Todo el mundo puede ser Alicia: CaixaForum Barcelona se transforma en país de las maravillas para celebrar la historia y la actualidad del personaje

Dario_Pfeffer

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CaixaForum Barcelona invita a meterse en la madriguera del conejo y a atravesar el espejo para ingresar en el gran mundo de fantasía de Alicia y de sus dos grandes aventuras que nos contó Lewis Carroll en Alicia en el País de las maravillas (1865) y su continuación, Alicia a través del espejo (1871). La exposición “multisensorial” Los mundos de Alicia, soñar el país de las maravillas, procedente del Victoria & Albert Museum de Londres, puede verse hasta el 16 de febrero en Barcelona y a partir del 3 de abril recalará en CaixaForum Madrid. El visitante discurre por cinco ámbitos temáticos con 312 objetos sumergido en una escenografía inmersiva que tiene un punto de colocón, y se convierte en la propia Alicia atravesando paisajes de asombro. El recorrido junta la magia y la sorpresa con un extraordinario despliegue de documentación sobre la creación de Carroll, las materializaciones que ha tenido en arte, teatro, cine y moda, y su actualidad hasta el día de hoy, cuando se cumplen casi 160 años de la publicación de Alicia en el País de las maravillas.

La muestra está llena de claves y sugerencias y destaca el componente de “heroína feminista” del personaje aventurero, rebelde, valiente y contestatario de Alicia (“¡Tengo derecho a pensar!”, exclama en un momento de sus peripecias) y su reencarnación en nuevas identidades reivindicativas en el siglo XXI. También se presta atención a la dimensión científica de los dos cuentos de Carroll, un matemático al cabo, y su relación con las modernas teorías del tiempo y el espacio, y de un universo que parece escapar a la lógica (¿la madriguera de conejo como un agujero negro?). Se recuerda que los físicos cuánticos trabajan en un experimento en el Gran Colisionador de Iones denominado A.L.I.C.E. (A Large Ion Collider Experiment).

En el recorrido se pueden encontrar desde ediciones originales y bocetos de las célebres ilustraciones de John Tenniel y los grabados de los hermanos Dalziel hasta el vestido de Alicia creado por Viktor & Rolf para la sesión de Annie Leibovitz para Vogue en 2003 reinterpretando el personaje y su mundo, pasando por obras de Dalí o Max Ernst (la poderosa relevancia de Alicia en el surrealismo), o la portada del álbum de Genesis Nursery Cryme (1971), con una niña victoriana jugando al croquet con cabezas cortadas. A no perderse en la misma onda de psicodelia el vídeo de Jefferson Airplane interpretando White Rabbit, en la que una elocuente estrofa dice “Las pastillas que te da tu madre no hacen nada en absoluto, pregúntale a Alicia por las suyas”. Muy interesante es el ámbito de la gran influencia en Alicia del mundo victoriano (viajes, naturaleza, reina, ofelias) en que nació, la relación de Lewis Carroll con los prerrafaelitas (era amigo de los Rossetti y los fotografío; el episodio de Alicia en el tren en Alicia a través del espejo parece inspirado en el cuadro de Millais Mi segundo sermón), y la transfiguración que hizo Hollywood de la protagonista hasta culminar en 1951 en la icónica Alicia rubia de vestido (inspirado en la colección de Dior de 1947) y ojos azules de Walt Disney. Esa imagen contrasta con las que pueden verse al final del recorrido de las provocadoras Alicias negras retratadas por Tim Walker con estilismo de Edward Enniful para el calendario Pirelli de 2018. También con la de la verdadera Alicia (morena), que aparece en la muestra retratada de joven por Julia Margaret Cameron y en 1932 durante un viaje a EE UU, en una foto en la que recuerda a Mary Poppins.

Un aspecto de la exposición sobre Alicia.

