Ima_Champlin
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Sigrid Nunez (73 años, Nueva York) se considera la escritora más afortunada del mundo. Este año, dos de sus novelas se han adaptado al cine y se estrenan simultáneamente en EE UU, en la ciudad donde nació y reside. Se trata de El amigo (basada en su novela de 2019) y La habitación de al lado, la película de Almodóvar que ganó el León de Oro en Venecia, que adapta Cuál es tu tormento (Anagrama, 2021). Ambas se podrán ver el 4 de octubre en el Festival Internacional de Cine de Nueva York y la segunda a partir de este viernes 18 de octubre en España. Nunez ha disfrutado de las adaptaciones, algo poco común entre escritores. “Todos los elementos esenciales sobre el envejecimiento, la mortalidad, la pérdida y la amistad se han traducido maravillosamente a la pantalla. La película es fiel al espíritu de la novela y profundamente conmovedora,” comenta por correo electrónico, declarándose admiradora de Almodóvar.
En las dos historias se narra la amistad entre dos personas, interrumpida por la muerte de una de ellas. Nos adentramos en el mundo literario de Sigrid Nunez, cuyas novelas en primera persona abordan temas existencialistas tabú, como la mortalidad y el suicidio, y los convierte en el eje de relatos que también son muy amenos. Ahí reside su virtuosismo. Nunez formula frases tan acertadas como intimistas: “Lo que anhelamos, lo que perdemos y lo que lamentamos, ¿no es lo que, en el fondo, nos define?”, en El amigo. O “morir es un papel que interpretamos como cualquier otro en la vida (…) Nunca se es uno mismo, excepto cuando se está solo, pero ¿quién quiere estar solo, muriendo?”, en Cuál es tu tormento, donde también escribe: “La muerte nos ocurre a todos, pero sigue siendo la más solitaria de las experiencias humanas; nos separa en lugar de unirnos”.
Su editora, Sarah McGrath, enfatiza por correo electrónico que “Sigrid captura la esencia de las relaciones humanas. Nos permite reír y llorar al mismo tiempo. Nunca desperdicia una palabra. Es un regalo para sus lectores y para la literatura estadounidense”. Que Nunez se exige estándares muy altos es algo que constata por correo electrónico Luis Jaramillo, que fue director del programa de máster en Escritura Creativa durante parte del tiempo que Sigrid enseñó en The New School. “Nunca hay nada descuidado en sus ideas ni en su prosa. Pero Sigrid no usa su intelecto para intimidar; es genuinamente curiosa, provocativa, sabia. He salido de cada conversación con ella sintiéndome un poco más inteligente”. Y es que la autora es capaz de desarrollar una poesía afiladísima que atraviesa al lector como un rayo: “El insomnio es la incapacidad de olvidar”, escribe en Los vulnerables.
El primer trabajo de Nunez fue como asistenta ocasional de Susan Sontag, considerada una de las intelectuales más importantes del siglo XX. Era 1976, Sontag acababa de recuperarse de su primer episodio de cáncer y necesitaba ayuda para responder a la correspondencia que había recibido mientras estaba convaleciente en el hospital. Fue una colaboración de pocos días, pero propició que Nunez conociera a David Rieff, el único hijo de la filósofa, con el que empezó a salir. Su vida dio un vuelco cuando se mudó a vivir con él y Sontag, formando una peculiar familia intelectual durante varios años. La convivencia con la ensayista, a la que considera su mentora, marcó profundamente tanto su desarrollo literario como su visión del mundo. Narra la experiencia en el libro Siempre Susan. Recuerdos sobre Susan Sontag (Errata Naturae, 2013).
La historia personal de Sigrid Nunez hace real aquello de que el querer es poder. Su determinación por dedicarse a la escritura es uno de los rasgos principales de su idiosincrasia. Hija de una alemana y un chino-panameño que trabajaba siete días a la semana en restaurantes chinos, creció junto a otras dos hermanas en viviendas de protección oficial. Y aunque su familia no disponía de recursos económicos, su vocación por la escritura, unida a su excelencia académica, la llevó a graduarse en Barnard College, considerada una de las mejores universidades de EE UU en arte y literatura.
