katlynn.christiansen
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Dice que le gusta escribir casi tanto como el pulpo. O como viajar a Italia los veranos. Pero apenas tiene tiempo para hacerlo. Es autor de un puñado de libros sobre educación y juveniles ('Me queda Madrid', 'Amordazados', 'Jaque en la red', 'Nocturno', 'Andanzas en Calcuta', 'Llora Jerusalén'), si bien en la actualidad su trabajo como consejero delegado de Ediciones Rialp le absorbe todo el tiempo… y un poco más. Ochenta títulos al año son unos cuantos títulos. Eso, y la herencia de una editorial de solera que remonta sus orígenes a 1947, cuando la fundaron un grupo de profesores universitarios con el propósito de difundir «una visión cristiana del ser humano». Antes de entrar en Rialp , donde ejerce como editor desde hace cuatro lustros, Santiago Herraiz (Vigo, 1963) se dedicaba al mundo de la enseñanza. Durante más de un decenio dirigió un colegio universitario en Madrid, y desde hace 25 años pertenece al consejo de administración de Fomento de Centros de Enseñanza. Sin embargo, dice, el universo de la educación ha cambiado sustancialmente: hoy un joven de treinta años es completamente ajeno a lo que piensa un chico de catorce. Y al final los errores cometidos a lo largo de los últimos años en este territorio «los pagas en una sociedad con cánceres notables». Del mundo de la enseñanza le secuestró el mundo editorial. Su padre biológico había sido presidente de Ediciones Rialp y su padre profesional, Miguel Arango, le preparó durante largo tiempo, antes de jubilarse, para llevar las riendas de la casa. Hasta hoy.Herraiz se admira de cómo ha conseguido la editorial mantener su independencia a lo largo del tiempoAntes de todo eso, Santiago Herraiz fue un niño que despertó a la lectura con 'El libro de las tierras vírgenes', de Rudyard Kipling , lo que después la película de Disney fijó en el imaginario colectivo como 'El libro de la selva'. Y se leyó a Julio Verne lo que se dice de pe a pa. Y que un día sintió verdaderamente hasta dónde podía llevarle un libro cuando le golpeó bien fuerte la lectura de 'El guardián entre el centeno' y los 'Nueve cuentos' de J.D. Salinger. Un compositor de canciones a los 17, y un licenciado en Derecho por la Complutense de Madrid que disfrutó más estudiando la carrera que ejerciéndola. Al echar la vista atrás sobre su propia experiencia en Rialp, Santiago Herraiz se admira de cómo ha conseguido la editorial mantener su independencia a lo largo del tiempo. Y superar los fuertes y fronteras por los que ha tenido que pasar el mundo de la edición en los últimos años. Incluidas algunas crisis que llegaron a parecer insuperables. Pero no. Ahí sigue el sello, por ejemplo con otro clásico verdadero como es la colección del Premio Adonáis para jóvenes poetas, que en su día fundó Vicente Aleixandre . Que se incorporó a la editorial en el mismo momento de su nacimiento, cuando la compró Florentino Pérez-Embid a Hispánica. Que se estrenó en Rialp con 'Alegría', de José Hierro. Que ha tenido al frente a lo largo de su historia a José Luis Cano y a Luis Jiménez Martos. Y que actualmente dirige el poeta sevillano Carmelo Guillén Acosta. Además de todas sus colecciones de historia, pensamiento, familia, poesía, educación, novela, autores cristianos…CrecimientoBajo su dirección se rescató (2016) la colección que fue largos años buque insignia de Rialp, su Biblioteca del Pensamiento Actual, que suma ya más de setenta títulos en su nueva etapa. Se potenció su espléndida serie de Historia, que ha incorporado ediciones extraordinarias, como la biografía en cinco tomos de Dostoievski, de Joseph Frank, y cuyo último título es 'Salieri, el hombre que no mató a Mozart', de Ernesto Monsalve. Y se abrieron algunas 'delicatessen', como la colección Doce Uvas, con títulos como 'El sueño de Escipión', de Cicerón, 'La democracia en América', de Tocqueville, o 'El cerezo y la palmera', de Gerardo Diego. Cada libro, como la uva, dice el editor, «dulce, barata, se come rápido y nos deja un buen sabor de boca». Puede parecer un milagro, sí, pero lo cierto es que Rialp, como la mayor parte de las editoriales españolas, goza también desde la pandemia de un aumento considerable de la venta de sus libros en papel. Un crecimiento que hoy no es explosivo, pero se mantiene. Como se mantienen en ese apenas diez por ciento (algo por encima de la media nacional) los libros digitales de la editorial. Las ventajas de leer en papel o, quizás, el cansancio de las pantallas… En todo caso, dice Herraiz, la pregunta que se reproduce cada año en los pasillos de la Feria de Frankfurt: ¿Hasta cuándo? De momento, la desaparición de libro de papel que pronosticó Bill Gates para el año 2000 no va a suceder en 2024. Ni parece que tampoco en 2025 ni en 2026… más bien al contrario. Los editores piensan. Los lectores deciden.
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