evert.russel
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Una abuela que cuida de sus nietos con plena dedicación vale un tesoro. Hay muchas abuelas que así lo hacen. Teresa Barrio Azcutia ha sido el más grande ejemplo que una podría imaginar, pues su dedicación a sus nietos comenzó el mismo momento en que los padres, Ascensión García Ortiz y Alberto Jiménez-Becerril fueron asesinados por la banda terrorista ETA una noche del 29 de enero de 1998 en la calle Don Remondo, de Sevilla. Ahora los tres autores del atentado van a ver reducidas sus penas y muy pronto estarán con sus familias y amigos celebrando sus salidas. Esta abuela, Teresa, escondió su inmenso dolor, su congoja y desolación para intentar que sus tres nietos, muy pequeños, pudieran resistir a la ausencia de sus padres queridos. Es muy difícil, imposible, saber qué pasaba por sus pequeñas cabezas, cómo sobrevivieron a la desaparición un día cualquiera de sus padres que ya no los llevaron al colegio.Ella también sobrevivió, con el esfuerzo cotidiano de ocultar el llanto al tiempo de solo pensar en la educación de los nietos y abrazar con fuerza a quién se acercaba para decirle unas palabras de dolor o de consuelo.Son 864 las víctimas del terrorismo de ETA en España, cuyas familias, padres, madres e hijos han quedado destrozados para todas sus vidas porque el recuerdo del acto terrorista es de tanta fuerza que no lo pueden apartar. Teresa ha mantenido con enorme dignidad su desolación y así poder cumplir las tareas que se había propuesto para que sus nietos Ascen, Alberto y Clara pudieran proseguir una vida como merecían. El pasado día 22 ella falleció rodeada por sus queridos hijos Francisco y María Teresa y también por esos nietos a los que se entregó plenamente. Yo me atrevo a decir lo que su hija me ha dicho: «Ella estará al lado de Alberto». Que así sea.
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