Mateo_Koss
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La agencia que representa a Quevedo está ubicada a unos metros del mercado de Tirso de Molina, en el barrio de Puerta del Ángel, en el distrito madrileño de Latina. No hay ningún cartel que indique que en esta oficina a pie de calle, entre tiendas de alimentación y pisos viejos donde las banderas de España ondean junto a la ropa recién tendida, opera Taste The Floor, la firma de management que lleva la carrera de una de las mayores estrellas de la música urbana en español. Los jubilados que van y vienen por la calle con sus carros de la compra no sospechan que aquí se ha gestado Buenas noches, el nuevo y esperado disco de uno de los grandes ídolos de la generación Z. El equipo de Pedro Luis Domínguez Quevedo (Madrid, 22 años) ha propuesto que la conversación con el artista tenga lugar en esta oficina de paredes ligeramente desconchadas, lejos de los lujos y artificios de las discográficas multinacionales con las que Quevedo se niega a trabajar. “Este es un lugar auténtico, como Pedro”, explican desde la agencia que tuvo el olfato de fichar al canario antes de su eclosión. Pero unas horas antes de la entrevista, su jefe de prensa avisa que, tras el primer encuentro con El País Semanal para la sesión de fotos, la conversación tendrá que seguir en esta ocasión por videollamada. La versión oficial es que el músico ha perdido su vuelo en Canarias.
Quevedo tiene su propia versión. “Perdón, estoy saliendo del fisio porque casi no puedo ni moverme”, se excusa al otro lado de la pantalla. Viaja en el asiento del copiloto de un coche que lo está llevando a la casa de sus padres, en Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad donde creció. Dice que la isla es el único lugar en el mundo donde puede estar tranquilo y disfrutar de pequeñas cosas como comer con su madre, pasear con su hermana o pasar tiempo con su padre, que es quien gestiona sus finanzas. Es martes 22 de octubre, faltan algunas semanas para que salga su álbum. Se le ve un poco nervioso. Lleva puestos unos cascos enormes y se esconde bajo una gorra de la marca de lujo Kenzo. “Creo que mi dolor de cuello tiene que ver con la tensión. Más que nervios, creo que tengo ansiedad…, ansiedad por quitarme ya este peso de encima”, reconoce. El peso del que habla es Buenas noches, su segundo disco, su regreso a los focos después de nueve meses de ausencia.
¿Qué es lo que le genera tanta ansiedad?
Volver. Estar de vuelta. Saber qué opina la gente, saber si les gusta…
A finales de enero, Quevedo anunció un parón en su meteórica carrera: de albañil a estrella fulgurante de la música en castellano. “No soy una máquina, necesito un respiro. Quería despedirme de ustedes, darles las gracias por lo que han hecho conmigo. Ha sido increíble, espero en un futuro poder hacer otra gira y poder verlos en los shows”, admitió en una conexión en vídeo en directo con sus millones de seguidores en Instagram. Había pasado justo un año desde la publicación de su primer álbum, Donde quiero estar, y se suponía que estaba donde quería: en la cima. Era el artista que más discos había vendido en España en 2023, lideraba las listas mundiales de reproducciones en Spotify y tenía 38 millones de oyentes mensuales.
El anuncio desconcertó a sus seguidores y dio rienda suelta a los medios de comunicación para publicar todo tipo de especulaciones sobre los motivos del impasse. El músico vació de contenidos sus redes sociales y desapareció. No quiso hacer entrevistas ni dar más explicaciones, pero publicó una “última” canción, La última, en la que dio pistas sobre lo que estaba viviendo: “El dinero me cambió, pero a veces no paro ‘e llorar… Todo era tan puro que donde quería estar era donde estaba cuando no tenía nada… Necesito ir a Los Brezos y ver mi ropa por el suelo. Verme a mí jugando a ser rapero y reguetonero…”.
“Escribí La última en noviembre del año pasado. Ahí es cuando tomé la decisión de no hacer gira en 2024, de no sacar nada, de tomarme un año de descanso. Me sentía vacío, sentía que no tenía tiempo para mí, que todavía no había encontrado la forma de llevar una vida con la que estuviera cómodo teniendo en cuenta el éxito en la música. Sentía que tenía que reorganizar toda mi vida para volver con más fuerza”, recuerda. “La última fue un desahogo, aunque no me gusta hacer pensar a la gente que todo es tan malo como lo pinto en el tema”, aclara. Su equipo asegura a El País Semanal que llegó a pensar en dejarlo todo, en deshacerse de todo lo que había conseguido para empezar de nuevo.
