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Alejandro Ciriza Istúriz
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Sabe Jannik Sinner que el serrucho terminará haciendo efecto, así que procede aplicado un punto tras otro, cada vez más incisivo conforme su brazo entra en calor y el metal profundiza agresivo en la madera: raca-raca-raca. Más y más y más. Bolas y más bolas pesadas que van convirtiéndose en serrín hasta que Taylor Fritz, el tronco en cuestión, se abre en dos y acaba cediendo a la acción cortante de esos dientes que deciden la final de Nueva York, donde todo acaba tal y como empezó hace dos semanas: Sinner, principio y final, el epicentro de este torneo que comenzó con la foto del italiano (6-3, 6-4 y 7-5, en 2h 15m) y que se cierra exactamente igual, con la salvedad de que ahora él, el nombre de la discordia de estos días, alza los brazos vencedor y no cambia el gesto; sin excesos, en esa línea inalterable. Siempre equilibrada. Ya tiene dos grandes, por cierto.
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LA PISTA, EL MEJOR REFUGIO MENTAL
Con la moderación que le caracteriza, Sinner atendió a los periodistas y posteriormente, cuando ya había caído la noche, posó con el trofeo de campeón frente a la gigantesca fachada principal de la Arthur Ashe; un mamotreto de cemento, tubos metálicos y aires acondicionados por todos lados.
El italiano, de 23 años y tirolés de cuna, ha intentado aportarle naturalidad y normalidad a una situación que no la tenía. Y explica las claves. “Lo que me ha permitido aislarme ha sido el estar cerca de mi gente, de las personas que me conocen desde muy joven. Ellos me apoyan a diario, así que intento siempre estar cerca de ellos”, apunta.
“El asunto”, admite, “sigue estando un poco en mi mente. No es que se haya ido del todo, pero cuando estoy en la pista intento concentrarme en el partido y manejar la situación de la mejor manera posible. No ha sido fácil, eso seguro, pero he intentado mantener la concentración y al final, creo que he hecho un gran trabajo mental para permanecer ahí cada punto que he jugado. Eso es todo”.
Dice Sinner que los últimos meses ha sido “muy difícil” disfrutar y que la inquietud se reflejaba en su expresión. “La forma en la que me comportaba o caminaba por la pista no era la misma de antes. Quien me conoce bien, sabía que algo iba mal”, indica. “Pero en este torneo he empezado a sentirme un poco más yo mismo”, matiza.
El campeón añade que la reacción del vestuario cuando trascendió la noticia de su positivo ha sido “bastante positiva”, aunque algunas voces hayan criticado la gestión del caso y el hecho de que no le suspendieran. “No solo ocurre en el tenis. En otros deportes y otros trabajos también, y no puedes hacer nada al respecto”, zanja serio Sinner.
Sinner triunfa tras la tormenta del clostebol
El número uno rinde a Fritz en una final aséptica (6-3, 6-4 y 7-5, en 2h 15m) y eleva su segundo grande tras dos semanas bajo el foco por su positivo en Indian Wells
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