Joelle_Welch
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El gran Immanuel Kant centró su filosofía en la depuración de las ilusiones que afectan al entendimiento humano . Kant sostuvo que la razón se ve inducida por su propia naturaleza a incurrir en paralogismos, que define como conclusiones aparentemente basadas en la lógica que son incorrectas. Según el pensador de Königsberg, el intento de engañar a los demás es un sofisma, mientras que el paralogismo es un error involuntario, la confusión entre un concepto y la realidad.Todos los seres humanos padecemos sesgos cognitivos que nos llevan a interpretar los hechos conforme a nuestros valores y sentimientos. Es sabido que el cerebro tiende a desdeñar lo que no se ajusta a sus pautas mientras que selecciona lo que corrobora sus prejuicios.Esta forma de operar de nuestra mente la estamos viendo en la catástrofe de Valencia, en la que las personas enjuician las responsabilidades en función de su ideología. Digamos que las personas que votan a la derecha tienden a culpar a Sánchez, mientras que la izquierda arremete contra Mazón.Todo es cuestión del punto de vista que se adopta y del foco donde se pone la mirada. La trágica muerte de centenares de personas y la devastación son un hecho indiscutible, pero la atribución de responsabilidades varía en función del sesgo cognitivo de cada uno.Que no se interprete que quiero relativizar las responsabilidades políticas. Existen y hay que exigirlas, pero no en función de intereses políticos. Lo que estoy diciendo es que resulta llamativa la disparidad de criterios a la hora de fijar no sólo la secuencia de los hechos y la cadena de errores sino además el papel de los dirigentes.Las riadas de Valencia se han convertido en una metáfora del funcionamiento de la política y de los mecanismos mentales de los ciudadanos, que ven ratificadas sus creencias y su ideología por lo sucedido en estas dos semanas.Lo cierto es que nadie fue capaz de predecir el desastre, que fallaron las alarmas y que no se realizaron las obras hidráulicas para prevenir los desbordes. Ahora se juzga a los dirigentes políticos con el sesgo que implica el conocimiento a posteriori de lo sucedido, cuando es muy fácil determinar cómo habría que haber actuado para evitar la tragedia.Hay un cierto ventajismo en los análisis que estamos leyendo, sin discutir la evidencia de que los poderes públicos reaccionaron tarde y mal. A lo que me niego es a aceptar los paralogismos en los que subyacen el sectarismo, el maniqueísmo y la simplificación. Hay muchas causas que confluyeron en esta catástrofe. En nada ayudará a prevenir nuevas riadas la búsqueda de chivos expiatorios . Eso tranquiliza las conciencias, pero no sirve para comprender la complejidad de un fenómeno cuyas consecuencias pudieron ser atenuadas si se hubieran hecho las cosas mejor.
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