kuhn.pinkie
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La columna que le propusieron escribir sobre los 12 pasos de Alcóholicos Anónimos trasladados a su experiencia acabó siendo más larga de lo previsto. Luego incorporó a esa historia un diario de su estancia en el programa de escritura creativa de la Universidad de Iowa y de sus lecturas sobre la relación entre literatura y alcohol. Y de aquello surgió la potente mezcla que conforma Borracha menor (Caballo de Troya). En apenas 160 páginas, sin azúcares dramáticos añadidos, el libro de Sofía Balbuena (Salto, Buenos Aires, 40 años) arranca con las palabras ominosas de su padre —”no te vayas a convertir en alcohólica”—, antes de su viaje a España, de instalarse en Barcelona y trabajar en Madrid en la librería Lata Peinada, y sigue el camino, en tema y forma, del ensayo contemporáneo, ese que parte de lo personal para abrir el foco y dejar clavado al lector.
¿Qué libro la convirtió en escritora?
Memorias de una joven formal, de Simone de Beauvoir.
¿A qué autor le habría gustado conocer?
Todavía creo que puede pasar que un día conozca a Chris Kraus y a Maggie Nelson. Soy más de las vivas y a ellas las adoro.
¿Qué aprende una narradora trabajando como librera?
Entendés lo que cuesta vender un libro. La cantidad de cosas que tienen que pasar para que alguien entre a una librería y elija el tuyo de entre todos los que hay a la venta. Eso te mantiene humilde. Hoy que ya no trabajo más como librera todavía me siento librera y disfruto mucho pensando el oficio a través de la escritura.
¿Qué lectura ayuda con la resaca?
La poesía ayuda. Sobre todo la relectura que te exige menos. Carver en inglés en el invierno en Iowa City con resaca fue una compañía enorme. Pero también creo que la poesía ayuda con todo, es como el yoga que siempre hace bien.
¿Y con la sobriedad?
Las alcohólicas y alcohólicos en general que escribieron sobre eso me ayudan con la sobriedad. Pasear por las zonas oscuras del alcoholismo de los demás me mantiene con la abstinencia a raya.
¿Cuál ha sido el último libro que le ha gustado?
Atomizado Berlín, de Julia Kornberg me encantó.
¿Qué libro no ha podido terminar?
MANIAC, de Benjamin Labatut.
¿Qué película ha visto más veces?
Capaz Pretty Woman, me encantan las películas boludas y prefiero siempre volver a ver una película que ver una nueva.
¿La última serie que vio del tirón?
Me cuesta mucho la televisión, me aburro, abandono todo pero Somebody Somewhere me parece buena.
Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería?
Estos días estoy muy Envidia de Nathy Peluso.
¿Una canción que suene en bucle en su cabeza?
Pelotuda de Dillom, para compensar.
¿En qué museo se quedaría a vivir?
No sé si me quedaría a vivir porque los museos me ponen nerviosa. Pero si voy a Buenos Aires voy al MALBA.
¿Qué suceso histórico admira más?
Me obsesiona la caída de Tenochtitlán. El momento en el que Moctezuma dijo sí sí que pasen no más los españoles y los dejó entrar.
¿Qué encargo no aceptaría jamás?
No estaría a gusto hablando de consumo problemático de sustancias desde una perspectiva edificante, onda “volví a nacer” o “salí del infierno”. Ese tipo de literatura con mensaje me da mucho cringe.
¿Qué está socialmente sobrevalorado?
Publicar un libro.
¿A quién le daría el próximo premio Cervantes?
A María Moreno.
De no ser escritora le habría gustado ser…
Cantante de tango. No pierdo la fe.
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¿Qué libro la convirtió en escritora?
Memorias de una joven formal, de Simone de Beauvoir.
¿A qué autor le habría gustado conocer?
Todavía creo que puede pasar que un día conozca a Chris Kraus y a Maggie Nelson. Soy más de las vivas y a ellas las adoro.
¿Qué aprende una narradora trabajando como librera?
Entendés lo que cuesta vender un libro. La cantidad de cosas que tienen que pasar para que alguien entre a una librería y elija el tuyo de entre todos los que hay a la venta. Eso te mantiene humilde. Hoy que ya no trabajo más como librera todavía me siento librera y disfruto mucho pensando el oficio a través de la escritura.
¿Qué lectura ayuda con la resaca?
La poesía ayuda. Sobre todo la relectura que te exige menos. Carver en inglés en el invierno en Iowa City con resaca fue una compañía enorme. Pero también creo que la poesía ayuda con todo, es como el yoga que siempre hace bien.
¿Y con la sobriedad?
Las alcohólicas y alcohólicos en general que escribieron sobre eso me ayudan con la sobriedad. Pasear por las zonas oscuras del alcoholismo de los demás me mantiene con la abstinencia a raya.
¿Cuál ha sido el último libro que le ha gustado?
Atomizado Berlín, de Julia Kornberg me encantó.
¿Qué libro no ha podido terminar?
MANIAC, de Benjamin Labatut.
¿Qué película ha visto más veces?
Capaz Pretty Woman, me encantan las películas boludas y prefiero siempre volver a ver una película que ver una nueva.
¿La última serie que vio del tirón?
Me cuesta mucho la televisión, me aburro, abandono todo pero Somebody Somewhere me parece buena.
Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería?
Estos días estoy muy Envidia de Nathy Peluso.
¿Una canción que suene en bucle en su cabeza?
Pelotuda de Dillom, para compensar.
¿En qué museo se quedaría a vivir?
No sé si me quedaría a vivir porque los museos me ponen nerviosa. Pero si voy a Buenos Aires voy al MALBA.
¿Qué suceso histórico admira más?
Me obsesiona la caída de Tenochtitlán. El momento en el que Moctezuma dijo sí sí que pasen no más los españoles y los dejó entrar.
¿Qué encargo no aceptaría jamás?
No estaría a gusto hablando de consumo problemático de sustancias desde una perspectiva edificante, onda “volví a nacer” o “salí del infierno”. Ese tipo de literatura con mensaje me da mucho cringe.
¿Qué está socialmente sobrevalorado?
Publicar un libro.
¿A quién le daría el próximo premio Cervantes?
A María Moreno.
De no ser escritora le habría gustado ser…
Cantante de tango. No pierdo la fe.
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