A lo largo de su carrera, la constancia ha sido su gran aliada. A pesar de pasarse toda la vida escribiendo no publicó su primer libro hasta que tuvo 40 años, y el éxito más rotundo de su carrera literaria le llegó a los 67. Fue en 2018 cuando recibió el National Book Award de ficción por su novela El amigo. El libro fue un éxito de ventas fulgurante: quedó además finalista de otros muchos premios y está considerado uno de los mejores 100 libros del siglo XXI según The New York Times. No ha sido, ni mucho menos, su único logro a lo largo de su carrera. Atesora reconocimientos de toda índole: forma parte de la Academia Americana de las Artes y las Letras; sus textos aparecen en las revistas literarias más prestigiosas del mundo (entre ellas, The New Yorker, The Paris Review, The Believer); ha impartido clases de ficción en las universidades de referencia en el país, Columbia, Princeton y The New School; ha conseguido varias becas de prestigio, como la Guggenheim, y ha recibido numerosos premios.
Pero para poder dedicarse con plenitud a su carrera literaria tuvo que dejar muchas cosas en el camino. Nunez nunca se ha casado y, en su relato Lo más importante, que se incluye en una controvertida antología de ensayos Selfish, shallow and self-absorbed (egoístas, superficiales y egocéntricas, sin edición en español) sobre cómo la maternidad no es la única forma de vida, explica que renunció a ser madre, entre otras muchas razones, para ser escritora. “Ninguna joven que aspire a una carrera literaria podría ignorar el hecho de que las escritoras de mayor éxito, mujeres como Jane Austen, las Brontë, George Eliot y Virginia Woolf, no tuvieron hijos”.
Según Nunez, el aspecto más gratificante de su carrera ha sido poder conectar con otras personas. Y en este sentido, ha impulsado el trabajo de otros escritores. Es el caso de Yiyun Li, novelista a la par que directora de Escritura Creativa del Lewis Center for the Arts, perteneciente a la Universidad de Princeton, quien explica que sin conocerla personalmente, Sigrid escribió una carta de recomendación que la ayudó cuando era una joven escritora a conseguir el permiso de residencia en EE UU. “Su trabajo ha sido importante para una generación más joven de escritoras. Durante décadas de carrera literaria ha escrito de manera seria y reflexiva, y ha creado un espacio para que las escritoras más jóvenes puedan desarrollarse”, comenta Li por correo electrónico.
Incluso hoy día, después de medio siglo escribiendo y de que su literatura haya alcanzado un reconocimiento mundial, Nunez sigue esforzándose por dar lo mejor de ella misma. “Como la mayoría de las cosas que valen la pena en la vida, ser escritora profesional requiere una serie de sacrificios. Hay muchos días en los que podría querer hacer otra cosa con mi tiempo, en lugar de estar sentada en mi escritorio luchando por encontrar las palabras adecuadas y ponerlas en el orden correcto”. Y alude a que hace tiempo aceptó que el fracaso y el rechazo son una parte crucial para cualquier escritor. “No se puede tener éxito sin aceptarlo”.
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En las dos historias se narra la amistad entre dos personas, interrumpida por la muerte de una de ellas. Nos adentramos en el mundo literario de Sigrid Nunez, cuyas novelas en primera persona abordan temas existencialistas tabú, como la mortalidad y el suicidio, y los convierte en el eje de relatos que también son muy amenos. Ahí reside su virtuosismo. Nunez formula frases tan acertadas como intimistas: “Lo que anhelamos, lo que perdemos y lo que lamentamos, ¿no es lo que, en el fondo, nos define?”, en El amigo. O “morir es un papel que interpretamos como cualquier otro en la vida (…) Nunca se es uno mismo, excepto cuando se está solo, pero ¿quién quiere estar solo, muriendo?”, en Cuál es tu tormento, donde también escribe: “La muerte nos ocurre a todos, pero sigue siendo la más solitaria de las experiencias humanas; nos separa en lugar de unirnos”.
Su editora, Sarah McGrath, enfatiza por correo electrónico que “Sigrid captura la esencia de las relaciones humanas. Nos permite reír y llorar al mismo tiempo. Nunca desperdicia una palabra. Es un regalo para sus lectores y para la literatura estadounidense”. Que Nunez se exige estándares muy altos es algo que constata por correo electrónico Luis Jaramillo, que fue director del programa de máster en Escritura Creativa durante parte del tiempo que Sigrid enseñó en The New School. “Nunca hay nada descuidado en sus ideas ni en su prosa. Pero Sigrid no usa su intelecto para intimidar; es genuinamente curiosa, provocativa, sabia. He salido de cada conversación con ella sintiéndome un poco más inteligente”. Y es que la autora es capaz de desarrollar una poesía afiladísima que atraviesa al lector como un rayo: “El insomnio es la incapacidad de olvidar”, escribe en Los vulnerables.
