Vance_Schaden
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Tras la inaudita e inédita entrada de la Guardia Civil en el despacho del fiscal general del Estado y el posterior registro en el que se le ha incautado hasta su teléfono móvil, una pregunta recurrente y casi obsesiva por la incredulidad que manifiesta es: ¿qué más tiene que pasar? Es decir, qué más tiene que ocurrir para que el individuo que ostenta la Presidencia del Gobierno entienda que con tanto frente abierto es imposible gobernar y convoque elecciones. ¿Qué frentes? El judicial, con su mujer imputada por cuatro delitos; el policial, con la investigación, por distintas cuestiones, a su fiscal y a su ex mano derecha, de la que puede acabar saliendo cualquier cosa, y el parlamentario, que le garantiza la tortura continuada del independentismo de Junts y el nuevo desafío anunciado por Podemos.Resulta inverosímil resistir en el puesto de mando de Moncloa con semejante acoso. El juez que instruye la causa de su mujer ha sido expresamente respaldado por la Audiencia Provincial; otro sigue de cerca las peripecias de su hermano; el volcado de datos de los teléfonos móviles de Aldama, Koldo y Ábalos nos da una sesión prácticamente diaria de sobresaltos muy jugosos de la trama establecida en varias esquinas de la Administración; los Presupuestos pueden no resultar votados en el Congreso merced a la negativa de Podemos, que huele la sangre extravasada de Sumar y quiere venganza, y que ha puesto condiciones imposibles para el voto afirmativo –ya no solo le interesan las elecciones anticipadas al PP, también a los de Pablo Iglesias–; y, por si fuera poco, los guardias entran por orden de un juez del Supremo en el despacho de tu fiscal general para arrancarle de las manos el ordenador que estaba utilizando. No es el momento de jugar con símiles de tormentas, pero la que sacude la Presidencia del Gobierno parece la perfecta. Los socios Frankenstein cada día pasan una nueva letra al cobro: la última pagada al PNV ha consistido en no alargar el impuesto a las energéticas y evitar el impuesto a la banca –que sí van a extender un tiempo– al territorio de la comunidad autónoma vasca, lo cual sí constituye un escándalo cierto de 'dumping' fiscal. Todo lo que reclamen les será dado. Y ello entronca con la pregunta que titula este suelto y con la que, en realidad, deberíamos hacernos si atendiéramos a los antecedentes del personaje: ¿qué más es capaz de ceder Sánchez para mantenerse en el poder? Cada día será más difícil seguir adelante –de hecho, ahora mismo parece imposible– y el precio a pagar será mayor y más inverosímil. Ha pagado con indultos, amnistías, conciertos económicos, cambios del Código Penal, excarcelación de asesinos etarras… Ya no viene de aquí. Ha ocupado el Estado para sí y para sus amigotes, y sabe que el único lugar desde el que puede defenderse es la Moncloa. De ahí que se atrinchere aunque juzguen y condenen a su mujer. O aparezcan más fotos comprometidas. O se deba meter los Presupuestos donde el sol no brilla…
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