Suspensos: Cómo afrontarlos en Navidad (lo que sí y lo que no debes hacer con tu hijo)

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Llegan las vacaciones escolares de Navidad... y con ellas, las notas. En más de una familia habrá algún que otro disgusto cuando hay suspensos, en unas semanas que están especialmente dirigidas a los hijos, y las casas y calles se llenan de luz, color y alegría. ¿Qué hacer como familia? Según José Bañales , jefe de Secundaria de CEM más que fijarnos en los resultados de las distintas materias, debemos entender que las calificaciones en su conjunto son un reflejo de la madurez de nuestros adolescentes, además del grado de adquisición de habilidades académicas que están demostrando. Asegura que, en contra de lo que mucha gente piensa, «el cerebro, cuando se trate de estudiantes adolescentes, se encuentra, por sus características neurológicas, en el mejor momento para aprender nueva información. Sin embargo, estas mismas particularidades hacen que habilidades como el autocontrol, la disciplina y la atención sean ineficientes. Es muy importante que las familias entiendan que es aquí donde debemos poner el foco, y no en el contexto concreto de una asignatura o un tipo de contenido. Pese a esto, nuestros adolescentes también tienen la capacidad para modificar su comportamiento, y de esto va fundamentalmente la escuela, de desarrollar habilidades como la proactividad, la resolución y la responsabilidad».Noticias relacionadas estandar Si Educar sin dejarse a nadie: «Aquí cabemos todos» Laura Peraita estandar No «En los colegios cambiaría la clase de lengua por la de comunicación» Laura PeraitaPor todo ello, recomienda convertir la lectura del boletín de notas «en un momento de reflexión conjunta, poniendo de manifiesto la responsabilidad de nuestros hijos, y mostrándoles que esperamos que saquen una conclusión. La finalidad de la evaluación no es otra que ofrecer una oportunidad para reflexionar sobre el propio rendimiento, identificar qué estamos haciendo bien y qué aspectos requieren redefinir la estrategia». ¿Cómo plantear la conversación? En la gran mayoría de los casos, cuando las cosas no van bien académicamente para un alumno, se debe a estrategias de estudio y técnicas de aprovechamiento de la sesión de clase ineficaces. Sin embargo, los adolescentes tienen dificultades para aplicar nuevas tácticas o enfoques, aunque sus tutores y profesores las trabajen con ellos, y a menudo se dejan llevar por las viejas inercias. Por esta razón, una excelente forma de dirigir la conversación con ellos tras unos malos resultados académicos es preguntarles directamente si creen que su situación de estudio desorganizada es efectiva. Aunque en ocasiones puedan resultar herméticos o poco accesibles, debemos trata de obtener de ellos una respuesta, ayudándoles así a guiar su propia reflexión y sus propias habilidades de independencia para la resolución de problemas. Estarán mucho más dispuestos a aplicar el resultado de sus propias conclusiones que llevar a la práctica instrucciones directas por nuestra parte.¿Cuáles son los errores más comunes que deben evitar los padres?No debemos dejarnos llevar por el temor a que nuestros adolescentes experimenten frustración ante la situación ocasionada por los suspensos. No olvidemos que estos resultados, en la gran mayoría de los casos, se deben a una falta de responsabilidad de algún tipo por parte de nuestros hijos: bien conoce las técnicas de estudio adecuadas, pero no las aplica, o bien no las conoce, pero tampoco se muestra proactivo hacia sus profesores ni muestra la actitud de apertura que le llevaría a adquirirla. Es imprescindible que este mensaje quede claro para ellos, ya que si perciben la posibilidad de sacudirse esta responsabilidad y depositarla en elementos externos (el profesor «me tiene manía», la asignatura «se me da mal», no tuve tiempo de preparar el examen, etc.) se aferrarán a ello, perdiendo la oportunidad de reflexionar sobre su propio desempeño y desarrollar sus propias destrezas para la resolución de problemas, así como su capacidad auto-instructiva (es decir, darse órdenes a sí mismos y actuar con mayor consciencia de los actos). Ambas, son auténticos retos para nuestros adolescentes. Es muy importante que demos importancia al momento de la publicación del boletín, sin dramatismo pero con seriedad, y expongamos las consecuencias de que no hayan cumplido con lo que se esperaba de ellos. Sí, las sanciones son necesarias, pero nunca suficientes, ya que deben ir acompañadas de una actitud de escucha activa que favorezca un ambiente de reflexión conjunta en el que podamos aplicar los consejos descritos anteriormente. Esta conversación debe, siempre, terminar con un compromiso claro y concreto de nuestros hijos, evitando en todo momento las imprecisiones y las ambigüedades. Es decir, nunca debemos conformarnos con el habitual «prometo que voy a estudiar más», ya que, recordemos, casi con total seguridad nuestro adolescente está utilizando estrategias erróneas e ineficaces. Verdaderamente, no sabe cómo estudiar, pero tampoco está