Carles Puigdemont está en posesión de un arma que, en política, resulta ser muy poderosa. Esa arma no es otra que la capacidad de presionar . Esa presión que puede apretar con fuerza hasta romperte los huesos y las costillas. Esa presión que puede subir la tensión arterial hasta el límite surgiendo entonces problemas graves de salud. Esa presión que puede poner fin a la presente legislatura. Carles Puigdemont, ¿continuará presionando a Pedro Sánchez –la ejecución de la amnistía, la singularidad fiscal , el traspaso de la competencia integral en materia de migraciones y los Mossos en el aeropuerto de El Prat y lo que quiera añadir- o finalmente romperá el pacto con el PSOE que se traduciría en una moción de censura o una cuestión de confianza que acabaría probablemente en una convocatoria avanzada de elecciones generales? A Carles Puigdemont le interesa seguir con el pacto, porque quizá obtendría para Cataluña todo lo que se le ocurra pedir al tiempo que podría acelerarse –Tribunal Constitucional por en medio- la ejecución de la ley de amnistía que le llevaría a Girona sin peligro de ser detenido. Por otro lado, a Carles Puigdemont no le interesa seguir con el pacto, porque las concesiones del Gobierno las capitalizaría el PSC y porque nada ni nadie asegura la ejecución de la ley de amnistía durante la presente legislatura. Más: ¿quién garantiza que Pedro Sánchez, así como los miembros progresistas del Tribunal Constitucional, quieran amnistiarle? ¿Y si Junts aprueba los Presupuestos Generales del Estado y luego Pedro Sánchez –como es habitual en él- toma las de Villadiego y no cumple –marca de la casa- nada de lo prometido? Quizá por todo ello –el abandono del PSOE por parte de Junts en las votaciones del Congreso es un aviso-, Carles Puigdemont, en la entrevista concedida a TV3, habló del «colapso» de la presente legislatura. Un detalle que no puede obviarse: si definitivamente Carles Puigdemont acaba abandonando a Pedro Sánchez por incumplidor compulsivo; si eso es lo que acaba ocurriendo, quien saldrá más perjudicado será una ERC que se ha comprometido seriamente con el PSOE y aspira gobernar Barcelona y Cataluña con el PSC. De ahí, que el recientemente reelegido Oriol Junqueras haga hincapié en el cumplimiento de lo concertado con Pedro Sánchez. La pregunta: ¿cómo acabará el envite ? Una pregunta difícil de responder si tenemos en cuenta que el juego es entre dos tahúres.
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