deborah.kuphal
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A los sevillanos nos piden que nos conformemos. A la cuarta ciudad de España le han birlado durante décadas infraestructuras vitales para su modernización porque un día nos dieron la Expo, la primera conexión del AVE con Madrid y los puentes y las carreteras que debían haber estado cincuenta años antes. Desde entonces todo han sido proyectos frustrados por la falta de ambición de una sociedad civil que sólo despierta con las cofradías y el fútbol y que se acaba reflejando en la política. De esa mediocridad no salimos, porque los debates de hoy son los mismos de siempre. Y todos tienen un denominador común en la introducción, el nudo y el desenlace. En campaña se promete que se va a acometer por fin, nada más llegar se encarga un proyecto y van pasando los meses donde el silencio se acaba imponiendo hasta que por fin se acaban tumbando las expectativas generadas: «No se puede hacer». Esto mismo que ocurrió con los túneles de la SE-40, el metro por del Centro o con la conexión entre Santa Justa y el aeropuerto ha vuelto a pasar con el soterramiento de la Ronda Urbana Norte, un proyecto con tanta historia como la propia carretera que rompe en dos la ciudad, donde mueren dos o tres personas cada año y que lleva décadas siendo el segundo punto negro del tráfico en Sevilla detrás del puente del Centenario. Casualmente, los dos son hijos de la cutrez, causa de la escasa ambición y consecuencia de la falta de inversión en Sevilla. El puente que hoy se está ampliando tres décadas después de su construcción -acumulando retrasos y sobrecostes- nació con una malformación provocada porque se quedaron sin dinero. La RUN es el resultado del proyecto a medias de la SE-30, que nunca se cerró y acabó convirtiendo esta travesía en una autovía urbana con la misma densidad y velocidad de tráfico que la circunvalación pero con semáforos, pasos de cebra y un exiguo paso soterrado. La solución de los expertos pasaba por enterrar la carretera y crear por arriba un bulevar verde, tal y como se haría en cualquier gran ciudad. Pero aquí el PSOE diseñó un Plan de Movilidad, que se pasó por el forro, y que pretendía que la Ronda Norte fuera una avenida con arbustos en la mediana al estilo de Kansas City. Y luego llegó el PP de José Luis Sanz, que en campaña nos vendió el soterramiento y su necesaria sincronización con la obra de la línea 3 del metro. Un año después de que se anunciase el estudio, hoy nos dice el alcalde que es irrealizable porque es muy caro: 400 millones de euros, y que demasiado ha dado ya la Junta a Sevilla. Y vuelve al punto inicial: la solución es desviar el tráfico por una SE-35 que sólo está en el papel y que a saber cuándo la terminan (otro proyecto que se enterró por la denuncia de unos ecologistas). Aquí nos preguntamos por qué no se pidieron fondos europeos, por qué prefirieron malgastar el dinero en un absurdo tranvía y un tranvibús. Y, sobre todo, por qué los sevillanos seguimos tragando con tantas promesas vacías.
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