eharvey
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La londinense Sheena Patel (36 años) ríe prácticamente en casi todas sus respuestas y en algunas de las preguntas de la entrevista. Fue invitada destacada al Festival de Literatura Expandida de Magaluf (FLEM), que se celebró en la localidad mallorquina a comienzos de octubre. Patel se dio a conocer en el mercado literario en 2022, con su novela de debut, Soy fan (editorial Alpha Decay, traducción de Regina López Muñoz), que fue muy bien recibida por la crítica de su país —finalista en el British Book Award 2023 en la categoría de nuevo descubrimiento― y valorada también en el suplemento cultural de este periódico, Babelia. Patel se gana la vida en la televisión como ayudante de dirección, “no es un trabajo creativo, sino logístico”, dice en una habitación del hotel que acogió el festival en Mallorca.
Aunque un personaje de Soy fan ha vivido en esta isla, para Patel fue su primera vez en Mallorca. “Había oído hablar de Magaluf, básicamente, porque los británicos se la han cargado”, dice entre carcajadas. El festival estuvo organizado por la librería Rata Corner, de Palma, y la compañía Meliá Hotels International (que invitó a este periodista). El FLEM aspira a revertir la imagen del turismo de borrachera (sobre todo británica) asociada a esta localidad por una oferta cultural. Una iniciativa que Patel alaba crípticamente: “Es interesante reclamar el cerebro en un lugar del que había sido extraído”.
En Soy fan, la protagonista y narradora, sin nombre, es una joven desorientada. Mantiene una relación rutinaria con su novio, está obsesionada con un hombre considerablemente mayor que ella, con éxito social y con el que tiene citas esporádicas, y también lo está con la mujer con la que este individuo engaña a su esposa y a la que sigue al milímetro a través de las redes sociales, la stalkea, dicho en esta neolengua. El ritmo narrativo es trepidante, algo que Patel explica por su profesión, en la que le toca “leer muchos guiones, y así escribo igual que en la tele: escena, escena, escena...”. La acción la cuenta la voz interior de su protagonista, un recurso que no fue adrede. “Seguí mi instinto con lo que iba pasando en el libro, era como si estuviera en un estado de ensoñación e imaginaba lo que pasaba”, asegura.
El éxito de este manual sobre una relación tóxica fue inesperado. “No tenía ningún contrato ni expectativa. Una amiga con una pequeñísima editorial me dijo: ‘Yo te lo publico’. Pensé que con suerte vendería 200 copias”. “Lo escribí para mí, sin pensar en ningún público concreto”, responde a la pregunta de si se dirigió a quien más ha leído su libro, mujeres jóvenes.
Sobre la trama, sostiene que es un caso muy habitual en la actualidad: un hombre, normalmente en edad madura, tiene relaciones con varias mujeres a la vez, “con todas las opciones abiertas”. Ante la cara de sorpresa de su interlocutor, ríe y continúa: “Habrás oído que pasa eso… Mira, hace unos días di una charla y al final una joven se me acercó para que le firmara dos ejemplares. ‘Uno es para mí y el otro para el hombre con el que me estoy viendo’. Él tenía 38 años y ella 26. Le contesté: ‘Sal de ahí, ya”. Patel le firmó los dos libros, pero la dedicatoria para él fue poco cariñosa: “Déjala en paz y líate con alguien de tu edad”.
La autora sigue este hilo, pero da un salto en el tipo de protagonistas: “Esto sucede mucho con los artistas, las estrellas de rock; pasó con Picasso y la pintora Françoise Gilot [a la que sacaba 35 años]. Son hombres que están por encima de las normas y se tolera. Mientras que en ellas, la idea de ser eterna por estar con un gran artista es tóxica”. Es lo que le ocurre a la protagonista de su historia.
Patel, hija de inmigrantes ―su padre es indio-keniano y su madre, de las islas Mauricio, en África oriental—, cuenta que fue “una adolescente solitaria”, cuyos “amigos eran los libros”. Aún hoy, señala, cuando se siente sola, vuelve a los libros. “Siempre tuve un impulso creativo, pero en mi familia no lo entendían, así que tuve que motivarme yo. Escribir es una forma de devolver a los libros lo recibido de ellos”. Sus padres, además, descartaron que aprendiera los idiomas maternos de ellos. “El inglés es mi única lengua. Ellos no querían que estuviera en situación de desventaja en mi país, sino que me centrara en el inglés” (la misma situación que describe de sí la protagonista del libro). “Me gustaría aprenderlos, pero soy tan británica que no me entrarían [risas]”.
Lo que sí domina Patel es el intrincado mundo de las redes sociales. De hecho, dice que no habría empezado su carrera literaria “si no fuera por Insta”. La editora de su debut se había convertido en amiga suya a través de esta red. “A mí las redes sociales me han dado acceso a la cultura. Esa es la parte buena. La mala… sabemos qué han hecho, y además esto ha empeorado bastante en los últimos años. La idea del libro es que, según los seguidores que tengas en redes sociales y lo famoso que seas en ellas, te van a tratar de una u otra forma. Por eso hay una búsqueda desesperada de la fama, porque si no eres conocido, no eres nadie”. No cree que esto sea muy distinto de lo que sucedía en otras épocas, solo que hoy se practica “con otras herramientas”.
