No sabes lo importante que es el dedo pulgar, hasta que lo pierdes. Gonzalo Santamaría, de 34 años, se encontraba un día de verano de 2016 poniendo a punto su moto justo antes de sus vacaciones. Cuando estaba desengrasando la cadena en un garaje de Fuenlabrada (Madrid), esta lo atrapó. Él solo recuerda sangre, y ser consciente de que algo había salido volando. “Me miré la mano, la envolví en un paño y le dije a mis amigos: ‘Aquí falta algo y tiene que estar por aquí, hay que buscar un dedo”. La puntita del pulgar estaba por el suelo. Al ver que su miembro estaba a salvo, entró en una nebulosa en la que le cuesta recordar detalles. En la ambulancia preguntaba a la sanitaria si el dedo “estaba salvable”. “Yo creo que sí, cosas peores he visto”, le contestó ella. En el hospital de La Paz conoció al doctor César Casado. “Fue como ver llegar a un superhéroe, se puso a mirar los informes y mi dedo y dijo: ‘Venga vamos a ello”. Ahora, el único recuerdo que queda en su cuerpo de aquella amputación son un par de cicatrices en el brazo de las que el doctor extrajo piel para colocarla en el dedo. “Mi vida con un muñón habría sido muy diferente”, sentencia.
Seguir leyendo
Salvo la cabeza, en esta unidad especial de La Paz se reimplanta de todo
El equipo especializado en amputaciones en el hospital madrileño realiza 30 cirugías al año con un 90% de éxito, pero preocupa el incremento de casos con jóvenes por acciones violentas
elpais.com