Rossy de Palma y aprender más allá de nuestras narices

Ignacio_Wiegand

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"Yo me veo de joven y era monísima. No sé por qué me veían fea. Pues es verdad que a algunos les molestaba mi nariz, pero era un problema de ellos. No voy a cambiar algo que les molesta a otros y a mí no". Rossy de Palma reflexiona sobre el físico que poníamos siempre a debate. A menudo, para sentirnos superiores mientras señalábamos al que veíamos distinto. Incluso nos mofábamos, por una mirada colectiva instruida en una alergia a la diversidad. Aunque la diversidad siempre nos enriquezca como sociedad. Es más, la diversidad es la base de la sociedad.

"Pero esa complejidad del ser humano de que me culparan a mí de algo que yo no había elegido si me abrió un mundo psicológicamente y sociológicamente muy interesante. Porque mientras ellos no veían, como yo digo, 'más allá de mis narices', yo indagaba en cómo es cada persona. ¿Cómo pueden culpar a alguien por un color de piel, por una nariz, por un no sé qué?", se preguntaba entonces y, ahora, Rossy se lo comparte a Carolina Iglesias y Victoria Martín en Estirando el chicle (disponible en Movistar Plus en vídeo y en formato podcast a través de las plataformas de audio).

Y, en el clima de empatía que consigue este programa de radio que no se escucha por la radio y se cuela por la tele, Rossy rememora como de niña en la escuela pensaba: "Cuando deje el colegio me ahorraré a todos estos necios". Aunque, al final, se ha percatado de "que el colegio no lo dejamos jamás. Es un colegio eterno el que vivimos", reivindica.

Por suerte y por desgracia, el colegio solo es el comienzo. Porque no dejamos de aprender nunca, tras lo sembrado en la educación primaria. Y, a la vez, porque tampoco dejarán de asomar, a ratos, los matones de la clase que nos juzgan por situaciones que ni siquiera hemos escogido. Da igual que no afecten nada a su vida, ellos tienen que apuntar con el dedo.

La diferencia está en que probablemente estos últimos se han perdido la primera parte: la ilustración. Suelen ser los mismos ombliguistas que sienten saberlo todo y descuidan la capacidad del descubrimiento: la cualidad de intentar conocer aquello que desconoces.

Desconfiemos hasta de nosotros mismos cuando culpabilizamos antes de intentar ponernos en el lugar del otro para entender que tal vez aquello que consideramos una tara es simplemente porque observamos el mundo con unas gafas manchadas de los prejuicios o fanatismos que nos han ido haciendo mella desde pequeñitos y que sentencian al diferente. O al que nos repetían obsesivamente que era diferente, en una cultura en la que o tu identidad entraba a presión en un estrecho carril o te estigmatizaba. Lo vemos estos días. Se ataca a la cómica LalaChus por su cuerpo, también a Bustamante. A otros directamente por su identidad.

"Hay gente que me dice ahora: 'ay, qué guapa estás. ¿Qué te has hecho?'. Es tu mirada la que ha cambiado. Yo no. Yo soy la misma. Me encanta que se haya abierto", continúa Rossy en un podcast que escucha desde la comedia cómplice. En eso también hemos cambiado algo. Ya hay risas que nos dan vergüenza, las que confundían humor con escarnio.

 

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