en una entrevista publicada en este periódico, el propietario de Casa Román decía una de esas verdades palmarias sobre el turismo en nuestra ciudad que pocas veces he escuchado con tanta claridad. Era la siguiente: sin los discutidos apartamentos turísticos que han colonizado Santa Cruz y otras zonas del centro como el Arenal, todos esos edificios cuyas fachadas lucen hoy espléndidas presentarían un estado deplorable y estarían sin uso. El turismo los ha salvado. Sí, es cierto, también hay pequeños propietarios que se han ido del centro. Pero no porque nadie les haya echado sino porque ellos lo han decidido libremente para explotar turísticamente sus viviendas. Simplemente les ha interesado.Del turismo se podrá decir lo que se quiera, que es ruidoso y causa incomodidades, que le ha restado personalidad a la ciudad, que hace difícil pasear por algunas calles… Pero, desde luego, una de las acusaciones más absurdas que se le puede hacer es atribuirle el problema del acceso a la vivienda. A tenor de algunas manifestaciones recientes que se han celebrado en Sevilla, parecería que la culpa de que los jóvenes no puedan comprar o alquilar un piso es de los turistas. Debe de ser que el muy democrático derecho a una vivienda es el derecho a vivir en el centro, que es donde se concentran los apartamentos turísticos. Desde luego se pueden decir muchas tonterías, pero, como esta de grande, hay pocas.Al turismo no sólo hay que reconocerle que ha restaurado edificios que estaban en ruina. También ha dado vida y seguridad a las calles del casco histórico, y, aunque ha cerrado algunos negocios, ha abierto muchos más, generando nuevas posibilidades de emprendimiento y empleo. Es, de hecho, la primera industria de la ciudad y, si no hay otras más fuertes, no es por culpa suya. En definitiva, y por ir acabando, que prefiero el centro lleno de turistas de ahora al fantasmagórico que conocí de pequeño, donde uno no podía caminar por Abades o Mármoles sin echarse a temblar a partir de cierta hora de la tarde. Qué didáctica sería una exposición sobre el aspecto decadente que presentaban esas calles de la Judería hace no tantos años y cómo están ahora.

 

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