cary.keeling
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Cuando se cumplen diez días de la calamidad que ha devastado Valencia, se imponen dos conclusiones incontestables. Primera, reflejada una y otra vez en las páginas de nuestra historia: el pueblo español, desde los más jóvenes hasta los mayores, es solidario, generoso, capaz de movilizarse espontáneamente para acudir en ayuda de quien lo necesita, dispuesto a dar lo mejor de sí mismo en los peores momentos e imparable cuando se lo propone. Un gran pueblo a la altura de la gran nación que es España, representada en el epicentro de la catástrofe por los reyes don Felipe y doña Letizia, cuya conducta en Paiporta supuso el contrapunto perfecto a la exhibida por Pedro Sánchez. Cercanía frente a indiferencia. Coraje frente a cobardía. Dignidad frente a deshonra. Lo cual nos lleva a la segunda constatación: el Gobierno español se caracteriza no solo por su inoperancia a la hora de dar respuesta a una catástrofe nacional como la causada por la DANA, a pesar de ser el único actor de esta tragedia dotado de los medios necesarios para hacerlo, sino sobre todo por su vileza. Por la mezquindad inherente a sus actuaciones desde el mismo instante en que saltaron las alertas. Por la ruindad que ha presidido en todo momento su proceder y se resume en esa frase esculpida en fango que perseguirá al caudillo socialista hasta su último día: «si necesitan más recursos, que los pidan». Mientras la pronunciaba, decenas de personas estaban literalmente con el agua al cuello, otras tantas habían muerto o seguían desaparecidas, luchando por sus vidas, millares lo habían perdido todo y dependían para comer del auxilio de los voluntarios. ¿Es posible concebir siquiera semejante pensamiento, no sé si cesarista, enfermizamente egocéntrico o miserablemente calculador, pero en todo caso carente del menor vestigio de empatía, en lugar de enviar de inmediato todos los efectivos del Estado a socorrer a los afectados? La catadura moral del sanchismo y su jefe de filas ha quedado retratada y sigue manifestándose. Su gran preocupación ahora es culpar de lo ocurrido al PP, para lo cual ya se están gastando nuestro dinero en cinco campañas publicadas en redes que señalan al ejecutivo autonómico de Mazón como responsable. También ha enviado Interior a la unidad de élite de la Guardia Civil a detener a los vecinos indignados que osaron insultar a Sánchez y romperle los cristales del coche, ya que nadie le tocó un pelo, a pesar de ese «yo estoy bien» reflejo de su narcisismo. Marlaska, el libertador de etarras que dejó escapar a Puigdemont y abandonó a su suerte a los valencianos, víctimas de saqueos en sus hogares durante varias noches tras la riada, no ha reparado en gastos para prender a esos desdichados, tildados falsamente de 'ultras' por los voceros oficiales . Esas son, a esta hora, las prioridades del régimen.
Isabel San Sebastián: ¡Qué gran pueblo para tan vil Gobierno!
La prioridad del sanchismo ahora es culpar de lo ocurrido al PP y detener a los vecinos que insultaron a Sánchez
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