¿Realmente pensó en dejarlo todo?
Sí, obviamente pensé en dejarlo todo. Te mentiría si te dijera que no. A todo el mundo le pasa. Son momentos en los que no piensas con claridad porque en el fondo yo sé que esto es lo que quiero hacer durante un montón de tiempo. Pero cuando las cosas te superan, o no tienes las herramientas para gestionarlo bien, lo más fácil es tirar todo por la borda: parar y quitarse. En mi caso no fue un pensamiento recurrente.
¿Exactamente en qué momento tuvo ese pensamiento?
En el momento que compuse La última, el año pasado. Iba a terminar mi gira por Latinoamérica y se me estaba haciendo muy cuesta arriba. No la gira en sí misma, que fue increíble. Pero sentía que me había olvidado de muchas cosas que forman parte de mí. No estaba disfrutando.
¿De qué se había olvidado?
Ya no pasaba tiempo solo, no tenía ratos para mí. Estaba haciendo música de manera apresurada, casi sin tiempo porque iba de un sitio a otro. No estaba probando cosas nuevas en el estudio, que es lo que realmente me gusta. Como te decía, no estaba disfrutando.
Desde que publicó Cayó la noche Remix, allá por 2022, no ha parado de sacar temas virales. Ese mismo verano explotó el fenómeno de ‘BZRP Music Sessions, Vol. 52′ (más conocida como Quédate), el tema junto al DJ y productor argentino Bizarrap que le hizo ascender al número uno mundial, por encima de Taylor Swift, Rosalía, Harry Styles o Bad Bunny, y que ya acumula más de 1.700 millones de reproducciones. Quevedo es el primer español que ha conseguido el número uno en Spotify Global. Desde entonces, ha encadenado un éxito tras otro: Columbia, Punto G, Vista al mar, Playa del Inglés, Wanda, Sin señal… “Después de un año y medio sin parar un solo día, necesitaba vacaciones. En estos meses he trabajado en el nuevo disco, pero sobre todo he estado de vacaciones. He viajado con mi familia, he estado mucho con mis amigos, he pasado el verano muy tranquilo. He tenido tiempo para mí mismo y he vuelto a hacer deporte”, dice. “Me ha servido para volver a poner mi cabeza en orden y decir: vale, puedo seguir para adelante con todo esto, que es lo que he querido siempre. No tengo por qué estar estresado ni sufriendo por hacer lo que me gusta”.
¿Ha necesitado ayuda profesional durante este proceso?
Cien por cien. Hubo mucho tiempo que no estuve yendo, pero no hace tanto he vuelto a retomarlo. Es algo que también necesitaba. Todo el mundo necesita ayuda profesional para gestionar las cosas. La vida no es perfecta, siempre hay cosas que pasan, cosas que te desestabilizan por momentos.
¿Qué ha aprendido en este último año?
Que tengo que vivir más el presente. Yo me anticipo mucho a lo que pueda pasar, siempre estoy pensando en el futuro. Quiero empezar a disfrutar de todo lo bueno que me pasa. Soy un afortunado. Siento que soy una persona con talento, que ha trabajado para estar donde está, pero como yo hay millones de personas. Soy único y especial, pero hay un montón de gente única y especial a la que le encantaría vivir la experiencia que estoy viviendo en la música. Me toca disfrutarlo y dar el máximo que pueda.
Quevedo lleva dos años trabajando en secreto en Buenas noches. En el mes de julio volvió a las redes sociales —tiene 3,4 millones de seguidores en Instagram y 2,7 millones en TikTok—. En septiembre activó la cuenta atrás para el lanzamiento y empezó a dar pistas sobre el título del álbum: una foto de una Luna, La noche estrellada de Van Gogh, un reloj de Buenos Aires, otro de Nueva York… Algunos de los temas los escribió en Las Palmas de Gran Canaria. Otros, en Lanzarote, Madrid y Miami. Siempre supo que este disco se llamaría Buenas noches. “Soy muy nocturno. Durante la noche tengo más tiempo para pensar. Es cuando más puedo trabajar y cuando más inspiración tengo. Por eso tenía claro el nombre del disco”, explica. “Aunque este año he cogido nuevas rutinas. Intento llevar una vida más ordenada, levantarme más temprano, hacer más cosas durante el día, aprovechar las horas de sol…”.