No se sabe aun si Patel será escritora de un solo éxito o llegarán más. Por ahora trabaja “en varios guiones para montar un espectáculo”, dice. Uno de ellos aborda el problema de la vivienda, aunque con una perspectiva particular: “Se trata de dos chicas que secuestran a un parlamentario conservador con el objetivo de conseguir dinero para la entrada de un piso”.
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Aunque un personaje de Soy fan ha vivido en esta isla, para Patel fue su primera vez en Mallorca. “Había oído hablar de Magaluf, básicamente, porque los británicos se la han cargado”, dice entre carcajadas. El festival estuvo organizado por la librería Rata Corner, de Palma, y la compañía Meliá Hotels International (que invitó a este periodista). El FLEM aspira a revertir la imagen del turismo de borrachera (sobre todo británica) asociada a esta localidad por una oferta cultural. Una iniciativa que Patel alaba crípticamente: “Es interesante reclamar el cerebro en un lugar del que había sido extraído”.
En Soy fan, la protagonista y narradora, sin nombre, es una joven desorientada. Mantiene una relación rutinaria con su novio, está obsesionada con un hombre considerablemente mayor que ella, con éxito social y con el que tiene citas esporádicas, y también lo está con la mujer con la que este individuo engaña a su esposa y a la que sigue al milímetro a través de las redes sociales, la stalkea, dicho en esta neolengua. El ritmo narrativo es trepidante, algo que Patel explica por su profesión, en la que le toca “leer muchos guiones, y así escribo igual que en la tele: escena, escena, escena...”. La acción la cuenta la voz interior de su protagonista, un recurso que no fue adrede. “Seguí mi instinto con lo que iba pasando en el libro, era como si estuviera en un estado de ensoñación e imaginaba lo que pasaba”, asegura.
El éxito de este manual sobre una relación tóxica fue inesperado. “No tenía ningún contrato ni expectativa. Una amiga con una pequeñísima editorial me dijo: ‘Yo te lo publico’. Pensé que con suerte vendería 200 copias”. “Lo escribí para mí, sin pensar en ningún público concreto”, responde a la pregunta de si se dirigió a quien más ha leído su libro, mujeres jóvenes.
Sobre la trama, sostiene que es un caso muy habitual en la actualidad: un hombre, normalmente en edad madura, tiene relaciones con varias mujeres a la vez, “con todas las opciones abiertas”. Ante la cara de sorpresa de su interlocutor, ríe y continúa: “Habrás oído que pasa eso… Mira, hace unos días di una charla y al final una joven se me acercó para que le firmara dos ejemplares. ‘Uno es para mí y el otro para el hombre con el que me estoy viendo’. Él tenía 38 años y ella 26. Le contesté: ‘Sal de ahí, ya”. Patel le firmó los dos libros, pero la dedicatoria para él fue poco cariñosa: “Déjala en paz y líate con alguien de tu edad”.
La autora sigue este hilo, pero da un salto en el tipo de protagonistas: “Esto sucede mucho con los artistas, las estrellas de rock; pasó con Picasso y la pintora Françoise Gilot [a la que sacaba 35 años]. Son hombres que están por encima de las normas y se tolera. Mientras que en ellas, la idea de ser eterna por estar con un gran artista es tóxica”. Es lo que le ocurre a la protagonista de su historia.
Patel, hija de inmigrantes ―su padre es indio-keniano y su madre, de las islas Mauricio, en África oriental—, cuenta que fue “una adolescente solitaria”, cuyos “amigos eran los libros”. Aún hoy, señala, cuando se siente sola, vuelve a los libros. “Siempre tuve un impulso creativo, pero en mi familia no lo entendían, así que tuve que motivarme yo. Escribir es una forma de devolver a los libros lo recibido de ellos”. Sus padres, además, descartaron que aprendiera los idiomas maternos de ellos. “El inglés es mi única lengua. Ellos no querían que estuviera en situación de desventaja en mi país, sino que me centrara en el inglés” (la misma situación que describe de sí la protagonista del libro). “Me gustaría aprenderlos, pero soy tan británica que no me entrarían [risas]”.
Lo que sí domina Patel es el intrincado mundo de las redes sociales. De hecho, dice que no habría empezado su carrera literaria “si no fuera por Insta”. La editora de su debut se había convertido en amiga suya a través de esta red. “A mí las redes sociales me han dado acceso a la cultura. Esa es la parte buena. La mala… sabemos qué han hecho, y además esto ha empeorado bastante en los últimos años. La idea del libro es que, según los seguidores que tengas en redes sociales y lo famoso que seas en ellas, te van a tratar de una u otra forma. Por eso hay una búsqueda desesperada de la fama, porque si no eres conocido, no eres nadie”. No cree que esto sea muy distinto de lo que sucedía en otras épocas, solo que hoy se practica “con otras herramientas”.
No se sabe aun si Patel será escritora de un solo éxito o llegarán más. Por ahora trabaja “en varios guiones para montar un espectáculo”, dice. Uno de ellos aborda el problema de la vivienda, aunque con una perspectiva particular: “Se trata de dos chicas que secuestran a un parlamentario conservador con el objetivo de conseguir dinero para la entrada de un piso”.
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