Teresa Ballesté, la historia de la camisera artesanal que ha bordado 81 títulos de película en una prenda para Tarantino

Danyka_Pacocha

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Aviso al lector: en esta historia no hay sangre, pero sí un delicioso Bloody Mary. Tampoco violencia, pero quizás aparezca alguna secuencia trepidante y algún que otro golpe de suerte. Tampoco faltará la chica lista y con un halo de misterio. En este caso es alta, tiene pelo de leona y tatuajes, lleva botas hasta la rodilla y una camisa blanca que acaba de coserse. No en vano esta barcelonesa de 32 años es la única mujer en España al frente de una camisería artesanal. Evidentemente, su arma letal no es un revólver diminuto como el que empuñaba Jackie Brown. Más bien unas tijeras de cortar tan afiladas como la catana de La Novia en Kill Bill. Ella es Teresa Ballesté, una musa en potencia de Quentin Tarantino, aunque él (aún) no lo sepa.

Empecemos por el final. Una chica de barrio —exactamente, de Sant Andreu— crece obsesionada con las películas de Tarantino hasta el punto de llamarlo “mi Dios pagano”. Un día cualquiera, Ballesté está de paseo con su suegra (alerta spoiler: ya no lo es) y esta le cuenta que en dos meses el cineasta norteamericano estará en Barcelona para presentar su libro Meditaciones de cine (2022) en el Teatre Coliseum. El corazón y el cerebro de Ballesté explotan. Sabe que aquí hay una oportunidad y no la va a dejar escapar. Primer paso: averiguar quién es el representante del director. Sí, Google también hace magia. Encuentra el contacto que busca, le manda un email explicando sus intenciones y, aunque parezca mentira, le dan luz verde. Solo le queda leer el libro de Tarantino y dejar que la inspiración fluya. Y bien que fluye.

Hay historias que merecen ser contadas en primera persona. Y esta “loca aventura” es una de ellas. La cita es en el taller-estudio de Teresa Ballesté, situado en el laberíntico edificio del mercado de Encants Nous de Barcelona. Aunque acaba de inaugurar una tienda online que lleva su nombre y apellido, el origen de todo está en este pequeño taller de camisas a medida. Rollos de tejido, cuellos, puños y botones por aquí. Patrones, tijeras, alfileres y camisas por allá. “Soy maestra camisera, no diseñadora, y esto significa que soy capaz de desarrollar todo el proceso de una camisa artesanal: desde la conceptualización hasta su confección y acabados”, explica quien ha estado en conversaciones con la RAE —sí, la Real Academia Española— a cuenta de la definición de la palabra camisero,ra. “Tienen que añadir que es un oficio, porque nuestra profesión es un oficio diferente al del sastre, son dos mundos diferentes con técnicas diferentes”, reivindica quien estuvo siete años formándose al lado de Manel Manobens, el reconocido maestro camisero de los clásicos almacenes Santa Eulàlia. “Tuve que insistir mucho para que me contrataran, pues es un trabajo que normalmente hacen los hombres. Pero, al final, lo conseguí”, recuerda. Entonces también le sonrió la fe milenial: buscó en Google cuál era la mejor sastrería masculina de Barcelona… et voilà!

Aunque acaba de inaugurar la tienda 'online' Teresa Ballesté, el origen de todo está en el pequeño taller de camisas a medida en el edificio del mercado de Encants Nous, en Barcelona.

Trabajar codo con codo con Manobens abrió todo un mundo a la chica que había empezado sus pinitos laborales en el sector audiovisual. En aquella época, se apuntó a un taller de costura para desestresarse. Hizo su primera camisa —más que nada porque no tenía ninguna en el armario— y ahí germinó su obsesión por una prenda cuyos múltiples usos a lo largo de la historia daría para un spin off de este artículo. “He llegado a tener un centenar de camisas. Y es que para mí es una prenda que lo tiene todo. Con mi marca quiero acercarla a generaciones más jóvenes, respetando la tradición, pero también actualizándola y acercándola a las tendencias. Por eso mi negocio es otro rollo y el trato con el cliente, mucho más cercano que en una sastrería clásica. También quiero que sean conscientes que se llevan una prenda especial con mucho trabajo detrás y que querrán conservar para siempre”, asegura Ballesté, que también está embarcada en otra batalla: el reconocimiento a nivel nacional del Certificado de Calidad C de Camisería Artesanal de la mano de la Asociación Española de Sastrería, de la cual es la directora. Y, segundo spoiler: este plan no terminará en un fracaso a lo Reservoir Dogs.

Detalle de la etiqueta de la camisa que Teresa Ballesté diseñó y elaboró para el director de cine Quentin Tarantino.

Pero volvamos al principio de esta historia. Con la lectura de Meditaciones de cine, enhebró la idea de la camisa de Tarantino: sería sobria y elegante, de lino negro italiano y con algún detalle cowboy como un canesú picado en seda roja. Pero lo que haría a esta prenda verdaderamente interesante solo se vería en un plano detalle: llevaría bordada los títulos de las 81 películas de la década de los setenta que marcaron la juventud del director, según él mismo. Películas de culto y películas de serie B entre las que se incluían Carrie, Apocalypse Now, Taxi Driver, Tiburón, Cuando el destino nos alcance, Le Mans, El Exorcista... En total, más de mil letras bordadas a mano en hilo de seda negro y en inglés. Obviamente, la camisa sería hecha a medida, para lo que el representante le envío las medidas de Tarantino por email. Aunque ella prefiera mil veces tomarlas en persona, también ofrece la posibilidad de hacerlo a distancia. Además, solo confecciona bajo pedido, incluso cuando alguien compra en su tienda online una camisa de prêt-à-porter “estándar, pero personalizable”, puntualiza. Ahora mismo podría ser una Sahariana, una Bolera, una Cowboy, una Tejana o La de Siempre. Así llama a sus modelos: “Son mis camisas esenciales y no tienen género, sino que son de quien las paga”.

La camisa que le hizo a Tarantino lleva bordado el título de las 81 películas de los años setenta que marcaron la juventud del director.

Tras dos meses de trabajo, la camisa de Tarantino, bautizada como La Fucking Q-shirt, está lista. Antes de salir con su amiga hacia el teatro, se toma un Bloody Mary con su comunidad virtual, haciendo gala de un dominio del storytelling digno de Pulp Fiction. Todo marcha según lo previsto: entrega el paquete al jefe de seguridad y este se lo hace llegar al representante quien a su vez lo manda directamente a la mansión de Los Ángeles. ¿Al cuarto de los regalos? Quién sabe… “Yo solo sé que Tarantino tiene en su casa una camisa mía, hecha a medida y bordada a mano. Y con eso ya me doy con un canto en los dientes. También sé que si algún día llega a verla, se le van a caer los huevos al suelo porque las pelis que bordé en su camisa son tan importantes para él como para mí lo es su cine”, señala Ballesté. De momento, silencio. Pero cualquier lector sagaz ya intuye que el final de esta historia aún no está escrito. To be continued.

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