Solo tiene 22 años, pero parece tener claras muchas cosas. Tiene claro que no quiere trabajar con ninguna de las grandes discográficas —no quiere ser un número más dentro de una multinacional— y para este disco ha preferido firmar con Rimas, el sello independiente de música urbana que lanzó a Bad Bunny. “Mi intuición me decía que tocaba probar. No quiero quedarme con una espinita por miedo a salir de mi zona de confort”, dice. De la mano de Rimas espera crecer en mercados clave como Estados Unidos y Latinoamérica. También tenía claro que quería volver a trabajar con sus cuatro productores de confianza, BlueFire, Garabatto, Gio y Kiddo. Y que este álbum tenía que salir un día 7 (iba a salir el 7 de noviembre en una listening party, una escucha multitudinaria, pero debido a la tragedia provocada por la dana el artista ha decidido aplazar el lanzamiento). “Es un número especial para mí. Hay algo de superstición”, reconoce. Nació un 7 de diciembre y recuerda que cuando cumplió 7 años, empezó a coger la guagua 7 para ir al colegio. En clase, por su primer apellido, Domínguez, siempre le tocaba el número 7 de lista. Cristiano Ronaldo, su jugador de fútbol favorito, llevaba el número 7. El 7 de julio de 2022, sacó la sesión con Bizarrap que lo catapultó a la fama mundial. Al año siguiente, el 7 de julio de 2023, lanzó Columbia, su segunda canción más escuchada.
Uno de sus temas favoritos del nuevo álbum es el número ٧. Se titula 14 febreros y es una colaboración con Sin Nombre, un músico dominicano casi desconocido. A la hora de colaborar con otros artistas, no se guía por los números o por lo que le conviene por el mercado. “Pedro hace lo que le da la gana”, dice Carlos Mata, su mánager. “Sin Nombre es uno de los artistas que más he escuchado este año y me ha inspirado un montón. Por eso quería incluir una colaboración con él. Solo me guío por la gente que me inspira y que me motiva a hacer música”, explica el propio Pedro.
En Buenas noches han participado artistas tan variados como la princesa pop Aitana — “conecté mucho con su disco anterior”—, el rapero La Pantera —“es amigo mío y ha evolucionado mucho en su música”—, el trapero Yung Beef —“es una leyenda de la música urbana en España, para mí es el que cambió todo”— o Pitbull — ”¿quién no quiere hacer cosas con Pitbull?”—. El resultado es un disco de 18 canciones, 43 minutos y 16 segundos en los que hay poco reguetón, pero en los que Quevedo sigue sonando a Quevedo. La voz ronca está ahí, las melodías pegadizas para perrear están ahí y tampoco faltan las letras atrevidas sobre el amor, el sexo, las drogas y la fiesta. Pero también hay una incursión en nuevos sonidos: desde ‘Duro’, tema muy bailable, hasta el más pop Gran Vía, pasando por una semibalada titulada ‘Qué asco de todo’. “No es un álbum de reguetón, de salsa o de bachata. Tiene un poco de todo. Hay muchas esencias mías y cosas nuevas. Han salido aspectos de mí que a lo mejor ni yo conocía tanto”, dice el artista.
Hay una evolución, una madurez, pero él mismo aclara que no pretende ser lo que todavía no es. “Tampoco es que lleve 10 años sin sacar música y que ahora vuelva hecho un hombre. Ha pasado poco tiempo, pero he cambiado mucho: me voy acostumbrando a esta vida, estoy más relajado, disfruto más de las cosas, y al final eso te da una perspectiva nueva de todo”, explica. “Pero sigo siendo un pibe de 22 que canta a pibes de 22″. ‘Kassandra’, el focus track (carta de presentación) del disco, cuenta la historia de amor de una noche entre un chico normal y una chica famosa. “Las situaciones que cuento en mis canciones suelen ser ficticias, yo tengo pareja desde hace cuatro años, pero sí que me siento reflejado en muchas cosas de las que hablo en este tema y en otros. En ‘Kassandra’ me identifico con la diferencia entre dos mundos”.
Quevedo está todo el rato moviéndose entre dos mundos. Vive entre Las Palmas y Madrid, entre la normalidad que encuentra en su tierra y todo lo extraordinario que vive fuera. Pero insiste en que quiere seguir siendo ese pibe de 22 años que cuenta las historias que interesan a las chicas y chicos de su edad.
