Raquel y Moisés vuelven a reír al tener luz y agua en casa al sexto día: «No le damos importancia a cosas tan básicas»

Saige_Walker

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Aunque los daños materiales son cuantiosos, Moisés y Raquel vuelven a reír: el agua corriente y la luz han llegado a su casa al sexto día de la DANA que les golpeó tan fuerte. «Gracias a un amigo, Juanjo, que en Chiva salvó la vida de milagro el martes. Es nuestro ídolo y encima no nos ha cobrado», responden al teléfono entre risas después de haber llorado mucho esta semana.«Nos rompemos por dentro cada dos por tres, nos recomponemos; reímos, lloramos... Me he metido en mi ducha después de seis días y ha sido una sensación fabulosa. Me faltaban los patitos. Cuando nuestro amigo nos ha dado la luz y el agua, ha sido una felicidad... No me hubiese hecho tan feliz coger un millón de euros en billetes de encima de la mesa que, por cierto, no tenemos por las inundaciones», pone Moisés como ejemplo. «Tener agua calentita en casa nos ha sacado una sonrisa de oreja a oreja. Como si nos hubieran dado un regalo en Navidad como cuando éramos niños», compara Raquel. «No le damos importancia a cosas tan básicas como la luz y el agua hasta que te faltan», reflexiona él. «Te das cuenta de la gente que lo pasa tan mal cuando tienes esta necesidad tan básica», apunta ella, que el miércoles respondió a unos rescatistas en una zodiac que no había cadáveres en su casa, en el polígono industrial Albalat, a unos 400 metros del río Júcar. Esta noche de domingo vuelve a llover muy fuerte. «Estamos 'cagaos'», afirman. Hace tres horas que Raquel y Moisés han recibido un 'sms' de alerta nivel rojo por lluvias y han oído por megafonía que se encierren en casa, en las plantas altas. Tal es el miedo que Raquel llevó a la entrada de Algemesí a una pareja que les está ayudando a limpiar y no perdió el tiempo. Regresó inmediatamente en el coche que les ha prestado un amigo porque el suyo está para chatarra. El agua reventó hasta la puerta del maletero, y eso que estaba sobre una rampa dentro de su parcela.El agua destrozó el coche a pesar de que estaba en una rampaHan perdido además todos los enseres, muebles y alimentos que tenían en la planta baja de su casa de dos alturas en Alcira. Precisamente tener dos pisos les salvó de una experiencia funesta todavía más amarga. La noche del martes, el agua alcanzó el metro y 41 centímetros de altura en poco tiempo y pudieron subir a las habitaciones, en la planta superior, todo lo que han salvado.Sus dos perros tardaron en hacer sus necesidades dentro porque no estaban acostumbrados. Pero los animales no tuvieron otra salida, ya que hasta el jueves no pudieron pisar al calle, aprovechando que la altura del agua bajó a los cincuenta centímetros. «Estábamos como en una isla de la que no podíamos salir», recuerda Moisés, que pudieron ducharse en el taller de su hermano al tercer día.Con una bomba antigua «de hace 50 años» que les prestaron, han logrado sacar cerca de tres millones de litros de agua y fango durante dos días, según el cálculo de Moisés al multiplicar la superficie de su parcela, unos 2.250 metros cuadrados, por la altura que alcanzó el agua. «No nos entendíamos del ruido que hacía la bomba, pero eso sacaba una barbaridad con la boca de diez o quince centímetros que tiene...», dice agradecido. «Pero, bueno, tenemos que tirar para adelante».Noticia Relacionada estandar No El solo de clarinete de un joven toledano «para expresar en música lo que no puedo poner en palabras» Manuel Moreno «Hoy nuestro corazón con las víctimas», recuerda el guitarrista y cantaor flamenco Ricardo Fernández del Moral en un concierto en Vancouver (Canadá)Él tiene graves problemas en la espalda, aunque no ha tenido más narices, por no decir otra cosa más fuerte, que «tirar de rastrillo». Tienen un barrizal de lodo que les llevará muchos días quitarlo. «Va para largo», dice Raquel, emocionada por la ayuda y los ánimos que han recibido de muchos amigos de distintos puntos de España.Muebles, enseres y alimentos echados a perder -«la casa ya olía a podrido», apunta ella-, están en la puerta de la parcela esperando que el ayuntamiento los recoja. No son los únicos que aguardan impacientemente; también están igual empresas instaladas en este polígono. Pero eso es lo de menos. «Lo importante es que lo podemos contar», afirman Raquel y Moisés, compungidos por los efectos de la DANA en Valencia y otros puntos de España.

 

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