Figuran en la exposición imágenes de las primeras Alicias en el cine (la primera, de apenas 10 minutos, data de 1903, solo cuatro años después de la muerte de Lewis Carroll, en la de 1933 Cary Grant hace de la Tortuga Artificial), interesantísimos trabajos preparatorios de Mary Blair para la de Disney, en la que intervino ¡Aldous Huxley!, y la explosión de talento e imaginación que han supuesto las adaptaciones de Tim Burton, en las que, en la piel de Mia Wasikowska, se convierte en “guerrera del siglo XXI”. En el trayecto no dejan de ir apareciendo, desde sus primeras plasmaciones, personajes como el Conejo Blanco, el gato de Cheshire, el torpe Caballero blanco (la muestra lo relaciona con los prerrafaelitas y el grabado de Durero El caballero, la muerte y el diablo), Tararí y Tarará (en inglés Tweedledum y Tweedledee) o el frágil Zanco Panco (Humpty Dumpty). Se subrayan las producciones teatrales sobre Alicia y una impactante “pasarela” muestra diseños de vestidos para ella (verdadero “icono de estilo”), como los de Ágatha Ruiz de la Prada.

Diseños de vestuario sobre las aventuras de Alicia, en la exposición de CaixaForum.

Si algo se le puede reprochar a la exposición es sortear algunas espinas en la rosaleda de la Reina de Corazones. No hay referencias a la obsesión del diácono Charles Dogson (el verdadero nombre de Lewis Carroll) por las niñas y las sospechas de pedofilia: se le ha atribuido una foto desnuda de Lorina, la hermana mayor de Alicia Liddell (la Alicia real), y que estuvo también en aquella “tarde dorada” de julio de 1862 de paseo en barca de Dogson con las tres hermanas, de 13, 10 y 8 años (la pequeña era Edith), en que nació el cuento. Hay que recordar que la familia Liddell rompió en pleno bruscamente su relación con Dogson sin ninguna explicación y se acabaron las meriendas. Tampoco se aborda el que el escritor pudiera haber experimentado con alguna droga como el opio o el hachís, pese al amplio registro de sustancias modificadoras de conciencia en las aventuras de Alicia, como la bebida, los pastelillos y la seta que la hacen crecer o decrecer, por no hablar de lo que fuma la Oruga azul en su narguilé o lo que lleva el té del Sombrerero loco (“Era fuerte el té”). Preguntada al respecto por EL PAÍS, la comisaria de teatro y performance del Victoria & Albert Museum, Kate Bailey, que ha presentado la muestra junto a la directora de CaixaForum Barcelona Mireia Domingo, ha considerado: “¿Drogas Dogson? No creo, él no formaba parte de la bohemia de su época, donde las había, sino de la academia. Lo suyo es el poder de la imaginación. En todo caso, no hay ninguna evidencia. Aunque en los años sesenta se dio mucho relieve al parecido de las experiencias de Alicia con la psicodelia, como se ve en la muestra. En cuanto a la pedofilia, tampoco hay pruebas. Ni parece que se deba ver en las aventuras de Alicia, pese a que la exposición se refiere en el ámbito del surrealismo a su relación con el inconsciente, una clave sexual”.

Imagen de la Alicia de Tim Burton.

Mireia Domingo ha enfatizado el interés de Alicia como “un referente transgeneracional de fantasía”, ha destacado que la exposición es “un viaje que nos traslada a lugares imposibles y mundos mágicos” y la recordado la importancia del Victoria & Albert como referente mundial de las colecciones victorianas. Ha explicado asimismo que la producción de CaixaForum de la exposición suma 25 obras que no estaban en la muestra original y la realización de la ambientación inmersiva “que invita a sentirse Alicia un rato”, obra del escenógrafo y dramaturgo Ignasi Cristià, y que incluye un túnel-madriguera hecho de libros, mobiliario gigante, el mar de lágrimas de Alicia en formato digital, los soldados naipes de la Reina de Corazones o una alucinante plasmación de la merienda de locos del Sombrerero y la Liebre de Marzo.

La exposición busca paralelismos entre el mundo actual y la fantasía de Alicia e invita a reflexionar sobre si el universo de la protagonista es realmente tan extraño en comparación con el nuestro. Para Kate Bailey, la muestra es “un viaje por la madriguera del conejo” a un fenómeno cultural de más de un siglo y medio que la comisaria no ha dudado en comparar con Shakespeare o la Biblia, nada menos, por su influencia en el imaginario colectivo. “Lo más interesante de la exposición es ver el impacto duradero de estos dos libros en disciplinas y tiempos tan distintos”, ha recalcado.

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