¿Le preocupa perder la conexión que tiene con su generación?
No creo que eso pase. Tengo muchos amigos de mi edad y veo sus vidas. Obviamente son distintas a la mía, pero hay algo que nos une: la edad, la maduración, las situaciones que nos pasan, las relaciones de pareja, las relaciones con las amistades…
Pero usted, a diferencia de otros pibes, sí puede comprarse una casa…
Todavía no me he comprado una casa. Vivo de alquiler en Madrid y cuando estoy en Las Palmas me sigo quedando en casa de mis padres.
Los jóvenes españoles tienen muchas dificultades para acceder a una vivienda, ¿cómo ve esa problemática?
Es difícil. Tengo amigos que están estudiando fuera de Las Palmas y que no pueden pagar el alquiler. Obviamente eso no ayuda a prosperar en la vida. Soy muy consciente de que hay mucha gente de mi edad que no tiene las oportunidades que yo tengo. No tener oportunidades es una putada. Eso le mata los sueños a la gente, le mata la ilusión a la gente. Todo el mundo debería darse cuenta de lo que está pasando.
Ha conseguido lo que muchos chavales quieren. ¿Es consciente de que es un héroe para su generación?
No me gusta verlo así. Yo lo que quiero es que la gente se vea reflejada en mí, pero no quiero ser un héroe o un ejemplo a seguir. No me gusta que me idealicen porque soy humano. Cometo errores, hago unas cosas bien y otras mal, como todo el mundo.
En verano de 2022, la BZRP Music Sessions, Vol. 52 estuvo durante semanas en el número uno mundial de Spotify. Junto al éxito también llegaron las críticas negativas, algunas de las cuales auguraron poco futuro al fenómeno. Quevedo tenía por entonces 20 años y todo aquello le afectó. Más de dos años después, Quédate sigue estando muy presente en el inconsciente colectivo. En abril, miles de militantes del PSOE se concentraron en Ferraz para pedir a Pedro Sánchez que se quedara en el Gobierno entonando la canción de Quevedo y Bizarrap. Ahora, Pedro (Quevedo, no Sánchez) ya sabe que la fama puede ser un campo minado, un terreno regado de inseguridades y ansiedad. Lleva meses preparándose para hacer frente a las minas. Están las críticas: “Que la gente opine lo que quiera, me da igual. Pero tampoco te voy a mentir, leeré las críticas que se escriban sobre Buenas noches. Sé que no le puede gustar a todo el mundo”. Está la presión por el número de escuchas: “Es imposible que no te importen, pero hago la música que hago porque el cuerpo me lo pide. Si estoy seguro de lo que voy a sacar, para mí nunca va a ser un fracaso”. Y están los bulos: “Llegaron a decir que no cantaba en directo. Obviamente es mentira”.
Ahora también están los comentarios sobre su nueva imagen, el severo escrutinio sobre su físico. Ha perdido peso en estos meses. Está más delgado y fibrado y se ha escrito mucho al respecto. Unos han aplaudido su renovado aspecto, otros han cuestionado sus motivaciones. Algunos han aprobado sus nuevos músculos, otros han lamentado que haya que tener músculos para ser aprobado. “El cambio es notorio y no pretendo que nadie diga nada. Era normal que se comente. Pero algunos medios solo han hablado de eso y eso no me gustó”, lamenta. Sobre sus motivaciones, aclara: “Es tan sencillo como que toda la vida he sido deportista. Siempre he jugado al fútbol y al baloncesto, pero lo dejé por la música. No tenía tiempo por los conciertos y las giras y también dejé de cuidar mi alimentación. Hace un año decidí retomar el deporte y cuidarme con la comida y me ha sentado bien, tanto para el físico como para mi cabeza”.
Entiende el revuelo mediático, pero aclara que no tiene que dar más explicaciones. “Yo no voy a engañar a nadie: me veo mejor y me gusta. Me encanta verme así, atlético y con confianza en mí mismo. Pero no creo que sea algo a lo que haya que darle demasiada importancia. Yo hago música y no estoy aquí para que me juzguen por mi imagen”, zanja. Y añade: “Y si el día de mañana me dan ganas de dejar el deporte y volver a comer como me dé la gana, no debería haber repercusión”.
