donavon35
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En ocasiones tan interesante es mirar al escenario como enfocar la vista hacia el público que contempla: ver con el rabillo del ojo lo importante, que es el mensaje, y ver a su vez la reacción del respetable, siempre tan imprevisible. Los días posteriores al mensaje del Rey es tan provechoso y útil analizar el discurso en sí, las sugerencias veladas, la intención oculta, la voluntad explícita, como las reacciones en la misma clase política de siempre, en el caso de que tengan clase y de que sirvan a la grandeza de la política propiamente, que es el arte de organizar la sociedad, sus desafíos y sus servicios. Habida cuenta de que el discurso del Jefe del Estado lo visa Moncloa, es de esperar que ningún cretino de la principal formación del Gobierno saque los pies del tiesto: ni Zarzuela va a arriesgar un milímetro más de lo aconsejable ni los talibanes del entorno gubernamental permitirían una excentricidad poco conveniente para sus intereses. Sin embargo están los 'outsiders'. Que, en realidad, son 'insiders', ya que forman parte del Gobierno o lo mantienen a cambio de las consabidas prebendas. Hay reacciones del público, forzadas o sobreactuadas, que confirman el acierto de las palabras emitidas. Si los enfermos de izquierdismo añoso emiten juicios extemporáneos es que el Rey ha acertado en la exposición de ideas. Si los enemigos declarados de España y de la Monarquía rebuscan en su vertedero de tópicos para emitir un juicio precipitado, eso significa que Felipe VI ha sido certero. Brumoso pero certero. Brumoso porque nunca la Monarquía puede permitirse más lujos que deslizar insinuaciones, y certero porque las alusiones al bien común y a la coordinación entre administraciones es un clamor de nuestros días. Evidentemente, hay socios del Gobierno que no están por el bien común por la sencilla razón de que son partidarios del bien particular: a independentistas vascos y catalanes no les interesa el bien del resto de los españoles, solo les preocupa el suyo y ni siquiera el de todos los suyos. Al paquete de extrema izquierda (que forma parte del Gobierno, recuerden) les parece un discurso de derechas porque el Rey no ha abogado por una república popular, sin más. Es ese tipo de república trasnochada que encarnan los Maduro y compañía la que quisieran para ustedes y nosotros; un remedo de democracia putinesca en la que siempre transiten los mismos y en la que los muros se transformen en rejas: son la colección de analfabetos que tan bien personifica la vicepresidenta Díaz y que encarnan el manifiesto fracaso histórico de unas ideas que algunos ignorantes siguen, hoy por hoy, dando por válidas.Las caras de asombro forzado de esta colección de inútiles, vividores de discursos obsoletos, enemigos de la convivencia razonable de todos los habitantes de esta península sacrificada por mor de la política de la ira, justifican de largo discursos como el de esta Nochebuena por parte de un hombre que, hay que reconocerlo, está en racha de aciertos. Para rabia del Felón.
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