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JORDI ARRESE
Guest
Ahora que Rafa se despide, me vienen a la cabeza todos esos buenos recuerdos que compartimos juntos, desde aquel episodio de la Copa Davis en Sevilla —un buen empujón para él— hasta la primera vez que le vi jugar. Rebobino y veo a ese chaval que con 12 o 13 años, en un challenger de Bonasport (Barcelona), ya me impactó muchísimo porque tenía una energía descomunal, muy fuera de lo normal. Sin embargo, lo que más me impresionó fue su mentalidad; mientras el resto de los niños eran eso, nada más que niños, él competía ya como un adulto. En ese sentido, y creo que no es ningún secreto, creo que Toni ha sido fundamental y el hombre del que más he aprendido. Más allá de lo meramente técnico, su tío incidió desde el principio en la mentalidad y le preparó para que ningún factor exterior le afectase o le condicionase.
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Rafa Nadal, un hombre entre niños
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