Quevedo parece conseguir todo lo que se propone, aunque quién sabe con qué sueña un pibe que ya lo ha conseguido todo. “Todavía me quedan un montón de sueños por cumplir. He conseguido un montón de cosas que jamás pensé que podía lograr, pero me queda grabar con un montón de gente a la que considero ídolos y hacer conciertos por todo el mundo”, responde. Quiere colaborar con Bad Bunny, Rosalía y Ariana Grande y quiere repetir con artistas como Myke Towers o Duki. Quiere cantar en su ciudad, en el estadio de Gran Canaria, pero también en el Bernabéu, el Camp Nou o el River de Buenos Aires. Hasta no hace mucho, tenía pavor a volar en avión. Lo ha superado: “Ahora vuelo tranquilo, ya no me da miedo”.
Lo de haber perdido el miedo a volar es una buena metáfora…
Totalmente. Estoy en ese punto, de disfrutar de todo lo que he construido.
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Quevedo tiene su propia versión. “Perdón, estoy saliendo del fisio porque casi no puedo ni moverme”, se excusa al otro lado de la pantalla. Viaja en el asiento del copiloto de un coche que lo está llevando a la casa de sus padres, en Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad donde creció. Dice que la isla es el único lugar en el mundo donde puede estar tranquilo y disfrutar de pequeñas cosas como comer con su madre, pasear con su hermana o pasar tiempo con su padre, que es quien gestiona sus finanzas. Es martes 22 de octubre, faltan algunas semanas para que salga su álbum. Se le ve un poco nervioso. Lleva puestos unos cascos enormes y se esconde bajo una gorra de la marca de lujo Kenzo. “Creo que mi dolor de cuello tiene que ver con la tensión. Más que nervios, creo que tengo ansiedad…, ansiedad por quitarme ya este peso de encima”, reconoce. El peso del que habla es Buenas noches, su segundo disco, su regreso a los focos después de nueve meses de ausencia.
¿Qué es lo que le genera tanta ansiedad?
Volver. Estar de vuelta. Saber qué opina la gente, saber si les gusta…
A finales de enero, Quevedo anunció un parón en su meteórica carrera: de albañil a estrella fulgurante de la música en castellano. “No soy una máquina, necesito un respiro. Quería despedirme de ustedes, darles las gracias por lo que han hecho conmigo. Ha sido increíble, espero en un futuro poder hacer otra gira y poder verlos en los shows”, admitió en una conexión en vídeo en directo con sus millones de seguidores en Instagram. Había pasado justo un año desde la publicación de su primer álbum, Donde quiero estar, y se suponía que estaba donde quería: en la cima. Era el artista que más discos había vendido en España en 2023, lideraba las listas mundiales de reproducciones en Spotify y tenía 38 millones de oyentes mensuales.
El anuncio desconcertó a sus seguidores y dio rienda suelta a los medios de comunicación para publicar todo tipo de especulaciones sobre los motivos del impasse. El músico vació de contenidos sus redes sociales y desapareció. No quiso hacer entrevistas ni dar más explicaciones, pero publicó una “última” canción, La última, en la que dio pistas sobre lo que estaba viviendo: “El dinero me cambió, pero a veces no paro ‘e llorar… Todo era tan puro que donde quería estar era donde estaba cuando no tenía nada… Necesito ir a Los Brezos y ver mi ropa por el suelo. Verme a mí jugando a ser rapero y reguetonero…”.
“Escribí La última en noviembre del año pasado. Ahí es cuando tomé la decisión de no hacer gira en 2024, de no sacar nada, de tomarme un año de descanso. Me sentía vacío, sentía que no tenía tiempo para mí, que todavía no había encontrado la forma de llevar una vida con la que estuviera cómodo teniendo en cuenta el éxito en la música. Sentía que tenía que reorganizar toda mi vida para volver con más fuerza”, recuerda. “La última fue un desahogo, aunque no me gusta hacer pensar a la gente que todo es tan malo como lo pinto en el tema”, aclara. Su equipo asegura a El País Semanal que llegó a pensar en dejarlo todo, en deshacerse de todo lo que había conseguido para empezar de nuevo.
¿Realmente pensó en dejarlo todo?
Sí, obviamente pensé en dejarlo todo. Te mentiría si te dijera que no. A todo el mundo le pasa. Son momentos en los que no piensas con claridad porque en el fondo yo sé que esto es lo que quiero hacer durante un montón de tiempo. Pero cuando las cosas te superan, o no tienes las herramientas para gestionarlo bien, lo más fácil es tirar todo por la borda: parar y quitarse. En mi caso no fue un pensamiento recurrente.
