Rusia e Irán sacrifican a Assad

Yessenia_Rau

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En poco más de semana y media, y después de una cabalgata relámpago de trescientos kilómetros , cruzando Siria desde Alepo hasta Damasco, los opositores al régimen de Bashar al Assad han tomado la capital siria y puesto en fuga al dictador, que no ha tardado en recibir asilo político en Moscú. Es cierto que la guerra civil siria, que adquirió gravedad tras las protestas populares de la llamada Primavera Árabe de 2011, en realidad no había terminado, pero nadie esperaba un desenlace tan rápido. Esta es una lección de manual sobre la complejidad de una región cruzada por relaciones tribales y religiosas, lealtades económicas y acuerdos políticos que no son evidentes a simple vista y que constituyen un polvorín siempre listo para estallar. Improvisar desde un país europeo en Oriente Próximo siempre es una invitación a empeorar las cosas.Bien se puede afirmar que mucho de lo ocurrido estos días en Siria es consecuencia del ataque que Hamás lanzó contra Israel en octubre de 2023. El debilitamiento de la teocracia iraní, cuya falta de eficacia militar y administrativa es un hecho, y de Hizbolá, cuyas milicias desplegadas en Siria eran fundamentales para el sostenimiento del régimen, han sido el resultado de los incisivos ataques realizados por Israel. Pocos conflictos han tenido tantas guerras cruzadas en su interior como la confrontación civil siria: una guerra entre la dictadura de los Assad que llevan cinco décadas en el poder y la oposición siria; otra entre Turquía y los sirios kurdos en el norte; otra de Estados Unidos y una coalición árabe contra el Estado Islámico desde 2014, a la que se sumó Irak en 2019, y otra de Rusia e Irán a favor de Assad desde 2015. Prueba de esta complejidad es que, pese a la derrota del Estado Islámico, proclamada por Moscú y sus aliados en diciembre de 2022, todavía hay tropas norteamericanas en el oriente del país, combatientes de Hizbolá pagados por Irán y asesores rusos en puertos sirios del Mediterráneo.La caída de Assad también es una muestra de debilidad de Vladímir Putin, que ya no contaría con los recursos para defender a su aliado. Sin embargo, como consumado experto en estrategias híbridas, no hay que olvidar que el líder ruso se apunta a cualquier crisis que conlleve caos y desestabilización. En ese sentido, si el régimen que se asienta en Siria provoca una ola de inmigración desbocada hacia Europa como la que se registró en 2016 o se convierte en cuartel general del terrorismo religioso, Putin estaría introduciendo nuevos vectores en el conflicto que mantiene con Occidente y cuya primera línea de frente pasa por la UE.El nuevo líder sirio, Abu Mohamed al Jolani, ha mostrado prudencia en la hora de la victoria, celebrada en la Gran Mezquita de los Omeyas. Aseguró que no llevará la guerra fuera de las fronteras de su país y que respetará a las minorías religiosas. Jolani, que estuvo afiliado a Al Qaida , parece haber abandonado la ideología yihadista trasnacional y apuesta por el pragmatismo. Sin embargo, su grupo sigue impregnado por sus actividades militantes y extremistas pasadas. Emisarios suyos han anunciado a varios países europeos que estarían dispuestos a disolverse para facilitar un gobierno representativo que colabore con EE.UU. y la UE, un paso aún incierto, pero deseable.

 

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