Theresa Zabell: "los deportistas nacemos y morimos dos veces"

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Hay mujeres que han venido al mundo a romper techos y servir de inspiración para las nuevas generaciones. Theresa no tuvo fácil el camino de la competición: siendo una niña de 15 años, abrió camino para que las deportistas españolas de vela pudieran ir a los campeonatos internacionales, sin lavar coches o hacer de canguro, como tuvo que hacer ella para autofinanciarse la competición, ya que solo había presupuesto para los varones de su edad. Nada le impidió cumplir su sueño de ser olímpica y hacerlo con matrícula de honor: es la única mujer española con dos oros olímpicos.

Tras ejercer como política en Europa, Theresa continúa su acción en el mar, donde su nuevo sueño es ya un objetivo organizado: crear un modelo de reforestación de posidonia escalable en el mar Mediterráneo, nuestro Mare Nostrum.

¿Qué genera más estrés, estar en la cúspide o la ambición de llegar a ella?: Barcelona 1992, Atlanta 1996, eurodiputada…​


Normalmente, el camino es más ilusionante, porque tienes un objetivo por el que luchar: quiero ganar un oro olímpico, por ejemplo…; pero una vez que has llegado a lo más alto, es realmente difícil superar el listón, con lo cual es más estresante, porque mantenerte ahí es muy complicado, la dirección natural suele ser ir hacia abajo y eso no le gusta a nadie.

¿Desde lo más alto, cuál es el consejo que darías a quienes están luchando por llegar?​


Igual que los aros olímpicos, hay cinco pasos en la lucha para conseguir una meta: el primer paso es el sueño definido como algo que queremos que ocurra en el futuro, que tiene que convertirse en un objetivo; el segundo es el paso del sacrificio, asumir que no todo va a ser fácil, pero que cada vez que te caigas, te levantarás; el tercero es el equipo; el cuarto es la estrategia, el plan por el que vamos a avanzar para transitar desde donde estoy hasta donde quiero llegar; y el quinto, que muchas veces sorprende a las personas, es la suerte, la suerte que tenemos de haber nacido y de haber vivido en un país donde podemos soñar con alcanzar grandes metas. La suerte no es algo que de repente caiga del cielo: la suerte consiste en las ganas de levantarte después de caerte, y no desfallecer.

Un entrenamiento en el gimnasio podemos afrontarlo la mayoría, pero un entrenamiento en el mar no es apto para todas las personas y quizá un poco más difícil para las mujeres...​


El tema hombre-mujer ha cambiado mucho, gracias a Dios. Cuando yo empecé a navegar, no había campeonatos internacionales para nosotras; mejor dicho, los había, pero no había presupuesto para las regatistas. Además, no estábamos invitadas a participar en los Juegos Olímpicos: yo soñaba con ir a los Juegos desde los 11 años – edad a la que los descubrí- y era un sueño imposible. Sin embargo, no dejé de soñar y de hacer todo lo que estaba en mis manos, incluso a veces lo que ni siquiera estaba a mi alcance para poder acudir a las competiciones, para poner en valor que las mujeres también podíamos participar; o las chicas, porque era muy joven en esa época.

Rompiste un techo de género abriendo oportunidades en los campeonatos del mundo...​


Con 15 años, gané mi primer campeonato de España. A los tres primeros clasificados masculinos les llevaron al campeonato del mundo; pero a mí, por ser chica, no me dejaron por carecer de presupuesto. Y me tiré todo el año lavando coches, dando clases a niños y haciendo de canguro para recaudar dinero. Al año siguiente acudí con 16 años a mi primer campeonato del mundo en Holanda: era la primera vez que iba una chica española a competir en un campeonato del mundo de vela celebrado fuera de España. Eso sucedió igual durante los cuatro años siguientes, hasta que de repente apareció una línea de financiación. Ahí empezaron a cambiar las cosas: en 1992 logré mi primer oro y en 1996, el segundo. Ahora todo ha cambiado y las Olimpiadas son al 50% de participación en cuanto a género. Otro asunto son las competiciones tipo Copa América, donde las mujeres todavía estamos luchando por hacernos un hueco.