¿Exactamente en qué momento tuvo ese pensamiento?
En el momento que compuse La última, el año pasado. Iba a terminar mi gira por Latinoamérica y se me estaba haciendo muy cuesta arriba. No la gira en sí misma, que fue increíble. Pero sentía que me había olvidado de muchas cosas que forman parte de mí. No estaba disfrutando.
¿De qué se había olvidado?
Ya no pasaba tiempo solo, no tenía ratos para mí. Estaba haciendo música de manera apresurada, casi sin tiempo porque iba de un sitio a otro. No estaba probando cosas nuevas en el estudio, que es lo que realmente me gusta. Como te decía, no estaba disfrutando.
Desde que publicó Cayó la noche Remix, allá por 2022, no ha parado de sacar temas virales. Ese mismo verano explotó el fenómeno de ‘BZRP Music Sessions, Vol. 52′ (más conocida como Quédate), el tema junto al DJ y productor argentino Bizarrap que le hizo ascender al número uno mundial, por encima de Taylor Swift, Rosalía, Harry Styles o Bad Bunny, y que ya acumula más de 1.700 millones de reproducciones. Quevedo es el primer español que ha conseguido el número uno en Spotify Global. Desde entonces, ha encadenado un éxito tras otro: Columbia, Punto G, Vista al mar, Playa del Inglés, Wanda, Sin señal… “Después de un año y medio sin parar un solo día, necesitaba vacaciones. En estos meses he trabajado en el nuevo disco, pero sobre todo he estado de vacaciones. He viajado con mi familia, he estado mucho con mis amigos, he pasado el verano muy tranquilo. He tenido tiempo para mí mismo y he vuelto a hacer deporte”, dice. “Me ha servido para volver a poner mi cabeza en orden y decir: vale, puedo seguir para adelante con todo esto, que es lo que he querido siempre. No tengo por qué estar estresado ni sufriendo por hacer lo que me gusta”.
¿Ha necesitado ayuda profesional durante este proceso?
Cien por cien. Hubo mucho tiempo que no estuve yendo, pero no hace tanto he vuelto a retomarlo. Es algo que también necesitaba. Todo el mundo necesita ayuda profesional para gestionar las cosas. La vida no es perfecta, siempre hay cosas que pasan, cosas que te desestabilizan por momentos.
¿Qué ha aprendido en este último año?
Que tengo que vivir más el presente. Yo me anticipo mucho a lo que pueda pasar, siempre estoy pensando en el futuro. Quiero empezar a disfrutar de todo lo bueno que me pasa. Soy un afortunado. Siento que soy una persona con talento, que ha trabajado para estar donde está, pero como yo hay millones de personas. Soy único y especial, pero hay un montón de gente única y especial a la que le encantaría vivir la experiencia que estoy viviendo en la música. Me toca disfrutarlo y dar el máximo que pueda.
Quevedo lleva dos años trabajando en secreto en Buenas noches. En el mes de julio volvió a las redes sociales —tiene 3,4 millones de seguidores en Instagram y 2,7 millones en TikTok—. En septiembre activó la cuenta atrás para el lanzamiento y empezó a dar pistas sobre el título del álbum: una foto de una Luna, La noche estrellada de Van Gogh, un reloj de Buenos Aires, otro de Nueva York… Algunos de los temas los escribió en Las Palmas de Gran Canaria. Otros, en Lanzarote, Madrid y Miami. Siempre supo que este disco se llamaría Buenas noches. “Soy muy nocturno. Durante la noche tengo más tiempo para pensar. Es cuando más puedo trabajar y cuando más inspiración tengo. Por eso tenía claro el nombre del disco”, explica. “Aunque este año he cogido nuevas rutinas. Intento llevar una vida más ordenada, levantarme más temprano, hacer más cosas durante el día, aprovechar las horas de sol…”.
