Rachel_Emmerich
New member
- Registrado
- 27 Sep 2024
- Mensajes
- 39
Ruta salvatge es una película que se parece mucho a la piel curtida de su protagonista. La aspereza de Ona, como su laconismo, fluyen con una cadencia suave y reposada. Tras el juego de piratas de La vida lliure (2017), el cineasta Marc Recha regresa con otra película de calado, un frío thriller alpino con corazón de wéstern otoñal. Con mínimos elementos y cimentada sobre códigos de género, su trama se abre a una insondable tragedia.
El personaje central del noveno largometraje del director de Las manos vacías (2003) y Petit indi (2009) es una mujer fronteriza, una outsider alejada del mundo en un solitario y majestuoso paraje de los Pirineos catalanes donde trabaja manteniendo los jardines de las casas de temporada de la Cerdaña. Un lugar solitario frente a las montañas al que un día llegan unos extraños, dos sicarios con acento de Europa del este y una chica moribunda. Como en un noir clásico, el mal se esconde detrás de unas ventanas venecianas. Y como en un viejo wéstern, los forajidos que llegan a un territorio remoto abren sin pretenderlo una herida de otro tiempo.
Ona, interpretada por una magnífica Montse Germán, resulta fascinante en su obcecado silencio. Una mujer dura y madura que ha convertido su trauma en coraza. En su huida hacia delante, ha construido un hogar en la nada, un territorio limítrofe y extraño rodeado por la imponente cordillera pirenaica. Más allá de las cumbres ocurrió algo que explica la extrema rudeza de una mujer que perdió el miedo. Todos los hombres de la película —su hijo adolescente, su mejor amigo y su amante ocasional— intentan romper el muro que rodea a una mujer a la que aman, admiran y en cierto modo temen.
Ruta salvaje se abre con el plano de una avioneta en el hangar de un pequeño aeródromo cerrado al público. La pista y el pequeño aeroplano representan un horizonte, la posibilidad de otra vida, pero también una realidad tangible encarnada por el precioso personaje que interpreta Sergi López, actor fetiche de Recha, que aquí compone con su habitual carnalidad y talento a un mecánico con un difícil papel, el de mejor amigo.
Hay muchos detalles importantes y elocuentes en ese personaje, como cuando ella lo baña después de una borrachera o sus desconsoladas lágrimas en un momento clave de la trama. De la misma manera que Recha enfrenta la belleza del paisaje a su propio misterio, sus personajes quedan definidos por ese entorno. En un lugar de paso, ellos han echado raíces mientras ella sigue atrapada en el mismo tortuoso camino.
Seguir leyendo
El personaje central del noveno largometraje del director de Las manos vacías (2003) y Petit indi (2009) es una mujer fronteriza, una outsider alejada del mundo en un solitario y majestuoso paraje de los Pirineos catalanes donde trabaja manteniendo los jardines de las casas de temporada de la Cerdaña. Un lugar solitario frente a las montañas al que un día llegan unos extraños, dos sicarios con acento de Europa del este y una chica moribunda. Como en un noir clásico, el mal se esconde detrás de unas ventanas venecianas. Y como en un viejo wéstern, los forajidos que llegan a un territorio remoto abren sin pretenderlo una herida de otro tiempo.
Ona, interpretada por una magnífica Montse Germán, resulta fascinante en su obcecado silencio. Una mujer dura y madura que ha convertido su trauma en coraza. En su huida hacia delante, ha construido un hogar en la nada, un territorio limítrofe y extraño rodeado por la imponente cordillera pirenaica. Más allá de las cumbres ocurrió algo que explica la extrema rudeza de una mujer que perdió el miedo. Todos los hombres de la película —su hijo adolescente, su mejor amigo y su amante ocasional— intentan romper el muro que rodea a una mujer a la que aman, admiran y en cierto modo temen.
Ruta salvaje se abre con el plano de una avioneta en el hangar de un pequeño aeródromo cerrado al público. La pista y el pequeño aeroplano representan un horizonte, la posibilidad de otra vida, pero también una realidad tangible encarnada por el precioso personaje que interpreta Sergi López, actor fetiche de Recha, que aquí compone con su habitual carnalidad y talento a un mecánico con un difícil papel, el de mejor amigo.
Hay muchos detalles importantes y elocuentes en ese personaje, como cuando ella lo baña después de una borrachera o sus desconsoladas lágrimas en un momento clave de la trama. De la misma manera que Recha enfrenta la belleza del paisaje a su propio misterio, sus personajes quedan definidos por ese entorno. En un lugar de paso, ellos han echado raíces mientras ella sigue atrapada en el mismo tortuoso camino.
Seguir leyendo
‘Ruta salvatge’: el fascinante retrato de una mujer fronteriza
Con códigos de ‘thriller’ y wéstern, el catalán Marc Recha se adentra en un territorio lejano de los Pirineos y en la existencia de una madre solitaria
elpais.com