porter19
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Año 2002. Los teléfonos inteligentes tal y como los conocemos todavía son una entelequia en la mente de unos pocos visionarios. Aún es más improbable imaginar que en solo unos años las personas dedicarán horas y horas a jugar a unir frutas o a lanzar pajaritos en tirachinas en una pantalla negra y rectangular que cabe en la palma de la mano. Y es que hace 22 años los videojuegos eran los de la consola. Solo algunos se abren paso y llegan hasta el bolsillo, como el tetris o el snake, que hace que las teclas del viejo Nokia 3310 echen humo. Pero incluso en una época tan pretérita, algunos ya tenían claro que por ahí pasaba una de las claves del gran crecimiento del sector. Y deciden apostar todo a esa corazonada. Es precisamente ese año, 2002, cuando Javier Ferreira (Madrid, 1976) empieza su carrera en el desarrollo de los juegos para móvil.
Volvemos al presente. Ferreira comparte la posición de primer ejecutivo de Scopely con Walter Driver, uno de los fundadores de esta compañía. Scopely, creada en California en 2011 como una start-up o empresa emergente ávida de toda la financiación que le pudiesen dar los fondos de capital riesgo, ha terminado convirtiéndose en una de las grandes multinacionales del sector de los juegos en el móvil. Su producto estrella es Monopoly Go, la versión para el teléfono móvil del popular juego sobre el capitalismo lanzada en 2023. Solo con este juego, Scopely obtiene unos ingresos de 300 millones de dólares al mes, gracias a los más de 10 millones de usuarios que tiene cada día. En total, la compañía factura más de 4.000 millones de dólares anuales, y desde que empezó ha crecido a doble dígito en casi cada ejercicio. El año pasado, el grupo Savvy Games —propiedad del fondo soberano FIP de Arabia Saudí, que entrando en distintos sectores trata de diversificar sus inversiones— compró Scopely por 4.900 millones de dólares, en la que entonces fue la sexta operación de venta más grande en el sector de los juegos para el móvil.
La transformación del mundo de las aplicaciones de juegos en el móvil en los 22 años de carrera que lleva Ferreira ha sido enorme. “A veces no se entiende la importancia que ha cogido esta industria, quizá por un tema generacional, pero es central: todos jugamos, y es la industria del entretenimiento que más facturación y usuarios tiene en el mundo”, explica en las oficinas de Scopely en Barcelona, que Ferreira visitó a finales de abril junto a otros miembros de su equipo. El sector no pasa por su mejor momento, como todas las empresas tecnológicas, y las grandes empresas han llevado a cabo recortes de personal, pero sigue siendo gigantesco: la firma de análisis Newzoo estima que en 2023 la facturación global fue de 184.000 millones de dólares —en España, según la Asociación Española de Videojuegos, la facturación fue de 2.012 millones de euros en 2022—.
Aunque España represente una parte relativamente pequeña de la facturación global, es un polo de atracción para las empresas de videojuegos, como atestiguan las distintas sedes de multinacionales de videojuego que se han asentado en España. Scopely llegó en 2017 a Barcelona y en 2020 aterrizó en Sevilla. De los más de 2.300 empleados de Scopely, unos 800 están en la capital catalana y unos 200 en Sevilla. “Somos la primera empresa de videojuegos en España por número de empleados, pero además tenemos en Barcelona la sede tecnológica global, con el desarrollo de la plataforma Playgami y muchos de nuestros productos se desarrollan desde aquí”, cuenta Ferreira, que cree que en España hay un gran potencial de talento, pero que falta tejido empresarial propio.
La venta al grupo saudí, explica Ferreira, sirvió para dar un retorno a los accionistas que habían invertido en Scopely, y también a los trabajadores a los que se les había fichado con stock options (opciones sobre acciones que las start-ups suelen dar a los trabajadores que quiere incorporar al equipo, y que en el momento de la venta convierten en dinero). “También queríamos un socio como Savvy, que nos permitiera ser muy ambiciosos con una visión de largo plazo. Nadie tiene una cuota dominante en nuestra industria, y este socio nos puede aportan apoyo financiero para crecer”, explica Ferreira, quien descarta que una salida a Bolsa hubiera sido una alternativa mejor. Algunas de las empresas con las que compite Scopely sí que optaron por salir al parqué, como Electronic Arts, que cotiza en Nasdaq, o como el gigante Activision Blizzard King, que luego dejó de cotizar al ser adquirido por Microsoft en una operación que se cerró el año pasado por 69.000 millones de dólares. Otros rivales forman parte de grandes grupos tecnológicos, como la estadounidense Riot Games, propiedad de la china Tencent.
