Roderick_Balistreri
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Se llaman Hugo, Mikel, Luis y Carlos, y acumulan más de medio siglo en las calles, en las Unidades de Intervención Policial (UIP), los famosos antidisturbios, que cuando las cosas se ponen feas en materia de orden público son los encargados de dar la cara. En España hay unos 2.500 y poner a todos ellos de acuerdo en una idea es complicado. Pues bien, la reforma de la ley de seguridad ciudadana, que les afecta de lleno y ha sido pactada por el Gobierno con sus socios de la izquierda radical, lo ha conseguido, porque les afecta en dos aspectos fundamentales: la prohibición de las pelotas de goma y la eliminación de la obligatoriedad de comunicar las concentraciones con antelación.«El desconocimiento de quien ha redactado esta reforma es absoluto. Las pelotas de goma son nuestro último recurso, apenas se utilizan, y cuando se hace es con todas las precauciones. Pero en cambio son un elemento claro de disuasión; los alborotadores saben que las tenemos y que las podemos utilizar, así que la mayor parte de las veces se contienen», explican los policías.«Imprescindibles»Más allá de peroratas de los distintos partidos políticos se imponen los argumentos técnicos. Jorge (nombre ficticio), de la UIP de Valladolid, con 22 años de experiencia, explica que «ese material es imprescindible para el trabajo de las Unidades de Intervención Policial. Primero por ser un elemento claro de disuasión, pero además porque es la única forma de fraccionar una masa y de mantenerla a distancia, porque el peor escenario es el del cuerpo a cuerpo. Eso sí que es peligroso».Luis, de la UIP de Sevilla, con 16 años de experiencia y «bocachero» (encargado de lanzar las pelotas de goma con las bocachas) explica que los que tienen su función reciben formación específica, hacen prácticas frecuentes y siguen cursos de reciclaje. «Siempre se lanza a cierta distancia, no menos de 15 metros, y se dispara con una cirta inclinación hacia el suelo para que haya rebote. Nunca se apunta a una persona directamente, está prohibido por el protocolo. Y por supuesto es el último recurso». Con la autoridad que le dan sus muchos años de calle, en los que se ha enfrentado a situaciones de una enorme tensión, Luis explica por qué los proyectiles de foam no pueden ser una alternativa para mantener el orden público: «Son mucho más selectivos que las pelotas de goma, van dirigidos a un individuo concreto al que hay que reducir, pero no son útiles para disolver una masa». La mejor prueba de que es un material poco eficaz se obtuvo en las algaradas de Barcelona desatadas tras la sentencia del procès. Los Mossos d'Esquadra, a quienes ya entonces se les prohibía la utilización de las pelotas, tenían que dejar la primera línea a la Policía para que las utilizaran ellos, conscientes de que en caso contrario la masa los superaría.Noticia Relacionada estandar No Ayuso carga contra Sánchez por poner el orden público «a los pies» de BilduHugo del Prado trabaja en la UIP de Madrid y es delegado nacional del sindicato Jupol en esta especialidad. Tiene 16 años de experiencia en el mismo trabajo y lo primero que aclara es que en todo ese tiempo sólo ha estado en tres intervenciones en las que se haya utilizado el material que ahora se quiere prohibir. «Son el último recurso, y no disponer de él va a obligar a modificar todos los protocolos de actuación. Si seguimos a partir de ahora el modelo francés, que prima la presencia policial, en lugar del nuestro, que apuesta por la utilización de medios materiales avanzados, será necesario pasar de los 2.500 agentes que somos en la actualidad en toda España hasta un mínimo de 12.000... Y además seremos menos eficaces, porque en la actualidad las UIP son las mejores unidades de su especialidad de Europa».Efecto contrarioSi no hay posibilidad de mantener a distancia a la masa, si tampoco hay material para disolverla sin que sea necesario el cuerpo a cuerpo, además de necesitarse a muchos más policías el peligro de lesionados aumentará de forma exponencial; es decir, se conseguirá justo el efecto contrario al que se busca, según explican los que saben de seguridad ciudadana.