El primer trabajo de Nunez fue como asistenta ocasional de Susan Sontag, considerada una de las intelectuales más importantes del siglo XX. Era 1976, Sontag acababa de recuperarse de su primer episodio de cáncer y necesitaba ayuda para responder a la correspondencia que había recibido mientras estaba convaleciente en el hospital. Fue una colaboración de pocos días, pero propició que Nunez conociera a David Rieff, el único hijo de la filósofa, con el que empezó a salir. Su vida dio un vuelco cuando se mudó a vivir con él y Sontag, formando una peculiar familia intelectual durante varios años. La convivencia con la ensayista, a la que considera su mentora, marcó profundamente tanto su desarrollo literario como su visión del mundo. Narra la experiencia en el libro Siempre Susan. Recuerdos sobre Susan Sontag (Errata Naturae, 2013).
La historia personal de Sigrid Nunez hace real aquello de que el querer es poder. Su determinación por dedicarse a la escritura es uno de los rasgos principales de su idiosincrasia. Hija de una alemana y un chino-panameño que trabajaba siete días a la semana en restaurantes chinos, creció junto a otras dos hermanas en viviendas de protección oficial. Y aunque su familia no disponía de recursos económicos, su vocación por la escritura, unida a su excelencia académica, la llevó a graduarse en Barnard College, considerada una de las mejores universidades de EE UU en arte y literatura.
La autora es capaz de desarrollar una poesía afiladísima que atraviesa al lector como un rayo: “El insomnio es la incapacidad de olvidar”, escribe en ‘Los vulnerables’.
A lo largo de su carrera, la constancia ha sido su gran aliada. A pesar de pasarse toda la vida escribiendo no publicó su primer libro hasta que tuvo 40 años, y el éxito más rotundo de su carrera literaria le llegó a los 67. Fue en 2018 cuando recibió el National Book Award de ficción por su novela El amigo. El libro fue un éxito de ventas fulgurante: quedó además finalista de otros muchos premios y está considerado uno de los mejores 100 libros del siglo XXI según The New York Times. No ha sido, ni mucho menos, su único logro a lo largo de su carrera. Atesora reconocimientos de toda índole: forma parte de la Academia Americana de las Artes y las Letras; sus textos aparecen en las revistas literarias más prestigiosas del mundo (entre ellas, The New Yorker, The Paris Review, The Believer); ha impartido clases de ficción en las universidades de referencia en el país, Columbia, Princeton y The New School; ha conseguido varias becas de prestigio, como la Guggenheim, y ha recibido numerosos premios.
Pero para poder dedicarse con plenitud a su carrera literaria tuvo que dejar muchas cosas en el camino. Nunez nunca se ha casado y, en su relato Lo más importante, que se incluye en una controvertida antología de ensayos Selfish, shallow and self-absorbed (egoístas, superficiales y egocéntricas, sin edición en español) sobre cómo la maternidad no es la única forma de vida, explica que renunció a ser madre, entre otras muchas razones, para ser escritora. “Ninguna joven que aspire a una carrera literaria podría ignorar el hecho de que las escritoras de mayor éxito, mujeres como Jane Austen, las Brontë, George Eliot y Virginia Woolf, no tuvieron hijos”.
Según Nunez, el aspecto más gratificante de su carrera ha sido poder conectar con otras personas. Y en este sentido, ha impulsado el trabajo de otros escritores. Es el caso de Yiyun Li, novelista a la par que directora de Escritura Creativa del Lewis Center for the Arts, perteneciente a la Universidad de Princeton, quien explica que sin conocerla personalmente, Sigrid escribió una carta de recomendación que la ayudó cuando era una joven escritora a conseguir el permiso de residencia en EE UU. “Su trabajo ha sido importante para una generación más joven de escritoras. Durante décadas de carrera literaria ha escrito de manera seria y reflexiva, y ha creado un espacio para que las escritoras más jóvenes puedan desarrollarse”, comenta Li por correo electrónico.
Incluso hoy día, después de medio siglo escribiendo y de que su literatura haya alcanzado un reconocimiento mundial, Nunez sigue esforzándose por dar lo mejor de ella misma. “Como la mayoría de las cosas que valen la pena en la vida, ser escritora profesional requiere una serie de sacrificios. Hay muchos días en los que podría querer hacer otra cosa con mi tiempo, en lugar de estar sentada en mi escritorio luchando por encontrar las palabras adecuadas y ponerlas en el orden correcto”. Y alude a que hace tiempo aceptó que el fracaso y el rechazo son una parte crucial para cualquier escritor. “No se puede tener éxito sin aceptarlo”.
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Sigrid Nunez, la escritora de los tabús existenciales que inspiró a Almodóvar
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