Solo tiene 22 años, pero parece tener claras muchas cosas. Tiene claro que no quiere trabajar con ninguna de las grandes discográficas —no quiere ser un número más dentro de una multinacional— y para este disco ha preferido firmar con Rimas, el sello independiente de música urbana que lanzó a Bad Bunny. “Mi intuición me decía que tocaba probar. No quiero quedarme con una espinita por miedo a salir de mi zona de confort”, dice. De la mano de Rimas espera crecer en mercados clave como Estados Unidos y Latinoamérica. También tenía claro que quería volver a trabajar con sus cuatro productores de confianza, BlueFire, Garabatto, Gio y Kiddo. Y que este álbum tenía que salir un día 7 (iba a salir el 7 de noviembre en una listening party, una escucha multitudinaria, pero debido a la tragedia provocada por la dana el artista ha decidido aplazar el lanzamiento). “Es un número especial para mí. Hay algo de superstición”, reconoce. Nació un 7 de diciembre y recuerda que cuando cumplió 7 años, empezó a coger la guagua 7 para ir al colegio. En clase, por su primer apellido, Domínguez, siempre le tocaba el número 7 de lista. Cristiano Ronaldo, su jugador de fútbol favorito, llevaba el número 7. El 7 de julio de 2022, sacó la sesión con Bizarrap que lo catapultó a la fama mundial. Al año siguiente, el 7 de julio de 2023, lanzó Columbia, su segunda canción más escuchada.
Uno de sus temas favoritos del nuevo álbum es el número ٧. Se titula 14 febreros y es una colaboración con Sin Nombre, un músico dominicano casi desconocido. A la hora de colaborar con otros artistas, no se guía por los números o por lo que le conviene por el mercado. “Pedro hace lo que le da la gana”, dice Carlos Mata, su mánager. “Sin Nombre es uno de los artistas que más he escuchado este año y me ha inspirado un montón. Por eso quería incluir una colaboración con él. Solo me guío por la gente que me inspira y que me motiva a hacer música”, explica el propio Pedro.
En Buenas noches han participado artistas tan variados como la princesa pop Aitana — “conecté mucho con su disco anterior”—, el rapero La Pantera —“es amigo mío y ha evolucionado mucho en su música”—, el trapero Yung Beef —“es una leyenda de la música urbana en España, para mí es el que cambió todo”— o Pitbull — ”¿quién no quiere hacer cosas con Pitbull?”—. El resultado es un disco de 18 canciones, 43 minutos y 16 segundos en los que hay poco reguetón, pero en los que Quevedo sigue sonando a Quevedo. La voz ronca está ahí, las melodías pegadizas para perrear están ahí y tampoco faltan las letras atrevidas sobre el amor, el sexo, las drogas y la fiesta. Pero también hay una incursión en nuevos sonidos: desde ‘Duro’, tema muy bailable, hasta el más pop Gran Vía, pasando por una semibalada titulada ‘Qué asco de todo’. “No es un álbum de reguetón, de salsa o de bachata. Tiene un poco de todo. Hay muchas esencias mías y cosas nuevas. Han salido aspectos de mí que a lo mejor ni yo conocía tanto”, dice el artista.
Hay una evolución, una madurez, pero él mismo aclara que no pretende ser lo que todavía no es. “Tampoco es que lleve 10 años sin sacar música y que ahora vuelva hecho un hombre. Ha pasado poco tiempo, pero he cambiado mucho: me voy acostumbrando a esta vida, estoy más relajado, disfruto más de las cosas, y al final eso te da una perspectiva nueva de todo”, explica. “Pero sigo siendo un pibe de 22 que canta a pibes de 22″. ‘Kassandra’, el focus track (carta de presentación) del disco, cuenta la historia de amor de una noche entre un chico normal y una chica famosa. “Las situaciones que cuento en mis canciones suelen ser ficticias, yo tengo pareja desde hace cuatro años, pero sí que me siento reflejado en muchas cosas de las que hablo en este tema y en otros. En ‘Kassandra’ me identifico con la diferencia entre dos mundos”.
Quevedo está todo el rato moviéndose entre dos mundos. Vive entre Las Palmas y Madrid, entre la normalidad que encuentra en su tierra y todo lo extraordinario que vive fuera. Pero insiste en que quiere seguir siendo ese pibe de 22 años que cuenta las historias que interesan a las chicas y chicos de su edad.
¿Le preocupa perder la conexión que tiene con su generación?
No creo que eso pase. Tengo muchos amigos de mi edad y veo sus vidas. Obviamente son distintas a la mía, pero hay algo que nos une: la edad, la maduración, las situaciones que nos pasan, las relaciones de pareja, las relaciones con las amistades…
Pero usted, a diferencia de otros pibes, sí puede comprarse una casa…
Todavía no me he comprado una casa. Vivo de alquiler en Madrid y cuando estoy en Las Palmas me sigo quedando en casa de mis padres.
Los jóvenes españoles tienen muchas dificultades para acceder a una vivienda, ¿cómo ve esa problemática?
