Silencio, se rueda en un chiringuito histórico

huel.addie

New member
Registrado
27 Sep 2024
Mensajes
41
Hubo un tiempo en que las playas de Barcelona no atraían a los turistas de clase más o menos acomodada. ¿Qué podían hacer en ellas? ¿Cómo iban a bañarse con comodidad si no tenían dónde dejar la ropa? La idea del balneario, el lugar en el que uno se daba baños de sal y sol, estaba asociada a lugares alejados de la gran ciudad y, en cierto sentido, exclusivos. Pero ocurrió que en 1850 se abrieron los primeros baños en el popular y pescador barrio de la Barceloneta, y la cosa cambió. De repente, era confortable remojarse en una playa urbana. Podía alquilarse una caseta en la que dejar la ropa y que a la vez sirviera de refugio en las horas de sol intenso. “Así es como empezó todo aquí”, dice Silvia Capo.

Es por la mañana y el lugar no es Barcelona, sino Montgat, un pueblo cercano a la capital catalana —está a tan solo 15 kilómetros—, el primero de la costa del Maresme y el único en el que aún se conservan, transformados lo justo, unos baños como aquellos de finales del siglo XIX. Los abrió en 1928 el abuelo de Silvia, Bartolomé Capo, y por entonces “eran ese tipo de casetas en las que cambiarse y dejar las cosas”. Se alquilaban por día o por temporada y con el tiempo, y la necesidad del bañista, crecieron hasta incorporar las mesas que aún hoy sirven Silvia, su hija Daniela y el equipo de camareros de los Baños Virgen del Carmen. Son mesas de obra, con bancos de obra y algunas sillas de plástico aquí y allá para hacer frente a las pequeñas multitudes, y están rodeadas todavía de casetas.

El director Mariano Barroso (izquierda) da instrucciones a los actores Oriol Pla y Aura Garrido durante el rodaje de una escena de la serie 'El día de mañana' en los Baños Virgen del Carmen.

“Las casetas se han ido renovando. Los cambios se han ido haciendo a medida que cambiaban las necesidades”, cuenta Silvia Capo. Es un día de finales de julio, tres camareros desayunan en una de las mesas de la entrada, la que hay junto a la barra, que sigue teniendo también aspecto de caseta o quiosco. “Recuerdo que cuando yo era pequeña incluso se cobraba el acceso a la playa, porque era un camino privado, y todo el que quería ir tenía que pasar por aquí. Era simbólico, apenas una peseta, y se perdió cuando empezaron a alquilarse las mesas para comer”, cuenta. Eso empezó a ocurrir entre los cincuenta y los sesenta, cuando su padre, Mario Capo, se puso al frente del negocio. Para entonces ya había quien vivía allí los tres meses de verano.

Por su condición entonces ya de vestigio de un pasado que estaba siendo eliminado —”lo que ocurrió en la Barceloneta cuando acabaron con los baños fue una escabechina, nos temimos lo peor durante un tiempo”, asegura Capo—, el establecimiento empezó a convertirse con frecuencia en improvisado plató de fotógrafos. Con el tiempo lo fueron descubriendo localizadores de cine y televisión y pasó a ser también un eventual estudio de rodaje que lo mismo encaja en una producción histórica como El día de mañana (Movistar Plus+), serie basada en la novela de Ignacio Martínez de Pisón ambientada en la década de los setenta y dirigida por Mariano Barroso, que en una contemporánea sobre narcotraficantes como Mano de hierro (Netflix), con Eduard Fernández, Chino Darín y Sergi López entre sus protagonistas. En las casetas de alrededor se grabaron también escenas de la película La plaça del diamant (1982), de Francesc Betriú, y más recientemente de La vida abismal (2007), de Ventura Pons.

En primer plano desde la izquierda, Daniel Holguín, Sergi López y Eduard Fernández, en una imagen de la serie 'Mano de hierro' en los Baños Virgen del Carmen.

¿Ven luego esas series Silvia Capo y su hija, Daniela Irrazabal, la próxima en la línea de sucesión de tan mítico lugar? “Uy, sí. Pero solo el momento en el que salimos”, confiesa Daniela, que a sus 19 años está estudiando un ciclo medio de Farmacia y Parafarmacia, porque siempre hay que tener un plan B y porque, en realidad, “no sabemos cuánto va a durar esto”. “Hay un plan para unir Barcelona con todas las localidades de la costa del Maresme, y no sabemos si prescindirá de nosotros como piensa prescindir de La Doncella de la Costa”, dice Silvia. La Doncella de la Costa es otro histórico restaurante a pie de playa de la vecina Badalona. “En Smiley, por ejemplo”, señala Daniela, “salimos en el quinto episodio, alrededor del minuto 14″.

“La gente que veranea aquí acostumbra a pasar toda la temporada, y a volver un año tras otro. Muchos son ya mayores y vienen con sus nietos. No hacemos ningún tipo de publicidad. Todo aquí funciona por el boca oreja”, asegura Silvia Capo, y dice que ha sido así desde que su padre llevaba el negocio, cuando aún “los fines de semana los cocineros del Botafumeiro y restaurantes clásicos de la Barceloneta venían a sacarse un extra haciendo paellas”. Muestra una fotografía en la que aparece con su abuelo, allí mismo, cuando no era más que un bebé. “La de recuerdos que tengo. Este sitio es mi casa. Todos aquí somos una familia”, dice. Lo mismo ocurre con su hija, que no puede evitar hablar de su abuela Filomena. Tiene 94 años, y ya no baja al bar, se queda en casa con los seis gatos de la familia. Pero quiere saberlo todo.

La regente de los Baños Virgen del Carmen de Montgat, Silvia Capo, y su hija Daniela.

Las pequeñas casas en las que la gente veranea dentro del bar son como caravanas. Tienen cocina, un pequeño cuarto y poco más. El espacio común es el bar, que tiene un horario restringido y solo sirve desayunos y comidas este año, indica Daniela, “además de tapas, hay platos, una dorada que está encantando, por ejemplo, para que se pueda comer algo más que raciones”. Las tardes y las noches quedan reservadas a la vida de los vecinos de ese nada común barrio temporal que cada verano aparece, y existe como un algo al margen del tiempo, durante casi tres meses. Silvia Capo dice que, cuando el bar abre en Semana Santa “todo está un poco triste, porque ellos aún no han llegado”, en parte porque, cuando lo hacen, lo que se invoca es el espíritu de otra época, una en la que se viaja, inevitablemente, al pasado.

Pasa una mujer mayor con dos toallas camino de la playa. Al poco, lo hace una mucho más joven, con dos niños en brazos. Empiezan a llegar clientes. Piden pequeños bocadillos, una cerveza, algún café. “Me llamaron ayer para otro rodaje en octubre —siempre se hacen fuera de temporada—. No sé de qué. Me dijeron que el martes vendrán con el director a echar un vistazo”, dice Silvia. En noviembre cumple 60 años. Durante mucho tiempo alternó estar al frente de los Baños con la venta ambulante y la subasta de naves industriales, algo a lo que le gustaría haberse podido dedicar en serio. “¿Te acuerdas cuando me escapaba y desaparecía en las casetas?”, le pregunta su hija. “Calla, no me lo recuerdes, qué sustos nos dabas”, le responde. Quién sabe, quizá algún día, en uno de esos rodajes, se cuente su historia.

Seguir leyendo

 

Miembros conectados

No hay miembros conectados.
Atrás
Arriba