¿Es verdad que no hay mejor aula que el océano?​


Siempre digo que el deporte es una de las mejores escuelas para la vida: lo que aprendes haciendo deporte difícilmente vas a adquirirlo en otro ámbito y más en el mar, donde cada día es diferente. El aprendizaje deportivo es un máster de resiliencia.

¿Es más difícil navegar entre oleaje o entre políticos?​


Todo lo que aprendes en una etapa de tu vida, lo guardas en la mochila y lo llevas para el resto de tus facetas. Los deportistas, muchas veces decimos que nacemos y morimos dos veces... Cuando terminé mi vida deportiva, renací en mi segunda vida política, donde puse en valor todo lo que traía de la primera vida: cómo proponerte un objetivo, cómo luchar por ese objetivo, cómo formar un equipo en el que cada uno nos complementemos… Eso fue lo que hice en Bruselas, en el Parlamento Europeo. Creo que en política muchas veces no tenemos bien establecidos los objetivos que queremos conseguir. Cuando no sabes a dónde vas, puedes correr todo lo rápido que quieras, pero, si vas en la dirección equivocada, no sirve de nada. A veces hay que parar, reflexionar con uno mismo y preguntarse que parar, reflexionar con uno mismo y preguntarse: ¿dónde quiero estar dentro de 10 años?; ¿cómo quiero haber influido positivamente en la sociedad o en mi proyecto? Personalmente, una vez al año me siento conmigo misma y establezco mis objetivos anuales, analizando si estoy haciéndolo bien o si hay algo que cambiar.

¿Es más importante el objetivo individual o el común?​


El objetivo individual es el que a ti te acaba llenando como persona y empujándote a ser feliz, pero con ese objetivo individual es difícil que pueda llegar muy lejos. El proverbio africano lo dice: "si quieres ir rápido, ve solo; pero si quieres llegar lejos, ve acompañado". Entonces, debemos trabajar en proyectos donde formemos un equipo y donde todos tengamos un objetivo común, aunque dentro de ese objetivo cada cual tenga una aspiración personal que le llene.

¿Cómo descubres tu propósito para fundar Ecomar?​


No fue de repente… Lo fui descubriendo a lo largo de mi carrera deportiva: el mar siempre me fascinó, siempre quise estar allí. Un punto de inflexión ocurrió en un fin de semana en el que, después de unas lluvias fuertes, fui a entrenar y vi flotando muchísimas cosas. Al igual que está pasando ahora, todo era basura que había discurrido por los arroyos, donde antes se tiraba de todo.

Te has propuesto reforestar cuatro hectáreas de posidonia. ¿Cómo afrontas crear el bosque marino más grande en el Mediterráneo?​


Ha habido muchos esfuerzos de diferentes asociaciones que han creado sus bosques en España, Italia, Francia..., pero cuatro hectáreas es realmente una repoblación muy grande. La manera de ejecutarlo será una colaboración entre los científicos, la Federación Española de Deportes y Actividades Subacuáticas, la Cofradía de Pescadores y Ecomar. Esta replantación servirá de modelo para posteriormente aplicarlo a mayor escala y poder pasar a ocho, diez o más hectáreas.

Como experta en el mar Mediterráneo y tras vivir la peor DANA del siglo, ¿qué balance y qué consejo das a la sociedad?​


El balance es horrible: hemos perdido muchísimas vidas y realmente creo que no hay palabras para describir esto. El consejo que daría es que tenemos que prevenir: somos muchas las personas trabajando para educar y hay que escuchar a los científicos, que vienen alertando del cambio climático desde hace muchos años, ellos son los que saben. España es un país muy solidario cuando tenemos grandes desastres naturales o grandes catástrofes; pero luego llega el día a día, nos volvemos a meter en nuestra rutina y nos olvidamos de que eso puede volver a pasar. Vamos a ocuparnos de que nuestros mares no sigan calentándose: el Mediterráneo ha estado 3ºC por encima de su temperatura habitual, mientras que, a nivel global, este año todos los mares y océanos han estado 1,5ºC por encima de su media. Todos sabemos lo delicada que es la temperatura de nuestro cuerpo: si subimos a 38,5ºC, tenemos que quedarnos en la cama; pues esa es la manera que tiene la Naturaleza de responder y darnos avisos de cómo estamos viviendo.

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