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Honoré de Balzac se adelantó 80 años al nacimiento del llamado ‘hard boiled’, el género que surgió en la década de 1920 en Estados Unidos en torno a la revista ‘Black Mask’, en la que autores como Dashiell Hammett y Stanley Gardner publicaron relatos cortos que gozaron de enorme aceptación popular. Eran historias en la que aparecían detectives en lucha contra la corrupción y el crimen. Estas narraciones y las posteriores novelas de Hammett sirvieron para crear el canon con el que otros escritores posteriores como Raymond Chandler elevaron la novela negra a la categoría de arte. Pero, mucho antes que ellos, Balzac publicó en 1843 una obra que contiene todos los ingredientes del género, de una rabiosa modernidad, que podría haber sido escrita hoy. Su título es ‘Un asunto tenebroso’, una obra maestra con un sentido trepidante del ritmo, que mantiene en vilo al lector hasta la última página. Antes que Poe, antes que Conan Doyle, antes que Gaboriau, antes que Wilkie Collins y antes que Gaston Leroux, Balzac inició un camino por el que transitarían las generaciones futuras. ‘Un asunto tenebroso’ es un prodigioso enredo en el que aparecen el ambicioso Napoleón, el príncipe de Talleyrand, el enigmático Fouché, el realista Condé y otros personajes del Imperio que luchan por el poder en medio de una nebulosa conspiración. Los protagonistas de la trama, el labriego Michu y la condesa Cinq-Cygne, son víctimas de unos acontecimientos históricos que acaban por destruir sus vidas. Ambos persiguen la vuelta a este viejo orden que la Revolución ha derruido y sienten nostalgia de esa dulzura de vivir que jamás volverá porque Napoleón ha creado una nueva aristocracia que sirve a sus ansias de grandeza. Hay en esta novela una reflexión sobre el poder y los métodos policiales, pero también una maravillosa historia de amor entre la condesa y sus dos primos gemelos, los Simeuse. Han sido despojados de su patrimonio por el Terror y combaten contra Napoleón en el Ejército organizado por Austria y Prusia.La novela describe el sistema judicial y los métodos policiales que ilustran sobre la época más que cualquier manual de historiaKarl Marx elogiaba la obra de Balzac como «un espejo» de la Francia de la primera mitad del siglo XIX y se ha dicho también que sus descripciones «hacen la competencia al registro civil». Ambas apreciaciones son certeras. En este sentido, la novela contiene una descripción del sistema judicial y de los métodos policiales que ilustran sobre la época más que cualquier manual de historia. «Desde que las sociedades han inventado la justicia, nunca se ha dado a la inocencia acusada un poder igual al que dispone un magistrado contra el crimen. La justicia no es equitativa porque la defensa no tiene espías, ni policías, ni dispone en su favor del poder», pone Balzac en boca de uno de sus personajes. Este es el drama que se desgrana en ‘Un asunto tenebroso’, en el que la inocencia de los acusados queda aplastada por una razón de Estado, cuyos fines pesan mucho más que los medios, como reconoce el incombustible Talleyrand, que pasaría de servir al emperador a convertirse en pieza clave de la Restauración borbónica. Analista de la políticaHonoré de Balzac, el hijo desdeñado por la madre, el sempiterno enamorado de Madame Hanska, el romántico que se metía en ruinosos negocios, el soñador de una gloria literaria eterna, era también un perspicaz observador de su tiempo y un fino analista de la política.Sólo su fuerza desmesurada le permitió escribir 16 horas al día mientras bebía tazas de café por las noches. Hoy, instalado ya en el Parnaso de las letras, sigue siendo un misterio cómo este hombre fue capaz de construir una obra en la que podemos encontrar todos los secretos del corazón humano. Nadie ha captado como Auguste Rodin la fuerza sobrenatural de la que estaba dotado Balzac. Su estatua en el museo del escultor en París parece surgir de la tierra y apuntar al cielo. Paradójicamente esa estatua fue tachada despectivamente de «saco de carbón» por los académicos y no pudo ser exhibida hasta la muerte de Rodin. Resistiendo al frío, a la lluvia, al paso de las estaciones, junto a un frondoso árbol y mirando hacia el más allá, la talla de Balzac, cuya cabeza emerge de un bloque de bronce de tres metros de altura, bien podría ser también la encarnación de Michu, el héroe de ‘Un asunto tenebroso’.

 

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