Theodore Dreiser, el sueño que trocó en pesadilla

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A diferencia del puro suspense, el género negro tuvo en sus orígenes unas señas de identidad muy vinculadas a la denuncia de la corrupción y la explotación social. La obra de Dashiell Hammett , el padre del canon de la novela negra, está atravesada por ese afán de lucha contra la injusticia y la impunidad de los poderosos.Sin duda, Hammett había leído ‘Una tragedia americana’, la obra de Theodore Dreiser, publicada en 1925, cuatro años antes de la aparición de ‘Cosecha roja’, su primera novela. Dreiser ya había cumplido 54 años cuando publicó su libro, mientras que Hammett, 23 años más joven, acababa de dejar su trabajo de detective en la agencia Pinkerton y empezaba a escribir relatos cortos. La novela de Dreiser es la crónica del sueño fallido americano, una feroz denuncia de la desigualdad social, una diatriba contra el fariseísmo de nueva aristocracia de los negocios y una narración que adquiere los tintes del negro más puro. El protagonista, Clyde Griffiths, es un joven que se avergüenza de su pobreza e intenta por todos los medios ascender en la escala social. Cuando lo logra, se da cuenta de que su novia es un obstáculo y planea su asesinato al enterarse de que está embarazada. Finalmente la arroja desde una barca cuando pasea en un lago. Acaba sentado en el banquillo y condenado a muerte.Es la crónica periodística de un crimen, como haría años después Truman Capote en ‘A sangre fría’Dreiser presenta a Griffiths como la víctima de una sociedad opulenta que le empuja a fingir lo que no es y a cometer un asesinato por su afán de ganarse una respetabilidad. El joven Clyde, un muñeco manejado por hilos que no puede controlar, está obsesionado con casarse con Sondra, la hija de un millonario, para ser aceptado por la aristocracia lugareña. Cuando está cerca de materializar sus ambiciones, las sospechas del fiscal le conducen a la silla eléctrica.La obra figura en el ‘ranking’ de las veinte mejores novelas estadounidenses del siglo XX. Dreiser era ya un autor consagrado cuando la publicó, por lo que el libro fue llevado al cine y al teatro tras cosechar buenas críticas. La novela es la crónica periodística de un crimen, como haría años después Truman Capote en ‘A sangre fría’.El 11 de julio de 1906 apareció el cadáver de Grace Brown, una joven de 20 años, en un lago al norte de Nueva York. Su novio Chester Gillette fue acusado de arrojarla al agua y condenado a muerte en un proceso que atrajo el interés de todo el país. Dreiser guardó los recortes de los periódicos durante mucho tiempo y el suceso inspiró su libro. Noveno de diez hermanos, había nacido en el seno de una familia católica de Indiana extremadamente pobre. Se trasladó a Chicago a los 15 años, donde trabajó de pinche de cocina, recadero y peón. A los 21 años, consiguió entrar en el ‘Chicago Daily Globe’ periódico en el que inició una brillante carrera como periodista y escritor.Dreiser encarna mejor que nadie el naturalismo literario con media docena de trabajos en los que describe descarnadamente la cara oculta del sueño americano. La novela es un retrato demoledor de una sociedad ociosa y carente de valores, cuya única referencia es el dinero. No hay en la trama ni el glamour de las obras de Scott Fitzgerald ni la épica de las narraciones de Hemingway. Todo es sórdido y miserable.Dreiser se consideraba socialista y optó en 1945, medio año antes de su fallecimiento, por ingresar en el Partido Comunista de Estados Unidos. Había visitado la Unión Soviética, simpatizaba con Stalin y defendía los derechos civiles y la igualdad racial, lo que le había granjeado problemas en los medios para los que trabajaba.El autor de ‘Una tragedia americana’ ha sido comparado con Émile Zola tanto por su compromiso político como por su mirada descarnada sobre la realidad. Ambos tienen muchos puntos en común, pero Dreiser era además poeta, crítico teatral y periodista profesional. A Zola se le achacaba cierta inconsistencia en el desarrollo de sus relatos mientras que el autor de Indiana domina con maestría el lenguaje y la construcción de los desenlaces. Una verdadera joya, un clásico que hay que leer.

 

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