Tan grande, tan pequeño

oosinski

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Este tipo de títulos son los más traicioneros. Si lo ganas, nadie se acordará ya de esto en mayo (ni casi en Navidad). Tampoco es necesario vallar la Cibeles. No se escuchan las bocinas de los coches por las calles. Ningún aficionado recibe a los jugadores en el aeropuerto. Si pierdes, en cambio, te puede estar persiguiendo el fantasma del pachucazo durante los próximos veinte años y el entrenador no se come el turrón. Ancelotti, aliviado tras la victoria y convertido en el entrenador blanco más laureado de la historia, tuvo que subrayar a pie de campo, con su escéptica ceja en alto, la importancia del título conseguido: «Es un éxito». Por si a más de uno se le hubiera olvidado.Lo que está claro es que, entre unos y otros, han conseguido extirpar toda la gracia y esencia a esta remozada Intercontinental tras tantos cambios de formato, de nombre, de trofeo y de sede. Ha pasado de tener un prestigio y un aura a verla ahora con la misma categoría que un título de pretemporada. Nunca un nombre tan grande (Intercontinental, que se te llena la boca) dijo tan poco. Es que ya no es ni bonita la copa en sí misma. Tremenda horterada de mamotreto. Te regalan una réplica y la tienes que bajar al sótano cuando recibes a las visitas a casa. Preferiría casi la pirámide de Ferrero Rocher con la que Isabel Preysler conquistaba a sus invitados. Y todo esto, claro, tiene un efecto en aficionados y jugadores: hay personas renovando el DNI con más emoción en las caras que la mostrada por algunos jugadores del Real Madrid ganando esta final en Qatar. Hasta la entrega del trofeo fue tan interminable como anticlimática. Los más ilusionados parecían los integrantes del equipo arbitral, posando junto a Infantino como si fuera Mickey Mouse. El ambiente en el estadio Lusail de Doha además no ayudaba demasiado a mejorar toda esta percepción. Uno ya no espera de una final en Qatar, visto el pasado Mundial, la atmósfera propia de la pista de baloncesto del Aris de Salónica en los años ochenta. Pero tampoco esa aséptica gelidez vivida por momentos. Hubo partidos a puerta cerrada durante la época del covid con más ruido de fondo. Uno hasta llega a extrañar las odiosas vuvuzelas en partidos así.Noticias relacionadas estandar Si Real Madrid 3 - Pachuca 0 El Madrid se pasea en Doha Rubén Cañizares | Enviado especial a Doha estandar Si FÚTBOL Ancelotti, el entrenador más laureado de la historia del Real Madrid Daniel CebreiroLo más llamativo de la final fueron las intervenciones a voz en grito del árbitro venezolano, explicando sus decisiones en jugadas polémicas con la autoridad y firmeza de un juez bajando el mazo. No sé si lo que necesita el fútbol ahora mismo sea dar a los colegiados un micrófono y total acceso a los altavoces de un estadio. Pero sin duda que si alguno estaba dormido en las gradas, esto le despertó y le puso en posición de firmes. Sí supuso una alegría para los aficionados poder ver a Modric levantando la copa y luciendo el brazalete de capitán. Pocos lo merecen tanto como el centrocampista croata, que llegó de puntillas y se convirtió en leyenda. Lo que queda claro es que hay trofeos y tradiciones que, si no se cuidan y respetan, pueden ser grandes y minúsculas al mismo tiempo. Como esta Intercontinental, con mucho nombre y poco fuste. Del mismo modo que hay ciertos jugadores que son pequeños y gigantes a la vez. Modric pertenece a esta clase.

 

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