Es difícil. Tengo amigos que están estudiando fuera de Las Palmas y que no pueden pagar el alquiler. Obviamente eso no ayuda a prosperar en la vida. Soy muy consciente de que hay mucha gente de mi edad que no tiene las oportunidades que yo tengo. No tener oportunidades es una putada. Eso le mata los sueños a la gente, le mata la ilusión a la gente. Todo el mundo debería darse cuenta de lo que está pasando.
Ha conseguido lo que muchos chavales quieren. ¿Es consciente de que es un héroe para su generación?
No me gusta verlo así. Yo lo que quiero es que la gente se vea reflejada en mí, pero no quiero ser un héroe o un ejemplo a seguir. No me gusta que me idealicen porque soy humano. Cometo errores, hago unas cosas bien y otras mal, como todo el mundo.
En verano de 2022, la BZRP Music Sessions, Vol. 52 estuvo durante semanas en el número uno mundial de Spotify. Junto al éxito también llegaron las críticas negativas, algunas de las cuales auguraron poco futuro al fenómeno. Quevedo tenía por entonces 20 años y todo aquello le afectó. Más de dos años después, Quédate sigue estando muy presente en el inconsciente colectivo. En abril, miles de militantes del PSOE se concentraron en Ferraz para pedir a Pedro Sánchez que se quedara en el Gobierno entonando la canción de Quevedo y Bizarrap. Ahora, Pedro (Quevedo, no Sánchez) ya sabe que la fama puede ser un campo minado, un terreno regado de inseguridades y ansiedad. Lleva meses preparándose para hacer frente a las minas. Están las críticas: “Que la gente opine lo que quiera, me da igual. Pero tampoco te voy a mentir, leeré las críticas que se escriban sobre Buenas noches. Sé que no le puede gustar a todo el mundo”. Está la presión por el número de escuchas: “Es imposible que no te importen, pero hago la música que hago porque el cuerpo me lo pide. Si estoy seguro de lo que voy a sacar, para mí nunca va a ser un fracaso”. Y están los bulos: “Llegaron a decir que no cantaba en directo. Obviamente es mentira”.
Ahora también están los comentarios sobre su nueva imagen, el severo escrutinio sobre su físico. Ha perdido peso en estos meses. Está más delgado y fibrado y se ha escrito mucho al respecto. Unos han aplaudido su renovado aspecto, otros han cuestionado sus motivaciones. Algunos han aprobado sus nuevos músculos, otros han lamentado que haya que tener músculos para ser aprobado. “El cambio es notorio y no pretendo que nadie diga nada. Era normal que se comente. Pero algunos medios solo han hablado de eso y eso no me gustó”, lamenta. Sobre sus motivaciones, aclara: “Es tan sencillo como que toda la vida he sido deportista. Siempre he jugado al fútbol y al baloncesto, pero lo dejé por la música. No tenía tiempo por los conciertos y las giras y también dejé de cuidar mi alimentación. Hace un año decidí retomar el deporte y cuidarme con la comida y me ha sentado bien, tanto para el físico como para mi cabeza”.
Entiende el revuelo mediático, pero aclara que no tiene que dar más explicaciones. “Yo no voy a engañar a nadie: me veo mejor y me gusta. Me encanta verme así, atlético y con confianza en mí mismo. Pero no creo que sea algo a lo que haya que darle demasiada importancia. Yo hago música y no estoy aquí para que me juzguen por mi imagen”, zanja. Y añade: “Y si el día de mañana me dan ganas de dejar el deporte y volver a comer como me dé la gana, no debería haber repercusión”.
Quevedo parece conseguir todo lo que se propone, aunque quién sabe con qué sueña un pibe que ya lo ha conseguido todo. “Todavía me quedan un montón de sueños por cumplir. He conseguido un montón de cosas que jamás pensé que podía lograr, pero me queda grabar con un montón de gente a la que considero ídolos y hacer conciertos por todo el mundo”, responde. Quiere colaborar con Bad Bunny, Rosalía y Ariana Grande y quiere repetir con artistas como Myke Towers o Duki. Quiere cantar en su ciudad, en el estadio de Gran Canaria, pero también en el Bernabéu, el Camp Nou o el River de Buenos Aires. Hasta no hace mucho, tenía pavor a volar en avión. Lo ha superado: “Ahora vuelo tranquilo, ya no me da miedo”.
Lo de haber perdido el miedo a volar es una buena metáfora…
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