Shanel_Skiles
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Cuando somos niños la familia y el entorno más cercano nos hacen creer y crecer en la fe, que se incrusta en nosotros para siempre como inconmensurable regalo de nuestros abuelos, padres, maestros y conocidos. El inicio en la fe se produce prácticamente siempre a través de la piedad popular, recibida gracias a nuestro entorno.Somos consecuencia del legado de fe, cultura y creencias que debemos transmitir a quienes nos sucedan. A Dios se le conoce por los sentidos, pues sólo entonces se comprende que la felicidad del hombre es la visión de Dios.Entendemos a Dios según Sevilla, la ciudad que nos enseñó a amar también a la Santísima Virgen María, quizás desde que siendo niños nos presentaron ante una Dolorosa o quedamos ensoñados con los sones de una marcha procesional. La música es sinfonía de notas evangelizadoras en esta ciudad, en la que se acaba de celebrar el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular bajo el lema 'Caminando en Esperanza'.La Virgen de los Reyes, más bella y esplendorosa que nunca, ha presidido en la solemnidad de la Inmaculada una excepcional procesión de clausura rememorando en las calles el dogma que Sevilla proclamó siglos antes que Roma. La mirada impregnada de eternidad de la Patrona guarda la memoria de todos los sevillanos que nos antecedieron.Procesionaron también las Patronas de Lora del Río, Dos Hermanas y Utrera, Vírgenes de Setefilla, Valme y Consolación, en representación del resto de la archidiócesis. Probablemente no haya mejor religiosidad popular que la de esta Sevilla concepcionista, con imágenes que son historia secular en el presente y promesas ciertas de futuro.Jesús del Gran Poder, que es la más fidedigna instantánea del Hijo de Dios, ha vuelto a caminar con su firme zancada sobre las silenciosas multitudes de la ciudad elegida. Ante Él necesariamente creen hasta quienes dicen no creer. Inmensa gracia tenerlo siempre tan cerca quienes somos suyos, como lo fueron nuestros padres y abuelos, como lo son y serán nuestros hijos y nietos. Quien habita en San Lorenzo nos ha pedido nuevamente autenticidad cristiana, como también lo ha hecho el Cachorro siempre expirante entre Triana y Sevilla, que pronto desde Roma llegará al alma de toda la cristiandad.Las dos Esperanzas han evocado excelsamente una vez más esa virtud teologal que disipa todos los miedos, reconforta el espíritu y nos llena de gracia. Junto a ambas hemos alcanzado la plenitud del gozo, no por mero sentimentalismo sino porque Triana y la Macarena son fortísimos epicentros de amor a la Santísima Virgen María.Hemos vivido un día histórico del Señor y de las Inmaculadas Vírgenes de Sevilla. La bulla y la música no han ocultado el silencio interior de la más profunda religiosidad popular, esa que nos comunica con Dios y su Madre. Ha concluido felizmente un Congreso cuyo lema aludía justamente al Señor Caminante y a la Virgen que es siempre raudal de Esperanza.Sabemos que Dios y su amorosa Madre siempre nos sorprenden, pero en esta solemnidad concepcionista lo hemos sentido con una especialísima intensidad. Se llama religiosidad popular eso que ha llenado las almas de gracia, los corazones de emociones y a toda la ciudad de fe plena, oraciones y vivencias inolvidables.Los congresistas regresan a sus lares reconfortados en la fe que aquí han compartido con nosotros y enamorados de lo vivido, según me dicen muchos. Son ya para siempre devotos del Señor y de la Virgen de Sevilla, esa que es Esperanza en las dos márgenes del Guadalquivir de la vida: la orilla de este mundo y la de la eternidad prometida.La pontificia Rosa de Oro entregada a la Macarena se ha convertido en el más bello símbolo del Congreso internacional, que ha evidenciado el importante bagaje de religiosidad que la historia ha atesorado en esta tierra. Sevilla caminó en Esperanza y Roma ha reconocido la inconmensurable dimensión de nuestra piedad popular, otorgando la Rosa de Oro a la Virgen de nuestras Vírgenes, esa que es siempre y en todas sus advocaciones Abogada y Esperanza nuestra.SOBRE EL AUTOR José Joaquín Gallardo Abogado
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