Un técnico observa en su pantalla una tomografía de la cabeza de una paciente, que está tumbada en una camilla en otra habitación. Dentro del cráneo se aprecia una gran zona perfectamente delineada. Es un tumor. Comienza el tratamiento. En unos segundos, en otra pantalla, comienza a dibujarse la lesión maligna en tres dimensiones. En poco más de un minuto todo ha terminado y la paciente sale de la cabina caminando por su propio pie.
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