tomando medidas para poder hacerlo mejor. Ante un panorama con este, ¿de qué manera podemos motivarles para que mejoren sus resultados de cara al resto del curso?La única forma de que alguien aprenda es que quiera hacerlo. Enseñar no es otra cosa que favorecer el aprendizaje. Hay muchas cosas que podemos hacer en el aula, fundamentalmente dirigidas a aplicar de la mejor manera las metodologías más efectivas a cada contexto y situación, pero hay algo que las familias pueden hacer y que genera un enorme impacto en la motivación de nuestros adolescentes hacia el éxito académico: dar relevancia e importancia a lo que ocurre en la escuela a través del interés genuino. Lo recomendable no es esperar a la publicación de notas. En su lugar, recomiendo encarecidamente a padres y madres que, cada día, encuentren un momento para hablar con sus hijos y les pregunten con tono distendido qué han aprendido en el colegio. No qué han hecho, sino qué han aprendido. Se trata de que ellos expliquen algo que les haya llamado la atención, o mencionen algún contenido que les haya resultado interesante (no que elaboren un listado de los temas abordados durante el día). Se trata de una conversación relajada y desenfadada que conllevará un triple beneficio. Por un lado, envía un mensaje muy claro al adolescente: lo que haces en el centro escolar es importante. ¡No os imagináis lo beneficioso que es esto! Por otro lado, ayuda a nuestros hijos a recurrir a su memoria episódica y evocar lo que hicieron durante la jornada. Aunque no lo parezca, este simple gesto contribuirá a consolidar el aprendizaje de base adquirido durante las sesiones de clase. Además, nos conecta con ellos y les permite hablarnos de su día y de sus inclinaciones, haciéndoles sentir interesantes. Esto funciona muy bien, sobre todo si empezamos a establecer este hábito durante los primeros años de la adolescencia. ¡Pero ojo! Si decidimos comenzar a aplicarlo repentinamente con nuestros hijos cuando se encuentran ya en plena adolescencia, es posible que las particularidades de la edad les hagan percibirlo como una intromisión y decidan responder con un simple «nada» o «no me acuerdo». No desistan, pero tampoco les presionen (nunca debemos preguntar en más de dos ocasiones). Sigan mostrando interés, les aseguro que sus hijos lo estarán percibiendo así, aunque no lo digan.Suspenso en Educación PrimariaEn el caso de que nuestro hijo sea alumno de Primaria y traiga a casa un suspenso, Laura García, Head of Juniors de CEM, apunta que en esta etapa educativa se pone un gran énfasis en el desarrollo integral del niño desde sus propias posibilidades. «La idea es que cada niño pueda avanzar a su propio ritmo , y los suspensos no son tan frecuentes como en otras etapas educativas. La enseñanza está más enfocada en construir hábitos y confianza en los estudiantes, diseñando planes de acción efectivos en vez de condenarlos. Un suspenso en esta etapa puede servir como una señal para identificar áreas que necesitan mejora y para reforzar la confianza del niño».En este sentido, Laura García recomienda que los padres revisen las notas en un ambiente tranquilo. «Es importante equilibrar el reconocimiento de los logros con el análisis de las asignaturas que necesitan más atención. Además, hay que hablar con él para entender cómo se siente y detectar posibles causas de los suspensos, como la falta de rutinas, problemas de concentración o inseguridades».Para ello, esta experta considera importante priorizar los aspectos positivos; es decir, destacar los avances y habilidades del niño. Por ejemplo: «Has mejorado mucho en matemáticas. Ahora vamos a buscar formas de trabajar más en lengua. También insiste en que hay que evitar dramatizar los suspensos , «mejor explicar que las notas son una herramienta para aprender, no un castigo, y que lo importante es diseñar un plan de acción para mejorar».En su opinión, también considera que hay que eludir: etiquetar al niño con frases como «Siempre suspendes», ya que pueden dañar la autoestima del niño y tampoco se le debe comparar con hermanos o compañeros, puesto que cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje y es importante respetarlo«.Entre las estrategias para motivar al menor, Laura García destaca las siguientes:-Marcar objetivos concretos y alcanzables: Como organizarse mejor con los deberes o dedicar unos minutos diarios a repasar.-Utilizar refuerzos positivos: Celebrar pequeños avances para mantener la motivación.-Diseñar un plan visual: Un calendario o tabla de tareas puede hacer que el progreso sea más tangible y motivador.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Perros y ponis que transforman la infancia noticia Si Cómo no sucumbir a la presión de tu hijo cuando todos sus amigos ya tienen móvil noticia No Una joven logra una beca y vive en un hotel de Madrid mientras hace un máster«El objetivo principal es apoyar el desarrollo integral del niño y construir su autoestima y confianza en sí mismos, mediante un plan de acción personalizado y efectivo», concluye García.

 

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