Saige_Walker
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Vaya lección que nos da Gisèle Pelicot. Violada durante años por su marido y decenas de hombres en Aviñón, ha revertido la culpabilidad social, haciendo de la transgresión un calvario para quienes la perpetraron. Lo ha logrado exhibiendo la vergüenza a la que la sometieron. La sentencia ha condenado a un esposo cuya malignidad es la razón de ser de la justicia. Pero además azota la sonrisa de quienes se regodearon en el delito y espolea una Administración francesa que esquiva el consentimiento como elemento vital de la relación sexual. Qué magníficos ejemplos los de España y Suecia, que asientan este concepto vital y lo proyectan al orbe de los países libres y civilizados. La sentencia sacude la rémora del machismo, estigma endémico aferrado en las sociedades que se autoproclaman avanzadas. Gisèle, usted ha contribuido a que la vergüenza vaya cambiando de bando.
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