Orlando_Ebert
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La antigua carretera a Madrid, que antes era un camino real y hoy es una avenida que cambia de nombre según el pueblo que atraviesa, es la frontera de la riada que el martes de la semana pasada barrió los alrededores de Valencia. Esta kilométrica vía recta, que los voluntarios recorren cada día para llegar a las zonas más dañadas de Benetúser, Alfafar y Masanasa , parecía el sábado la 'carretera del infierno' a Bagdad en la primera guerra del Golfo. Como si les hubiera caído encima una bomba , pero de agua en lugar de fuego, a ambos lados se sucedían las montañas de vehículos despanzurrados entre restos arrastrados por la corriente: árboles, cañas, contenedores, buzones de correo…Desde el domingo, todo ha sido retirado y se ha limpiado el barro que la cubría, lo que demuestra el impulso a los trabajos de desescombro gracias a la llegada de maquinaria pesada pilotada por voluntarios y dotaciones del ejército que ejecutan las tareas con orden marcial.Pero, en las calles secundarias, el fango sigue llegando hasta las rodillas y los vecinos y voluntarios acarrean con dificultad sus enseres y bolsas de comida entre charcos marrones y pestilentes montañas de basura, cañas y barro. Hay que atravesar una de estas piscinas de lodo para llegar hasta la peluquería Susanna Estilistes , que combina el nombre de Susana Talavera y Ana Leila Fernández. Las dos estaban trabajando ese fatídico martes y, junto a sus clientas, se salvaron milagrosamente de morir ahogadas .Noticias Relacionadas estandar No «No puedo, lo lamento» Ayuso, incapaz de hacer declaraciones sobre la gestión de la DANA en Valencia estandar No El desaparecido número 1: José, el camionero que iba a jubilarse Toni Jiménez«Es verdad que, al mediodía, hubo un bando de alerta roja diciéndonos que nos fuéramos a casa pero, como lo habían dicho muchas veces y nunca había pasado nada, seguimos trabajando porque no llovía. Nos confiamos porque, aunque se puso nublado, no llovía», reconoce Susana. Al igual que todo el mundo, siguió con su faena hasta que, por la tarde, «escuchamos un ruido muy fuerte y vimos un contenedor flotando por la calle. Enseguida empezó a entrar agua por debajo de la puerta y pusimos toallas para retenerla. No era agua de lluvia, sino sucia».Los vídeos que nos enseña Ana, que acompañan a esta información, son espeluznantes y muestran esos momentos de pánico. «Pasó todo en cinco minutos. Veíamos los coches flotando y el agua iba por la mitad del escaparate. El cristal de la puerta se rompió y pensamos '¡Mierda!', pero fue milagroso porque, de lo contrario, nos habríamos quedado dentro », desgrana Susana.Gritos y llantosEntre gritos y llantos, ella y sus clientas pudieron salir y agarrarse a las rejas del edificio colindante para que no se las llevara la corriente. Pero Ana, paralizada por el miedo, se quedó atrás. Además de la fuerza del agua, sufrían la embestida de los coches arrastrados por la riada. Gracias a una furgoneta, a la que se agarró para salir del rincón en que se había quedado quieta muerta de miedo, Ana se reunió con sus amigas y se sujetó a la reja.De la primera planta, bajó su vecino Jose y, con un martillo, rompió la puerta de cristal de su portal para que las mujeres pudieran entrar tras saltar la reja. «¡Ahí está! ¡Es nuestro salvador! », chillan de emoción Susana y Ana cuando su vecino Jose, que mejora con creces al del anuncio de televisión, se asoma al balcón. Por los pelos, nunca mejor dicho, se libraron estas dos peluqueras de morir ahogadas.«Mi padre estaba solo en casa y, como tiene problemas de audición, no oyó que los vecinos estaban aporreando la puerta para sacarle»También así, en el último minuto, fue salvado Vicente León Domingo , de 78 años, en el cercano barrio Orba o Parque Alcosa, en el contiguo municipio de Alfafar. «Mi padre estaba solo en casa y, como tiene problemas de audición, no oyó que los vecinos estaban aporreando la puerta para sacarle », relata su hijo, Vicente León, mientras limpia su piso, que se ubica en la planta baja y quedó totalmente inundado. «El agua estaba ya a medio metro y, como no abría la puerta, los vecinos más jóvenes bajaron con una escalera por el patio interior, rompieron la ventana del baño y, aunque es algo estrecha, lo pudieron sacar por ahí porque mi padre está delgado», detalla León.«Si no llega a ser por ellos, habría sido fatal»Entre varios vecinos, subieron al anciano a un techado de la primera planta y desde ahí, salvando el hueco del patio de luces, lo metieron en una casa por otra ventana. «Si no llega a ser por ellos, habría sido fatal», resopla Vicente León. Tras salvar la vida de su padre, ya ha podido limpiar su piso y tirar todos los muebles y electrodomésticos, que quedaron cubiertos por el fango .«Aquí no ha acudido nadie a ayudarnos y ahora vienen a tomarse una foto para hacer política. ¿De qué? ¿De la desgracia?»A la espera de que sean recogidos con excavadoras y grúas como las que ya han despejado las avenidas principales, los restos de este gran naufragio de interior se apilan en las calles secundarias. « Aquí no ha acudido nadie a ayudarnos y ahora vienen a tomarse una foto para hacer política . ¿De qué? ¿De la desgracia?», critica Mario Herrero Soria la accidentada visita a Paiporta del Rey Felipe VI, Pedro Sánchez y Carlos Mazón . «¡Nos han dejado desamparados! ¡Esto es un Titanic español!», sentencia enojado e intentando contener las lágrimas.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Paiporta se reivindica tras los ataques al Rey: «Aquí no somos así» noticia Si La cápsula de seguridad de Sánchez evitó que recibiera un golpe directo noticia No Dana en Valencia: «Las madres necesitan carritos de bebé, sillas para el coche, ropa... de todo» noticia Si El héroe por accidente que salvó a seis ancianos en PicañaPor su parte, Lorena Roig Giner también se queja de dicha visita oficial mientras limpia la casa de su madre en la vecina Masanasa, donde el agua casi cubrió la altura de las puertas. « Los de los pueblos no somos violentos , pero estamos tristes y enfadados porque esto se podía haber evitado con una alerta». Tratando de contener sus emociones tras una mascarilla manchada de barro, clama que «lo natural no se puede evitar pero, con un aviso, la gente se refugia y no hace vida normal».
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