Monopoly Go representa buena parte de los ingresos de Scopely, pero Ferreira presume de que su abanico de productos es amplio, con juegos como Stumble Guys, Marvel Strike Force, Scrabble Go, Star Trek Fleet Command o Yahtzee With Buddies, siendo este último un juego que se lanzó en 2015 y que ha ido creciendo hasta alcanzar su récord de ingresos hace dos años. “Hay negocios que siguen ahí 15 años después de lanzarlos. Esto solo lo consigues si eres capaz de mejorar el producto todos los meses, invirtiendo en desarrollo y en marketing. Lo hemos hecho con Yahtzee y lo estamos haciendo con Monopoly Go”, explica Ferreira, que cuenta que, actualmente, hay seis juegos más en desarrollo.
“Las empresas de videojuegos tradicionales no entendían bien esto”, afirma, en referencia al modelo de negocio tradicional de desarrollar un juego, publicarlo y no seguir sacando rédito. El modelo de los juegos de móvil es distinto: los juegos suelen ser gratuitos en el momento de la descarga, pero se monetiza a medida que se juegan, o si el usuario quiere acceder a más partes o elementos del juego. “Es un modelo de negocio muy asentado porque es muy bueno para el usuario, ya que puede probar y descubrir qué juego le gusta, sin barreras de entrada, y luego va mejorando invirtiendo tiempo y dinero. Y es un modelo muy bueno para las empresas, porque permite tener ingresos continuados en el tiempo”, detalla, aunque admite que lo complicado es analizar bien los datos para diseñar un juego que se mantenga a largo plazo.
Ferreira, que antes de aterrizar en Scopely en 2014 había desarrollado su carrera en el sector de los juegos en Disney, en Jamdat Mobile y en Electronic Arts, recuerda cuando jugaba de niño en su Msx 2 al Metal Gear o a los primeros de la saga Legends of Zelda. Ahora sigue jugando, sobre todo en el móvil, y con su hijo al Fornite. Todavía le quedan años en su carrera, y a juzgar por cómo puede transformarse el sector con la realidad virtual, lo que ahora suena a nuevo puede que termine pareciendo tan antiguo como la serpiente en el Nokia, tan de moda hace 20 años.
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Volvemos al presente. Ferreira comparte la posición de primer ejecutivo de Scopely con Walter Driver, uno de los fundadores de esta compañía. Scopely, creada en California en 2011 como una start-up o empresa emergente ávida de toda la financiación que le pudiesen dar los fondos de capital riesgo, ha terminado convirtiéndose en una de las grandes multinacionales del sector de los juegos en el móvil. Su producto estrella es Monopoly Go, la versión para el teléfono móvil del popular juego sobre el capitalismo lanzada en 2023. Solo con este juego, Scopely obtiene unos ingresos de 300 millones de dólares al mes, gracias a los más de 10 millones de usuarios que tiene cada día. En total, la compañía factura más de 4.000 millones de dólares anuales, y desde que empezó ha crecido a doble dígito en casi cada ejercicio. El año pasado, el grupo Savvy Games —propiedad del fondo soberano FIP de Arabia Saudí, que entrando en distintos sectores trata de diversificar sus inversiones— compró Scopely por 4.900 millones de dólares, en la que entonces fue la sexta operación de venta más grande en el sector de los juegos para el móvil.
La transformación del mundo de las aplicaciones de juegos en el móvil en los 22 años de carrera que lleva Ferreira ha sido enorme. “A veces no se entiende la importancia que ha cogido esta industria, quizá por un tema generacional, pero es central: todos jugamos, y es la industria del entretenimiento que más facturación y usuarios tiene en el mundo”, explica en las oficinas de Scopely en Barcelona, que Ferreira visitó a finales de abril junto a otros miembros de su equipo. El sector no pasa por su mejor momento, como todas las empresas tecnológicas, y las grandes empresas han llevado a cabo recortes de personal, pero sigue siendo gigantesco: la firma de análisis Newzoo estima que en 2023 la facturación global fue de 184.000 millones de dólares —en España, según la Asociación Española de Videojuegos, la facturación fue de 2.012 millones de euros en 2022—.
