Chasity_Cassin
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Las dos personas normales se encuentran en una tienda para todo, uno de esos bazares nórdicos donde lo mismo se venden tenedores que lápices de colores, que botes para la pimienta, que ukeleles. La segunda persona normal, dos recodos más atrás que la primera (la tienda entera es un circuito), levanta la mano.—¡Eh!—¿Cómo?—¡Eh! ¡Aquí!—Ah, hola. Ya te veo.La primera persona normal desanda dos fases y la segunda persona normal se salta una. Se reúnen frente a los cojines.—¿Qué? ¿A comprar regalos baratos?—Pues sí. Y un trapo para la cocina. ¿Y tú?—Yo vengo a por unas grapas. Y a por regalos baratos, sí. Y a por un peine de púas gordas que me ha pedido el pequeño.—La mía también usa peines de esos. ¿Morado?—No, el mío no. El mío lo quiere negro.—¿Se está dejando pelo?—No, pelo ya tenía, acuérdate. Se lo está dejando largo.—Ah, ya. La mía se está dejando culo.—¿Y eso?—Pues yo qué sé, pero cada vez que vamos a verla está como más a gusto.—No te entiendo.—Yo sí. ¿Y el pequeño qué? ¿No era el más responsable de todos?—Sí, pero ahora, con la democracia, ya se puede ser responsable y dejarse melena. Aunque seas chico.—Pues yo lo veo bien.—Pues yo también. ¿Y qué regalos querías?—Pues no lo sé. Es para el amigo invisible.—O amiga invisible.—O amiga invisible.—Pues no les lleves nada y que lo busquen. Di que es invisible también.Las dos personas ríen con ganas porque son felices y tontas.—Pues dices tú invisible, pero hay dos modalidades, no es tan fácil.—¿Dos modalidades? No te sigo.—Pues sí. Hay una que es invisible invisible: compras lo que quieras y no sabes para quién es.—Esa es la de siempre, ¿no?—Sí. Y en la otra te dicen para quién es el regalo, aunque el otro no lo sepa.—O aunque la otra.—O aunque la otra.—Pues esa es la me ha tocado a mí este año. La segunda, que es peor.—Por eso yo soy más de la primera. Yo compro lo que sea más barato y que le toque a quien sea, a mí, plim. A buenas horas, mangas verdes.—¿Esa expresión es para eso?—Es la que me ha venido.—¿Y si te toca lo tuyo a ti mismo?—Pues no dices ni mu y ya está. Haces como que te gusta, por si alguien sabe algo, para que no se te note que compras al tuntún.—Pues yo, como tengo que imaginarme a la persona, si es hombre, le compro una taza, y, si es mujer, pues otra.—Muy parecido, ¿no?—No, no. El color cambia.—Ah, ya.—Si es chica, la compro clarita, o con corazones o estrellas. Y, si es chico, pues con algo de Pink Floyd. O con un escudo de ‘Juego de Tronos’.—Pero eso es caro, ¿no?—Ya, bueno, por eso no lo compro, pero es la idea.—¿Y qué compras, entonces?—Pues lo mismo, pero en barato. Para ellas, dibujitos. Para ellos, cosas que recuerden a una marca de motos.—¿Y si es un chaval?—Algo de miedo. Algo con el hombre de las cuchillas en los dedos.—Pero si esa peli tiene mucho tiempo...—Pues más barata la taza.—Y ¿si es chavala?—Pues algo de Harry Potter.—Eso también es caro.—Pues algo que lo recuerde. O algo en lo que salga un micrófono.—¿Tazas siempre?—Siempre tazas. ¿Y tú?—Yo, depende. Yo ahora mismo estaba dudando entre ese billar pequeño y un dado grande.—¿Cómo de grande?—Un dado enorme. De peluche.—¿Y eso es de chico o de chica?—Ahora... Con la democracia...—Ah, claro. Cómprale una espumadera, ¿no?, por si le gustan los huevos. O, mira, una vela verde. O, mira, un cuaderno de cuadraditos. O, mira, un julajop. O, mira, una pelota de Pilates.—Es que estoy buscando algo que dure.—¿Un billar pequeño dura?—Un buen billar pequeño es para toda la vida. Lo sacas de la caja, juegas una vez, lo metes en la caja y, a al cabo de seis o siete años, lo sacas y está como nuevo.—Pues muy bien pensado.—¿Verdad?La segunda persona normal se queda parada delante de una alfombrilla de baño fucsia.—Qué bonita, ¿no?—Muy bonita.—Y muy útil. Ducharse se ducha todo el mundo.—Ahora que han prohibido las bañeras...—Y el rosa vale para niño y para niña.—Ya dejan, sí. Desde que se ha muerto Franco, ya sí.—Y tiene un tacto muy bueno, ¿no te parece? Mira. Toca.—Muy bueno, muy bueno el tacto.—Pues compro esto mismo, ¿no?—Tú sabrás, que a ti te dicen para quién es. ¿Se ducha la persona?—Mucho.—Pues ya lo tienes. Y puedes comprarle una toalla también, si eso.—Una toalla no, ojalá. Si le compro también una toalla, se me va de presupuesto.—Y ¿si es pequeña? ¿Una de manos?—Tampoco.—Pues que se seque con la alfombrilla, ¿no?—Eso es. Que se seque con la alfombrilla y punto.
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