«En el cuerpo a cuerpo, en el que tenemos que emplearnos con más dureza y hacer uso de las defensas, es mucho más fácil que la situación se descontrole -explica Hugo del Prado-. Puede caer alguien al suelo y que sea pisoteado por una avalancha; los proyectiles, como botellas y adoquines, nos los tiran a nosotros, pero en ese escenario también le pueden caer a ellos, y además se tarda mucho más en controlar la situación, con lo que eso supone de más daños materiales, tanto en el mobiliario urbano como en negocios». Todo ello sin contar con que un policía puede verse rodeado, temer por su vida y saque su arma como única forma factible de protegerse de una turba.LAS UIP, PERPLEJAS «No tener que comunicar las manifestaciones es un disparate» La prohibición de las pelotas de goma no es el único aspecto que preocupa a los agentes de las Unidades de Intervención Policial (UIP). También que ya no haya que comunicar previamente una manifestación va a influir negativamente en su trabajo: «Nos obligará a cambiar nuestros protocolos», explica Hugo del Prado, delegado nacional de las UIP de Jupol. «La ley nos detroza, literalmente, vamos a tener que actuar sin red, sin ninguna información previa de quién convoca, previsión de asistentes... Va a ser muy complicado trabajar así». «Esa forma de actuar no es un capricho; si tenemos información previa podemos dimensionar el dispositivo, gestionar mejor los medios humanos y materiales, que no son muchos, y en definitiva estamos en mejores condiciones de garantizar la seguridad, tanto la nuestra como la de los ciudadanos». Las unidades tendrán que estar disponibles y dispuestas a actuar de inmediato las 24 horas del día, porque al no poder hacerse previsiones hay que estar preparados por si salta la incidencia en cualquier momento. «Van a entregar la calle a los violentos», dice Hugo del Prado. «Es curioso que la reforma se haya hecho después de lo de Ferraz, no antes», remacha con ironía un compañero. Están indignados. Normal.Carlos, con 15 años de servicio en las UIP, abunda en esta idea: «Con las pelotas de goma, entre otras cosas, podemos avanzar mucho más rápido, lo que es importante para evitar males mayores porque la gente se dispersa. A partir de ese momento todo es mucho más sencillo. Por si fuera poco, tampoco se nos permite utilizar otro material como son los vehículos blindados, que también tienen esa función de poder acceder a la zona de conflicto con seguridad y en pocos segundos, ni el vehículo que lanza agua a presión, que ni siquiera se empleó en Barcelona y tuvieron que sacar los Mossos el suyo, mucho menos moderno que el nuestro y que también estaba en la Ciudad Condal».A todos los consultados les molesta sobremanera esa imagen que algunos políticos trasladan de ellos según la cual son gente de «gatillo fácil», que a la menor oportunidad tiran de las pelotas de goma: «Los bocacheros -explica Jorge- están perfectamente identificados, se sabe quién utiliza las escopetas y por tanto es muy consciente de que si se excede tiene que hacer frente a consecuencias, recogidas en nuestro régimen interno, pero también a responsabilidades penales y en su caso también civiles. Nuestro trabajo está muy protocolizado y no nos salimos de esas normas».Los policías consultados por ABC muestran su asombro porque decisiones de este calado se tomen sin tener en cuenta las opiniones de los especialistas, por puro cálculo político. Uno de ellos, que prefiere mantener el anonimato, lo resume de forma gráfica: «Que la reforma de la ley de seguridad ciudadana se pacte con Bildu es como poner a los carteristas de Madrid a regular los delitos de odio». Luis, por su parte, lo tiene muy claro: «Si nos quitan las pelotas de goma pido la baja. Antes que policía soy padre y no voy a ir a una guerra con armas de fogueo. Lo primero es nuestra seguridad.La reforma de la ley de seguridad ciudadana ha provocado la indignación de las Fuerzas de Seguridad. Todas los sindicatos de la Policía y asociaciones de la Guardia Civil, pero también de Policía Local y algunos de la Ertzaintza y los mossos, han convocado movilizaciones. La primera, el 29 de octubre, a las 13 horas en la puerta del Congreso; la segunda, el 6 de noviembre, a las 12.00, en el mismo lugar. Pocas veces un asunto provoca esa unanimidad los profesionales de la seguridad. Un mérito del Gobierno.
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