Aunque España represente una parte relativamente pequeña de la facturación global, es un polo de atracción para las empresas de videojuegos, como atestiguan las distintas sedes de multinacionales de videojuego que se han asentado en España. Scopely llegó en 2017 a Barcelona y en 2020 aterrizó en Sevilla. De los más de 2.300 empleados de Scopely, unos 800 están en la capital catalana y unos 200 en Sevilla. “Somos la primera empresa de videojuegos en España por número de empleados, pero además tenemos en Barcelona la sede tecnológica global, con el desarrollo de la plataforma Playgami y muchos de nuestros productos se desarrollan desde aquí”, cuenta Ferreira, que cree que en España hay un gran potencial de talento, pero que falta tejido empresarial propio.
Nuevo socio
La venta al grupo saudí, explica Ferreira, sirvió para dar un retorno a los accionistas que habían invertido en Scopely, y también a los trabajadores a los que se les había fichado con stock options (opciones sobre acciones que las start-ups suelen dar a los trabajadores que quiere incorporar al equipo, y que en el momento de la venta convierten en dinero). “También queríamos un socio como Savvy, que nos permitiera ser muy ambiciosos con una visión de largo plazo. Nadie tiene una cuota dominante en nuestra industria, y este socio nos puede aportan apoyo financiero para crecer”, explica Ferreira, quien descarta que una salida a Bolsa hubiera sido una alternativa mejor. Algunas de las empresas con las que compite Scopely sí que optaron por salir al parqué, como Electronic Arts, que cotiza en Nasdaq, o como el gigante Activision Blizzard King, que luego dejó de cotizar al ser adquirido por Microsoft en una operación que se cerró el año pasado por 69.000 millones de dólares. Otros rivales forman parte de grandes grupos tecnológicos, como la estadounidense Riot Games, propiedad de la china Tencent.
Monopoly Go representa buena parte de los ingresos de Scopely, pero Ferreira presume de que su abanico de productos es amplio, con juegos como Stumble Guys, Marvel Strike Force, Scrabble Go, Star Trek Fleet Command o Yahtzee With Buddies, siendo este último un juego que se lanzó en 2015 y que ha ido creciendo hasta alcanzar su récord de ingresos hace dos años. “Hay negocios que siguen ahí 15 años después de lanzarlos. Esto solo lo consigues si eres capaz de mejorar el producto todos los meses, invirtiendo en desarrollo y en marketing. Lo hemos hecho con Yahtzee y lo estamos haciendo con Monopoly Go”, explica Ferreira, que cuenta que, actualmente, hay seis juegos más en desarrollo.
“Las empresas de videojuegos tradicionales no entendían bien esto”, afirma, en referencia al modelo de negocio tradicional de desarrollar un juego, publicarlo y no seguir sacando rédito. El modelo de los juegos de móvil es distinto: los juegos suelen ser gratuitos en el momento de la descarga, pero se monetiza a medida que se juegan, o si el usuario quiere acceder a más partes o elementos del juego. “Es un modelo de negocio muy asentado porque es muy bueno para el usuario, ya que puede probar y descubrir qué juego le gusta, sin barreras de entrada, y luego va mejorando invirtiendo tiempo y dinero. Y es un modelo muy bueno para las empresas, porque permite tener ingresos continuados en el tiempo”, detalla, aunque admite que lo complicado es analizar bien los datos para diseñar un juego que se mantenga a largo plazo.
Ferreira, que antes de aterrizar en Scopely en 2014 había desarrollado su carrera en el sector de los juegos en Disney, en Jamdat Mobile y en Electronic Arts, recuerda cuando jugaba de niño en su Msx 2 al Metal Gear o a los primeros de la saga Legends of Zelda. Ahora sigue jugando, sobre todo en el móvil, y con su hijo al Fornite. Todavía le quedan años en su carrera, y a juzgar por cómo puede transformarse el sector con la realidad virtual, lo que ahora suena a nuevo puede que termine pareciendo tan antiguo como la serpiente en el Nokia, tan de moda hace 20 años.
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