Prodigio de escayola

[nfahey]

El 15 de marzo de 1985 era viernes. No se cabía en el Gran Poder por la cantidad de devotos que acababan de asistir al vía crucis que se reza cada Cuaresma y a sacarse la papeleta de sitio. De repente, un grito encendió todas las alarmas: «¡Traedme extintores!». Era el capiller, que intentaba apagar un fuego en la antigua sala de promesas, presidida por un cuadro del Señor. Una vela mal colocada provocó el incendio, cuya combustión se aceleró al mezclarse el agua con el aceite. Las llamas no cesaban y tuvieron que proteger al Señor con una capa contra el humo. La sala quedó completamente destruida, el marco acabó calcinado y, el cristal, derretido. Pero la foto en blanco y negro del Gran Poder estaba intacta. Desde entonces, se colocó con una leyenda que recuerda el suceso en el pasillo de acceso al camarín. Ayer, el milagro de San Lorenzo se revivió en el Silencio. Quienes llegamos primeros a la puerta de Alfonso XII y vimos las llamaradas que salían del lampadario de velas de San Judas Tadeo, que estaban afectando incluso a la puerta de acceso al templo, comprendimos que la pequeña talla que es paradigma de la más pura religiosidad popular de Sevilla había desaparecido. Que había sucumbido al fuego y, con ella, todas las promesas por lo imposible. Pero se salvó. Dicen que por la escayola, que devalúa la talla en el mercado sacro y que motivó incluso que quisieran sustituirla. Pero la fe lo frenó todo. Ayer, San Judas se salvó a sí mismode un fuego atroz por el exceso de devoción en el lampadario que arde con las ofrendas. La Providencia quiso que ayer llegara a Sevilla una pareja de Estepona que hace seis años acudió a ese mismo atrio de los prodigios en busca de un milagro. Llevaban años intentando que ella se quedara embarazada. Perdieron la esperanza y alguien les recomendó dos cosas: una clínica de fertilidad con fama de exitosa en la Cruz Roja y una vela a San Judas Tadeo. Se quedaron las noches que duró el tratamiento en casa de una tía que vive en Sevilla. Tras el desgaste físico y emocional del proceso, y el económico, volvieron a Málaga con una llama de esperanza colocada en la puerta donde se proclama el fervorín de los primitivos nazarenos cada Madrugada. Y no se apagó. Quedó embarazada de un niño y una niña. Alejandro y Claudia.Mellizos que pisaron ayer por primera vez la ciudad que los engendró. Cinco años después. Buscaron aparcamiento por el entorno del Silencio y acabaron en el Duque cuando observaron varios retenes de bomberos en la puerta del templo. Preguntaron al periodista qué había ocurrido. Éste les informó que se había incendiado una parte del atrio. «¿Y San Judas Tadeo, qué ha ocurrido?», preguntó Antonio, el padre de familia. «Dicen que se ha salvado milagrosamente del fuego», respondió quien suscribe. Con la voz entrecortada por la emoción, revelaron que venían de Estepona a darle gracias por las dos criaturas aprovechando una visita. No pudieron hacerlo, pero regresarán con un ramo a San Judas, el patrón de los imposibles. Un prodigio de escayola.

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